Europa echa el freno a los coches del 'sueño americano'
El Mundo, 17-8-2004
Iván Villar
Las autoridades europeas se han mostrado decididas a tomar medidas contra la proliferación de los todoterreno, especialmente en las ciudades, por su peligrosidad para la conducción y por su excesiva contaminación.
Hay animales que no nacieron para adaptarse a la ciudad, piensan algunos. Contra esa opinión se enfrenta, de modo cada vez más habitual, una categoría de automóviles en auge como son los Sport Utility Vehicles (SUV), coches de gran envergadura y cuidado diseño que aquí conocemos más bien como todoterrenos o simplemente 4x4. Vistos como agresivos mastodontes sueltos por las calles de las principales ciudades de Occidente, cada día son más los sectores que buscan una regulación para estos coches que han pasado de caracterizar el sueño americano a ser para muchos un sinónimo de amenaza para la seguridad vial y el medio ambiente.
Si en 2003 en Estados Unidos se desató una fiebre antiSUV a raíz del incremento del número de accidentes entre este tipo de vehículos, ahora es en Europa donde grupos ecologistas y partidos políticos han comenzado su particular cruzada contra la presencia de los 4x4 en las ciudades. Sus argumentos giran principalmente en torno a la protección del medio ambiente, pero también se habla de la agresividad de los SUV en la carretera y de factores sociales como la imagen de superioridad que proyectan.
La caja de los truenos la abrió hace unos meses el alcalde de Londres, Ken Livingstone, quien describió a los conductores de los SUV como completos idiotas. Según Livingstone, la presencia de estos vehículos en las calles londinenses es negativa para la ciudad y completamente innecesaria. Es razonable que un agricultor utilice un 4 x 4 en zonas con terrenos difíciles, pero este tipo de coches no debería circular por Londres, sentenció el regidor.
Londres no ha sido una excepción y a las declaraciones de Livingstone le acompañó en París una normativa municipal que pretende limitar el acceso de los SUV a ciertas zonas protegidas de la ciudad, como las orillas del Sena. Según el Ayuntamiento parisino, estos vehículos emiten al menos 4 veces más dióxido de carbono (CO2) que otros coches menos contaminantes.
Medidas drásticas
Las iniciativas municipales pueden convertirse pronto en legislaciones nacionales. Ése es el caso de Francia, que ha anunciado su intención de crear una tasa que penalice la compra de vehículos contaminantes y premie a aquéllos conductores que compren autos más respetuosos con el medio ambiente.
Según el ministro francés de Ecología, Serge Lepeltier, con la aplicación de esta tasa el comprador de un todoterreno muy contaminante con motor diésel V8 pagaría un suplemento fiscal de 3.000 euros, mientras que un vehículo poco contaminante como el Peugeot 206 diésel (equipado con filtro de partículas) se beneficiará de un descuento de 800 euros.
Esta decisión del gobierno galo, que permitiría a Francia acercarse al cumplimiento de sus compromisos internacionales en términos de reducción de emisiones, se ha visto impulsada por la fuerza de los movimientos ecologistas y el incremento de sus campañas contra los SUV. El pasado año, coincidiendo con el 25 aniversario del lanzamiento de la Clase G de Mercedes Benz, los ecologistas franceses publicaron una lista negra de vehículos en la que se incluían el propio Clase G junto a otros 4x4 como el Land Rover Discovery, el Toyota Land Cruiser o el Jeep Grand Cherokee. Esta campaña se unió a la proliferación en el país vecino de grupos contre 4x4, que critican la presencia de estos vehículos en las carreteras y ciudades.
La intención de Francia, según anunció su ministro de Industria Patrick Devedjian, es que su normativa se aplique en toda Europa para evitar que su país salga perjudicado. La posibilidad de una legislación comunitaria podría verse beneficiada por la actual presidencia de turno en la Unión Europea de Holanda, que ha anunciado su intención apoyar la implantación de normas anticontaminantes más severas para los vehículos de motor. Sin embargo, el perjuicio que causaría principalmente a los fabricantes alemanes podría dificultar el apoyo de Berlín a estas medidas.
Seguridad dudosa
Pero aparte del factor medioambiental el principal motivo por el que los grupos anti 4x4 se oponen a la proliferación de los SUV es por el peligro que dicen que suponen en las carreteras, especialmente para el resto de conductores. Su elevado peso, unido a su gran envergadura y el exceso de confianza con el que los conductores van a bordo de estos todocaminos pueden convertirles en peligrosos compañeros de ruta en caso de colisión.
Uno de los principales problemas de seguridad que se plantea en los SUV es su facilidad de vuelco. Debido a su altura el centro de gravedad está demasiado alejado del suelo, por lo que es más fácil que, en caso de accidente, el vehículo rote sobre sí mismo. Esta facilidad de vuelco supuso un gran escándalo en EEUU después de que varios modelos del Ford Explorer con neumáticos defectuosos causaran cerca de 280 muertos en el año 2000.
No obstante lo anterior, los mayores inconvenientes de los SUV afectan más al resto de vehículos que a ellos mismos, empezando por los que causa su propia altura. Los faros de estos vehículos todoterreno suelen situarse a un nivel superior que en el resto de turismos, por lo que llegan a ser causa habitual de deslumbramientos por la noche.
Además, la fuerza y envergadura de los SUV pueden suponer resultados fatales para los ocupantes de cualquier vehículo que sufra un percance contra ellos. Así lo ha entendido ya la Administración estadounidense, que prepara nuevas pruebas de choque para determinar la seguridad de los SUV en caso de colisión con vehículos menores.
En Europa han sido los clubes automovilísticos los que han dado el primer paso y, frente a los resultados del habitual EuroNCAP que prueba la resistencia de un coche en caso de colisión contra otro de similares circunstancias, han realizado un test para enfrentar vehículos de la categoría SUV con un automóvil de gama media. La iniciativa, proyectada por el Real Automóvil Club de España (RACE) en colaboración con el ADAC alemán, el OAMTC austríaco y el ANWB holandés pretendía comprobar la evolución de la seguridad en estos coches después de que en 1993 una prueba de similares características hubiera dado un resultado catastrófico.
Para realizar el test los clubes eligieron como vehículo menor un Volkswagen Golf, que se encuentra a la cabeza de los de su categoría en el EuroNCAP, y los todoterreno KIA Sorento y Volvo XC 90. A pesar de que los resultados fueron más positivos que hace diez años, la prueba demostró que la agresividad de los SUV en este tipo de accidentes sigue siendo demasiado elevada a pesar de los esfuerzos de los fabricantes por minimizar los daños. Sirva como ejemplo el Volvo mencionado que, a pesar de incluir un subchasis para reducir los efectos en caso de colisión con un vehículo de menor altura, arrolló en la prueba al Golf causando importantes lesiones a sus ocupantes.
La confrontación de vehículos de diferentes categorías podría ser un método adecuado para incrementar la seguridad vial, en una época en la que los pequeños utilitarios se enfrentan cada vez más en la jungla urbana a gigantes de cuatro ruedas que no por atractivos dejan de ser bastante peligrosos.
Iván Villar
Las autoridades europeas se han mostrado decididas a tomar medidas contra la proliferación de los todoterreno, especialmente en las ciudades, por su peligrosidad para la conducción y por su excesiva contaminación.
Hay animales que no nacieron para adaptarse a la ciudad, piensan algunos. Contra esa opinión se enfrenta, de modo cada vez más habitual, una categoría de automóviles en auge como son los Sport Utility Vehicles (SUV), coches de gran envergadura y cuidado diseño que aquí conocemos más bien como todoterrenos o simplemente 4x4. Vistos como agresivos mastodontes sueltos por las calles de las principales ciudades de Occidente, cada día son más los sectores que buscan una regulación para estos coches que han pasado de caracterizar el sueño americano a ser para muchos un sinónimo de amenaza para la seguridad vial y el medio ambiente.
Si en 2003 en Estados Unidos se desató una fiebre antiSUV a raíz del incremento del número de accidentes entre este tipo de vehículos, ahora es en Europa donde grupos ecologistas y partidos políticos han comenzado su particular cruzada contra la presencia de los 4x4 en las ciudades. Sus argumentos giran principalmente en torno a la protección del medio ambiente, pero también se habla de la agresividad de los SUV en la carretera y de factores sociales como la imagen de superioridad que proyectan.
La caja de los truenos la abrió hace unos meses el alcalde de Londres, Ken Livingstone, quien describió a los conductores de los SUV como completos idiotas. Según Livingstone, la presencia de estos vehículos en las calles londinenses es negativa para la ciudad y completamente innecesaria. Es razonable que un agricultor utilice un 4 x 4 en zonas con terrenos difíciles, pero este tipo de coches no debería circular por Londres, sentenció el regidor.
Londres no ha sido una excepción y a las declaraciones de Livingstone le acompañó en París una normativa municipal que pretende limitar el acceso de los SUV a ciertas zonas protegidas de la ciudad, como las orillas del Sena. Según el Ayuntamiento parisino, estos vehículos emiten al menos 4 veces más dióxido de carbono (CO2) que otros coches menos contaminantes.
Medidas drásticas
Las iniciativas municipales pueden convertirse pronto en legislaciones nacionales. Ése es el caso de Francia, que ha anunciado su intención de crear una tasa que penalice la compra de vehículos contaminantes y premie a aquéllos conductores que compren autos más respetuosos con el medio ambiente.
Según el ministro francés de Ecología, Serge Lepeltier, con la aplicación de esta tasa el comprador de un todoterreno muy contaminante con motor diésel V8 pagaría un suplemento fiscal de 3.000 euros, mientras que un vehículo poco contaminante como el Peugeot 206 diésel (equipado con filtro de partículas) se beneficiará de un descuento de 800 euros.
Esta decisión del gobierno galo, que permitiría a Francia acercarse al cumplimiento de sus compromisos internacionales en términos de reducción de emisiones, se ha visto impulsada por la fuerza de los movimientos ecologistas y el incremento de sus campañas contra los SUV. El pasado año, coincidiendo con el 25 aniversario del lanzamiento de la Clase G de Mercedes Benz, los ecologistas franceses publicaron una lista negra de vehículos en la que se incluían el propio Clase G junto a otros 4x4 como el Land Rover Discovery, el Toyota Land Cruiser o el Jeep Grand Cherokee. Esta campaña se unió a la proliferación en el país vecino de grupos contre 4x4, que critican la presencia de estos vehículos en las carreteras y ciudades.
La intención de Francia, según anunció su ministro de Industria Patrick Devedjian, es que su normativa se aplique en toda Europa para evitar que su país salga perjudicado. La posibilidad de una legislación comunitaria podría verse beneficiada por la actual presidencia de turno en la Unión Europea de Holanda, que ha anunciado su intención apoyar la implantación de normas anticontaminantes más severas para los vehículos de motor. Sin embargo, el perjuicio que causaría principalmente a los fabricantes alemanes podría dificultar el apoyo de Berlín a estas medidas.
Seguridad dudosa
Pero aparte del factor medioambiental el principal motivo por el que los grupos anti 4x4 se oponen a la proliferación de los SUV es por el peligro que dicen que suponen en las carreteras, especialmente para el resto de conductores. Su elevado peso, unido a su gran envergadura y el exceso de confianza con el que los conductores van a bordo de estos todocaminos pueden convertirles en peligrosos compañeros de ruta en caso de colisión.
Uno de los principales problemas de seguridad que se plantea en los SUV es su facilidad de vuelco. Debido a su altura el centro de gravedad está demasiado alejado del suelo, por lo que es más fácil que, en caso de accidente, el vehículo rote sobre sí mismo. Esta facilidad de vuelco supuso un gran escándalo en EEUU después de que varios modelos del Ford Explorer con neumáticos defectuosos causaran cerca de 280 muertos en el año 2000.
No obstante lo anterior, los mayores inconvenientes de los SUV afectan más al resto de vehículos que a ellos mismos, empezando por los que causa su propia altura. Los faros de estos vehículos todoterreno suelen situarse a un nivel superior que en el resto de turismos, por lo que llegan a ser causa habitual de deslumbramientos por la noche.
Además, la fuerza y envergadura de los SUV pueden suponer resultados fatales para los ocupantes de cualquier vehículo que sufra un percance contra ellos. Así lo ha entendido ya la Administración estadounidense, que prepara nuevas pruebas de choque para determinar la seguridad de los SUV en caso de colisión con vehículos menores.
En Europa han sido los clubes automovilísticos los que han dado el primer paso y, frente a los resultados del habitual EuroNCAP que prueba la resistencia de un coche en caso de colisión contra otro de similares circunstancias, han realizado un test para enfrentar vehículos de la categoría SUV con un automóvil de gama media. La iniciativa, proyectada por el Real Automóvil Club de España (RACE) en colaboración con el ADAC alemán, el OAMTC austríaco y el ANWB holandés pretendía comprobar la evolución de la seguridad en estos coches después de que en 1993 una prueba de similares características hubiera dado un resultado catastrófico.
Para realizar el test los clubes eligieron como vehículo menor un Volkswagen Golf, que se encuentra a la cabeza de los de su categoría en el EuroNCAP, y los todoterreno KIA Sorento y Volvo XC 90. A pesar de que los resultados fueron más positivos que hace diez años, la prueba demostró que la agresividad de los SUV en este tipo de accidentes sigue siendo demasiado elevada a pesar de los esfuerzos de los fabricantes por minimizar los daños. Sirva como ejemplo el Volvo mencionado que, a pesar de incluir un subchasis para reducir los efectos en caso de colisión con un vehículo de menor altura, arrolló en la prueba al Golf causando importantes lesiones a sus ocupantes.
La confrontación de vehículos de diferentes categorías podría ser un método adecuado para incrementar la seguridad vial, en una época en la que los pequeños utilitarios se enfrentan cada vez más en la jungla urbana a gigantes de cuatro ruedas que no por atractivos dejan de ser bastante peligrosos.
0 comentarios