Mi opinión y la de muchos (sobre Granadilla)

Jesús Santiago Rodríguez Contreras

Soy un estibador del puerto de Tenerife, pero del puerto de Santa Cruz de Tenerife. No del macroengaño de Granadilla, esa gallina de los huevos de oro, a la que muchos se quieren agarrar para enriquecerse, y además apoyados por algunos de nuestros políticos que es lo más penoso del tema.

Ahora ya que escribo aquí es para dejar bien clarito estos puntos: como estibador que soy, nunca estoy en contra de que se haga otro puerto, pero sí en contra de que lo hagan en un sitio donde lo único que se consigue es destrozar una de las pocas zonas vírgenes que quedan en nuestra isla. Y digo de las pocas, porque el resto ya las han destruido los amigos del cemente y la construcción sin control gracias a la basura de políticos que durante años han gobernado al estilo de los caciques de antes.

El puerto de Santa Cruz de Tenerife sí se puede ampliar, y los pocos estudios que se han conseguido hacer demuestran. Otra cosa es que se quiera ampliar, y eso es lo que hace falta ganas de hacerlo. Y digo ganas de hacerlo por que a las autoridades competentes, no se les ha visto nunca muchas ganas de ampliarlo sino de destruirlo, reduciendo zonas de trabajo para beneficio de algunos pocos y demorando descaradamente las obras de ampliación pactadas en su día por todas las partes. Un acuerdo firmado donde se decía que el puerto de Santa Cruz de Tenerife se potenciaría y Granadilla, en el hipotético caso de que se hiciera seria una dársena más, pero sólo eso, una dársena más con el tamaño que fuera necesario para suministrar lo que se consumiera en esa parte de la isla, no la barbaridad que se intenta hacer ahora.

Y por ultimo me quiero dirigir al despreciable personajillo que en uno de los diarios mas leídos de esta provincia, se atreve a afirmar que los estibadores decimos que el puerto de Santa Cruz de Tenerife no es ampliable. Pues no señor. El puerto de Santa cruz de Tenerife sí es ampliable y haga usted el favor de no poner en nuestras bocas palabras, que sólo una mente retorcida como la de usted y la de algunos indeseables son capaces de elucubrar.