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TURCÓN - Ecologistas en acción

Arboles protegidos

Arboles protegidos Canarias7

Son los árboles prohibidos de la "coca". Los operarios de Parques y Jardines no podan ciertos arbustos del Valle de Jinámar porque temen las represalias de los "camellos" y pequeños traficantes que los utilizan como punto de almacén y distribución de drogas.

Son las nueve de la mañana. Un grupo de chicos de poco más de treinta años sube por la pendiente de la Gerencia de Jinámar. Cruzan la calle y se internan en un pequeño parterre de los jardines que se alternan con los bloques de casas sociales de la Loma. No ha pasado ni un minuto y salen otra vez calle abajo. Ya tienen lo que buscaban.

Nadie diría que entre esos arbustos hay droga. Los camellos buscan huecos en los muretes o se sirven de escondrijos entre las ramas de los árboles más frondosos para ocultar las pequeñas cantidades de sustancias estupefacientes que suelen almacenar en esos puntos. Eso los convierte en zonas verdes prohibidas. Mimosas, ficus y laureles de indias se reparten tan dudoso honor.

Los operarios municipales de Parques y Jardines los conocen de forma genérica como los árboles de la coca. Son esos mismos árboles a los que no les dejan acercarse y que, por tanto, muy pocas veces pueden podarse. Algunos han adquirido un porte frondoso y esbelto por ese miedo de los trabajadores.

Según las informaciones captadas por este periódico, los camellos que traen la mercancía hasta el Valle de Jinámar las distribuyen por esos puntos, ocultando paquetes con pequeñas dosis en algunas ramas de los árboles escogidos o en huecos abiertos en los troncos. Las fuentes consultadas apuntan a que esta práctica suelen llevarla a cabo en horas de la madrugada. Luego, a lo largo del día, los habituales del trapicheo se encargarán de rescatar la mercancía para venderla en las calles del Valle.
sagrados. Son árboles sagrados para el negocio y por eso nunca están solos, suelen contar con vigilancia privada.

Desde primera hora de la mañana tienen gente a su alrededor, disfrutando aparentemente de la sombra que les cobija o charlando con los colegas. A poco que uno se pase dos o tres veces por el mismo sitio y parezca estar dando vueltas levanta las sospechas.

En más de una ocasión, los empleados han tenido que salir huyendo para escapar de las pedradas de quienes no dejan que los toquen. Cuando han podido acicalarlos ha sido a horas muy tempranas, cuando la ciudad duerme. Se podan, pero no se vacían. Eso lo dejan para otros.

1 comentario

carmelo -

el fuego se debe apagar cuando esta todavia pequeño cuando se descontrola hay que poner mas agua