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Satélites de la ESA para salvar a la merluza negra

Satélites de la ESA para salvar a la merluza negra

El Mundo, 21/11/2005

Olalla Cernuda

MADRID.- La merluza negra -o bacalao de profundidad- es víctima de su popularidad: la alta demanda en cocinas de todo el mundo sostiene una intensa actividad pesquera que podría amenazar su supervivencia. Desde hace unos meses, el principal aliado de estos peces preshistóricos se llama Envisat: un satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA) que detecta los barcos que tratan de pescarla ilegalmente.

La merluza negra vive en aguas antárticas, especialmente cerca de las islas Kerguelen, que forman parte del 'Territorio Francés Antártico', uno de los lugares más remotos de la Tierra. Hasta allí llegan cada año decenas de barcos pirata con la intención de pescar esta especie, protegida por todos los convenios internacionales.

Precisamente para evitar la acción de estos barcos ilegales, el satélite Envisat, de la ESA, funciona como vigilante de la zona, y ha conseguido disminuir en un 90% la cantidad de barcos ilegales que merodean por las aguas de Kerguelen. Los radares del satélite pueden detectar la presencia de barcos de día y de noche, y en cualquier situación meteorológica. Los cascos de las embarcaciones, con elementos metálicos, delatan a los 'piratas' desde el aire. El satélite inmediatamente envía las fotos a la estación situada en las islas Kerguelen, y las autoridades francesas pueden investigar si se trata de un barco legal o sin autorización.

Los barcos que tienen permiso para pescar en la zona tienen un transmisor que envía su posición al satélite, para estar en todo momento identificados. Si los satélites detectan una embarcación sin transmisor, se envía inmediatamente un patrullero de la Armada francesa para detener la pesca ilegal.
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El sistema funciona desde febrero de 2004. El primer barco ilegal interceptado fue el 'Apache', de bandera hondureña, que fue capturado con 60 toneladas de merluza negra a bordo. Desde entonces, la detección de estas embarcaciones ha ido creciendo de forma exponencial.

La merluza negra (Dissostichus eleginoides) es un gran depredador pelágico, perteneciente a la familia de los Nototheniidae, que habita entre los 300 y los 2.500 metros de profundidad en aguas australes. Algunos individuos pueden alcanzar más de dos metros de longitud y 80 kilos de peso. Los expertos consideran vital su protección, no sólo porque es una de las especies más antiguas del planeta, sino porque los científicos tienen gran interés en estudiar la sangre de estos peces, capaz de circular cuando nada en aguas de temperaturas de 2ºC pese a que carece de anticongelante. Es además el pez depredador más grande de las aguas medias del Océano Austral y dispone de fuertes músculos para capturar presas.

El Gobierno francés mantiene la exclusividad de la pesca de la merluza negra en sus aguas territoriales, que se extienden 360 kilómetros alrededor de las islas de Kerguelen, Crozet y St Paul Amsterdam, cerca de la Isla Reunión, capital de los territorios árticos franceses.

Conocido en distintos países e idiomas como "bacalao de profundidad", "merluza negra", "róbalo de profundidad", "patagonian toothfish", "chilean sea bass" y "légine austral", entre otros nombres, es altamente cotizado en restaurantes y cadenas de alimentación, donde alcanza altos precios gracias a la calidad de su carne blanca y a sus cualidades culinarias. Por un plato de 100 gramos de merluza negra puede llegar a pagarse hasta 30 euros, precio que actúa como poderoso incentivo para las operaciones pesqueras piratas.

Los científicos estiman que, en algunos sectores del Océano Antártico, los 'stocks' podrían agotarse por completo en un plazo de cinco años. Pero además, la extinción de esta especie podría poner en serio peligro la de algunos animales que se alimentan de estos pescados, como las focas y ballenas australes. Además, como consecuencia de la pesca de la merluza negra, miles de aves marinas, fundamentalmente albatros y petreles, mueren enganchadas en los palangres de profundidad de los barcos.

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