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TURCÓN - Ecologistas en acción

Funcionarios y mártires

Funcionarios y mártires Enrique Copeiro

Cuando yo era más pequeño, que estaba Franco, la profesión más peligrosa del país era abogado laboralista. En aquel entonces quienes mandaban tenían claro que lo que correspondía hacer a los obreros era trabajar y estarse calladitos, so pena de llevarse mamporros o tratos peores. Los abogados laboralistas, que se dedicaban a defender a los obreros de los abusos de sus patronos, iban completamente contracorriente. Vivían peligrosamente y con cierta frecuencia sufrían martirio a manos de la policía político-social, cual misioneros jesuitas que estuvieran evangelizando a las tribus caníbales del alto Amazonas.

Hoy, que ya no está Franco y tenemos democracia, siguen habiendo puestos de trabajo peligrosos. Uno de los más peligrosos es el de funcionario encargado de asuntos medioambientales. El peligro que tiene el cargo es fácil de entender.

Pongamos que eres el responsable de valorar los impactos ambientales de intervenciones en la costa como puertos, playas artificiales, etc. Viene tu jefe políticoadministrativo con un proyecto bajo el brazo y te dice: Estúdiame este tema con cuidado, que es muy importante. ¿Qué quiere decir que hay que estudiar el tema con cuidado? No te equivoques, quiere decir que no te pongas a dar problemas para que el proyecto se ejecute. ¿Qué quiere decir que es muy importante? No te equivoques tampoco, quiere decir que hay muchos millones en juego para los bolsillos de personas que tienen influencia directa o indirecta sobre tu jefe. Esto es normal en los proyectos de obras costeras. Por ejemplo, típicamente una playa artificial, o un puerto deportivo, tienen la virtud de hacer que suba tremendamente el valor de los terrenos situados alrededor. También generan una dinámica urbanizadora en el entorno, y lo uno con lo otro supone cantidad de millones de ganancia para alguien.

Tú te lees a fondo el estudio de impacto ambiental aportado por el promotor, estudio que desde luego es favorable al proyecto. Contrastas ese estudio con tus propios datos y experiencia, y juzgas que el impacto ambiental que tendría el proyecto es muy superior al que reconoce aquel estudio. Puede ser tan superior que no solo invalida el estudio del promotor sino que directamente desaconseja autorizar esa obra. ¿Qué haces entonces?

Si eres un superviviente nato, firmas un papelito autorizando la obra por lo que a ti respecta. Tendrás una vida larga y confortable en tu puesto de trabajo, con el que habrás demostrado un acoplamiento perfecto. Pero, ¿y si resulta que eres de los que quieren ejercer su función y profesión honorablemente? Pues si tienes esa vena quijotesca vas aviado. Esto es lo que te espera, como consecuencia de haber firmado un papelito valorando como grave el impacto ambiental del proyecto:

- Posibilidad 1: Si no tienes bien afianzado tu sitio como funcionario, y se te puede cambiar de puesto, muy probablemente serás cambiado de puesto. Prepárate para que se te encomienden tareas tan interesantes como hacer el censo de ratas y cucarachas en las alcantarillas. Tomándolo en plan positivo, la experiencia te habrá servido para saber lo que es de verdad una profesión de riesgo.

- Posibilidad 2: Si tienes tu puesto afianzado, te pondrán cara a la pared unos mesecitos. Nada que hacer, nada que pensar. Se te dará una segunda oportunidad al cabo de ese tiempo. Pero si vuelves a fallar, prepárate para el ostracismo a largo plazo. No tienes nada que hacer, tu jefe no te habla, tus enemigos naturales del trabajo te tiran pullas, y los pringadetes te rehuyen. Esta situación también se puede tomar en plan positivo en teoría, pero la práctica demuestra que es difícil y pocos lo consiguen. En teoría está claro: Te acaban de dar una beca para estudiar lo que quieras. Hasta en la cárcel se han hecho carreras completas, masters, y tesis doctorales. Pero la mayor parte de los funcionarios puestos cara a la pared no consiguen reunir los recursos personales necesarios para aprovechar esa magnífica oportunidad, y se sumen en una depresión negra.

Bajo el punto de vista social esta última situación es muy indeseable, porque quedan inutilizados una persona y un puesto de trabajo. Además esos funcionarios hundidos consumen cantidad de antidepresivos y analgésicos, y suelen pillar enfermedades psicosomáticas con las que dan mucha guerra en la seguridad social. Para remediar este problema propongo las siguientes medidas de carácter práctico:

- En los anuncios públicos de plazas de funcionario de medio ambiente, el nombre oficial de la plaza llevará un asterisco al final de las palabras ‘medio ambiente’. El asterisco se explicará a pié de página con la siguiente leyenda: Es de mentirijilla. De este modo los aspirantes ya sabrán a qué atenerse desde el principio, y se evitará que aparezca por allí algún tipo que pueda dar problemas.

- En las convocatorias a las entrevistas o exámenes para cubrir el puesto de trabajo se indicará, con caracteres muy visibles, lo siguiente: ‘Los aspirantes a funcionario de medio ambiente se presentarán a la entrevista con los pantalones en la mano, o, en su caso, las bragas’. Esta medida refuerza a la anterior, y sirve para aclarar las cosas a los despistados que pasaron por alto el asterisco del texto anterior.

De este modo las personas y los puestos de trabajo se acoplarán entre si armoniosamente en el ámbito del medio ambiente. No como ahora, que hay funcionarios que no se enteran y entran en su puesto de trabajo como un elefante en una cacharrería.

1 comentario

Honorio Galindo -

Maravillosamente demostrado en estas palabras el funcionamiento en la administracion. Tenia que ser una pluma clara y fresca como la de Enrique Copeiro quien a traves de este comentario ponga en candelero uno de los engranages mediambientales que fallan en el procedimiento. Ojala sirva para que personas valientes en la administracion apliquen aquello de que no se pueden hacer tortillas sin romper huevos. No se puede ser honrado integro si estas dispuesto a tragar lo que te hechen.