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TURCÓN - Ecologistas en acción

Destrucción de los montes de la Gran Canaria

Destrucción de los montes de la Gran Canaria "Estaba poblada nuestra isla de una rica y variada vegetación; la regularidad de las lluvias proporcionaba pingües cosechas y la tierra fecundada por el benéfico rocío suministraba a todos abundantes alimentos; numerosos ganados pacían las yerbas de los montes que crecían a la sombra de los altos vegetales, y ni el hambre ni sus fatales consecuencias se habían dejado sentir antes de la invasión española, ni muchos años después. Un nuevo orden de cosas introdujo los vicios consiguientes a la ambición desmedida, que nada respetó, y que todo parecía poco para saciarla.

Como si no hubiese terrenos suficientes para labrar en la llanura, y los montes fueran un lujo inútil, un estorbo para los adelantos agrícolas, se dirigieron contra ellos los más duros golpes. [...] Después de tres siglos de lucha, casi llegaron a desaparecer nuestro Monte Lentiscal, nuestra Montaña de Doramas, nuestros espesos pinares, nuestros balos, nuestras tabaibas, nuestras sabinas, nuestros mocanes, nuestros dragos y escobones, nuestros madroños y nuestras palmeras.

[...] Con dolor vió la ruina del Lentiscal en 1817 y con dolor también la de Doramas en 1831, porque con la desaparición de esas dos preciosas alhajas terminaba en gran parte el porvenir de la Gran Canaria."

Gregorio Chil y Naranjo (Gran Canaria, 1831-1901)

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