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TURCÓN - Ecologistas en acción

¿Por qué Marbella?

¿Por qué Marbella?

Desde Gerona hasta Huelva, la costa española está llena de Marbellas, de ayuntamientos que siguen la misma política depredadora, especulativa y corrupta

Al hilo de la Operación Malaya, ahora que se les ve llorar bajo las pancartas reclamando justicia, conviene recordar el dato de que fueron los ciudadanos marbellíes los que frívolamente crearon el mito Gil, los que alegremente dieron al alcalde-bufón cuatro –tres más una– victorias aplastantes consecutivas en las urnas (19 de 25 concejales en 1991, 17 de 25 en 1995, 15 de 25 en 1999 y, ya inhabilitado Jesús Gil, 15 de 27 para Julián Muñoz en 2003), los que estaban felices con la política populista del regidor charlatán que llenó la ciudad de arcos del triunfo, arriates y jardineras y limpió las calles de basuras, chorizos y putas al tiempo que dilapidaba el patrimonio público y atraía a las mafias internacionales y a las furcias de lujo.

05/08/2006 ANTONIO DELGADO CABEZA, PROFESOR EN MáLAGA .- DIARIO DE CáDIZ | EUROPA SUR | EL DíA DE CóRDOBA | DIARIO DE JEREZ | HUELVA INFORMACIóN | DIARIO DE SEVILLA | GRANADA HOY

Sí, fueron los taimados marbellíes los que, obviando los antecedentes penales del constructor fraudulento, entre risas y bromas, votaron voluntariamente durante 16 años (¿?) a aquél que tenía previsto como objetivo número uno de su mandato limpiar las arcas municipales.

También es interesante reflexionar sobre el papel jugado en el affaire marbellí por el poder estatal y el autonómico, que han actuado de Pilatos mientras la merienda de negros se producía ante los ojos de todos. Véase la película La caja 507 del director vasco Enrique Urbizu, que, sin ser visionario, ya denunciaba en 2002 lo que todo el mundo sabía que estaba sucediendo.

Pero la reflexión de fondo hay que centrarla en el modelo social que soporta con normalidad que autoridades, políticos, jueces y demás ciudadanos o sean corruptos o asuman la corrupción con naturalidad, como algo inevitable e inherente al propio sistema. La asunción de este principio va debilitando gravemente no sólo la salud de la democracia, sino también a la desmovilizada opinión pública que afronta las próximas elecciones con el desencanto de no elegir al mejor representante sino al menos malo, al menos chorizo.

La aspiración a hacerse rico en poco tiempo ha pasado de ser un derecho a ser una necesidad, una forma de entender la vida, una manera de vivir. Miles de madres recorren los castings soñando con que sus hijos se conviertan en un David Bisbal que los haga multimillonarios y famosos de la noche a la mañana.

Y lo peor es que el espíritu Operación Triunfo, potenciado desde el poder, se puede extrapolar a todos los campos y profesiones. Si se puede trapichear con noticias, misiles y la salud de la gente, ¿por qué no con las viviendas? ¿No se basa este estado de derecho en la libertad de mercado, la acumulación infinita de riqueza y el consumo irracional?

Especular es legal. Y se incentiva al que especula no sólo con riqueza, sino con reconocimiento. ¡Qué listo es! Se crea así un modelo a imitar, se hace escuela de verdad, y no la de los colegios. Los jóvenes no ven futuro en el respeto, la honradez y el esfuerzo continuado. Un primo que no estudió es concejal y está forrado. Una compañera anoréxica del instituto es top model y admirada por todos. Y rica. El vecino que era albañil hace ocho años montó una constructora con unos socios y hoy es un ostentoso hacendado que se pasea en Mercedes, para envidia de todos.

Además, no se tiene conciencia de que esto está mal, de que la humanidad ha perdido el rumbo o de que la acumulación de recursos en unos provoca el hambre y la muerte de otros en un planeta de recursos naturales limitados. No. Existe todavía la percepción generalizada de que hoy se vive mejor que antes y esto anestesia o imposibilita cualquier reivindicación solidaria con el consumo necesario, la redistribución de la riqueza, el hambre del Tercer Mundo, el equilibrio ecológico, el desarrollo sostenible o tan siquiera otro tipo de progreso diferente al actual, y lo que debería ser una lógica preocupación compartida ante los alarmantes síntomas de esta casa común llamada Tierra, provoca sólo la hilaridad socarrona de una mayoría que ve estúpido no aprovecharse de la abundancia o compartirla con los más necesitados.

Desde Gerona hasta Huelva, la costa española está llena de Marbellas, de ayuntamientos que siguen la misma política depredadora, especulativa y corrupta. En el interior, también. Esto es vox pópuli. Harían falta miles de Operaciones Malayas para que la marbellí tuviera sentido y fuera algo más que la cabeza de turco que ha osado evidenciar más de la cuenta la propia esencia del modelo de estado dominante.

Nos guste o no, las reglas del juego de las democracias occidentales se fundamentan ideológicamente en el sueño americano. El ideal no es ser mejor, sino tener más. Todo vale para este fin, desde invadir, destruir y masacrar impunemente a un país que tenga petróleo, hasta recalificar como urbanizable lo que hasta ese momento era parque natural protegido ¿Por qué no? Es legal.

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