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TURCÓN - Ecologistas en acción

Las aguas de Emalsa siguen turbias

Las aguas de Emalsa siguen turbias José A. Alemán

CanariasAhora.com, 20-8-2004

Estamos condenados a hablar de Emalsa cada cierto tiempo. Una especie de Guadiana aunque con menos agua. Por hacer historia para centrar la cosa, diréles que la compañía del agua de Las Palmas, ciudad, fue objeto, en su día, del polémico concurso de venta del que salieron tres paquetes de acciones del 33% de los que se hicieron cargo respectivamente Unelco, la francesa Saur y la propia corporación. Como resultado, el Ayuntamiento quedó voluntariamente en minoría accionarial y se produjo una descanarización de la empresa que consolidaría la conformación posterior de Unelco-Endesa. Así, las decisiones sobre las aguas de la ciudad pasaron a adoptarse a miles de kilómetros la isla. Con sus consecuencias.

Una de ellas, que Emalsa se distanciara de los intereses hidraúlicos generales de la isla. Con frecuencia le ha sido más rentable a su lejano consejo de administración acudir al mercado de aguas interior y ralentizar la potabilización, en perjuicio de los agricultores y con mayor daño para el acuífero, destrozando las previsiones del Plan Hidrológico. Por no hablar de los descuidos en materia de depuración. Me pregunto qué no hará un consejo de administración radicado en el quinto pino, sin más norte que los beneficios, ante la actual situación de los combustibles.

Ahora dicen que Saur quiere vender activos hidraúlicos, entre los que estaría su 33% de Emalsa. No es seguro ya que la supuesta venta, que respondería a directrices de la UE, parece que sólo afecta a la sociedad francesa allí donde tiene mayoría, que no es el caso de Emalsa. Pero como quiera que sea, la noticia o el rumor dio pie a que se especulara acerca de la posibilidad de que el Ayuntamiento recomprara a Saur su paquete y restableciera una mayoría accionarial que no debió perder nunca. Sin embargo, el Ayuntamiento se apresuró a aclarar que, en todo caso, estaría dispuesto a vender su tercera parte y salir definitivamente de Emalsa. Y dice el concejal Paulino Montesdeoca que “si decidiéramos vender, la ciudad no perderá el control del agua”. No puedo afirmar en este caso que eso no se le cree ni él porque igual está convencido, pobrecito, de que basta que el agua sea un servicio público para que el consejo de Emalsa renuncie al máximo de beneficios.

Como mínimo, aquel malhadado concurso sentó las bases de conflictos futuros, de los que hay precedentes de cuando estuvo el abastecimiento de aguas en manos foráneas. Montesdeoca no se entera y sería demasiado pedirle que considerara los intereses generales de la isla en términos de no desfondar más a la agricultura y darle un respiro al acuífero. Eso no figura en el programa del PP. Y si está en él será en la letra chica.

Sigo con la historia para que se hagan una idea de cuan turbias vienen esas aguas. Al concurso de venta se presentaron dos ofertas más. Una de ellas, la derrotada de Aquagest, proponía un reparto accionarial que dejaba en manos del Ayuntamiento el 51% de las acciones, es decir, la mayoría. El Ayuntamiento la rechazó inducido, al decir, del entonces concejal Mauricio, ya afectado por el mal francés. Aunque su firma no aparezca en ningún papel, pues es un mago del escaqueo y ahí te quedas, se le señala como quien inclinó a los demás por Unelco-Saur, que no era la oferta con mejores informes técnicos. Entre los persuadidos, el alcalde Mayoral, quien alegó la necesidad de que Unelco estuviera presente como garantía de canariedad de la nueva entidad: no sabía o le ocultaron que estaba cantada la entrada de Unelco en la órbita de Endesa, lo que meses después alejaría definitivamente de las Islas las decisiones del consejo de Emalsa.

Aquagest recurrió el concurso y ganó tanto aquí como en el Supremo. El Ayuntamiento, con Soria de alcalde, se limitó a subsanar deficiencias y a readjudicar Emalsa a los mismos y en la misma proporción. Decisión que Aquagest recurrió. El recurso está en estos momentos pendiente de una sentencia que esta vez habrá de entrar al fondo del asunto, por lo que cabe que, al fin, nos enteremos todos de lo que hay.

Así las cosas, me pregunto si el compro-vendo que se traen no será el reparto de la piel del oso antes de cazarlo. Porque ¿qué ocurriría si la sentencia esperada anula el concurso? Se puede armar. Lo que mal anda, mal acaba. Para el ciudadano de a pie, por supuesto. Porque a los causantes del estropicio nadie les pedirá cuentas. Como siguen sin pedírseles explicaciones.

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