Salvajada en la Cumbre
Angel Tristán Pimienta
A veces parece que la sociedad, o la parte más mentalizada de ella, se opone a todo signo de progreso: a que se construyan edificios, a que se hagan muelles, a que se abran nuevas carreteras, a que se mejoren las infraestructuras...Pero no es eso, obviamente.
Esta imagen es falsa y manipulada y no obedece a la realidad. Lo que ocurre es que con frecuencia se pierde el sentido de las proporciones y se rompen los equilibrios necesarios. No es lo mismo ocho que ochenta, dice el refrán. Una cosa es el progreso, inevitable y necesario, fundamental para mejorar la calidad de vida, y otra que esa misma calidad de vida necesita de una política medioambiental firme, inteligente e indesmayable. Eso de que la ecología es cosa de cuatro excéntricos es una simpleza que si bien coló en algunos sectores en los años del desarrollismo loquinario hoy día constituye solamente una de las trincheras de la estupidez. Es como la descalificación del Protocolo de Kioto, que algunos consideraban, ya menos, pero quedan, una extravagancia de fanáticos de las amapolas. "Hay premios Nobel que están en contra", dicen quienes confunden la derecha con el capitalismo de amiguetes, que es el que se opone a toda intervención estatal... que no sean las subvenciones. El vicepresidente USA es uno de los adalides de ese liberalismo extremo, que sólo se quiebra y moldea cuando la Casa Blanca y el Pentágono encargan a su antigua empresa, Halliburton, contratos milmillonarios para la ´reconstrucción´ de Irak en situación de virtual monopolio.
¿Es bueno respirar el humo de los coches? Si lo fuera, la industria farmacéuticas vendería CO2 embotellado, que se anunciaría en las televisiones con el consejo dado con voz de Robocop y a toda velocidad, como los antiguos vinilos pasados de revoluciones, de "esto es un medicamento, consulte a su farmacéutico". Pues como las emisiones de gases no son convenientes para la salud, y cada vez hay más, y de componentes peligrosos, Kioto es una necesidad que puede ser considerada una emergencia mundial.
Rusia ha acabado por sumarse, y a pesar de la ceguera interesada y al servicio de las grandes multinacionales, de George Bush, un cambio demócrata en EEUU producirá a medio plazo la consecuencia de sumarse a la gran convención mundial para evitar el ´efecto invernadero´ y frenar la aceleración del cambio climático. En provincias, encima, la tontería va de la mano de la ignorancia y de la prepotencia aldeana. Como en Washington, pero nos toca más de cerca y a pequeña escala. "Pero es nuestra escala", como dice alarmado un señor al que no se le puede considerar ni tonto ni un integrista de los que defienden el hábitat de la pulga saltarina.
Lo que el Cabildo ha permitido que se haga en los tiles de Moya es un delito agravado con un sarcasmo: si el entubado del barranco cortó el ciclo de la vida en la masa de laurisilva, la iniciativa de hacer un riachuelo tan falso como los de los belenes de navidad es una burla de cartón piedra. El problema es que la institución encargada de velar por el cumplimiento
de la normativa de medio ambiente y por la protección de los valores naturales de la Isla ha elegido el camino del pasotismo soberbio, como si estuviéramos hablando de una nadería. En el fondo es el síndrome del bloque del 20: allí, en esas medianías, sólo se ve que unos árboles ocupan un espacio estupendo para una urbanización.
Pues bien: el tonto presumido de Custer ataca de nuevo en otro Little Big Horn sin cuidar los flancos y creído de su superioridad. La Corporación, incapaz de corregir la visión deformada de la realidad, comete una nueva ´indisciplina´ en la cumbre. Autoriza y ejecuta el asfaltado de un camino de tierra, al que sólo había que ensanchar en algunos tramos, que va de Mogán a la Presa de las Niñas... con el criterio en contra de la COTMAC y del Patronato de Espacios Naturales. Ben Magec ha anunciado que denunciará el caso en Fiscalía por lo que considera un grave atentado contra el medio ambiente que, desde luego, está amparado por varios artículos del Código Penal que prevén situaciones como la que se ha producido. El problema está tan extendido - y los organismos competentes tan mediatizados y a expensas de políticos irresponsables- que el ministro de Justicia ha decidido multiplicar las fiscalías especiales. En ausencia del sentido común, sin duda lo más procedente son penas ejemplares que actúen como contundente disuasión. Se trata de un comportamiento ´boomerang´. Si se destruyen los elementos de la identidad - el paisaje es el más importante, y las carreteras son el más eficaz caballo de Troya - los ciudadanos pierden algo muy importante, vital, pero también se socava la atracción turística. Es una torpeza suicida esta manía depredadora que rompe todos los límites de la cordura en aras de una demencial ´puesta en valor´ que, por el contrario, machaca valores muy sensibles para el Archipiélago. La ´modernización´ del camino a la Cruz de San Antonio, en el Parque Rural del Nublo, es otro disparate que muestra el lado preocupante de que los organismos no han funcionado correctamente, porque son rehenes.
A veces parece que la sociedad, o la parte más mentalizada de ella, se opone a todo signo de progreso: a que se construyan edificios, a que se hagan muelles, a que se abran nuevas carreteras, a que se mejoren las infraestructuras...Pero no es eso, obviamente.
Esta imagen es falsa y manipulada y no obedece a la realidad. Lo que ocurre es que con frecuencia se pierde el sentido de las proporciones y se rompen los equilibrios necesarios. No es lo mismo ocho que ochenta, dice el refrán. Una cosa es el progreso, inevitable y necesario, fundamental para mejorar la calidad de vida, y otra que esa misma calidad de vida necesita de una política medioambiental firme, inteligente e indesmayable. Eso de que la ecología es cosa de cuatro excéntricos es una simpleza que si bien coló en algunos sectores en los años del desarrollismo loquinario hoy día constituye solamente una de las trincheras de la estupidez. Es como la descalificación del Protocolo de Kioto, que algunos consideraban, ya menos, pero quedan, una extravagancia de fanáticos de las amapolas. "Hay premios Nobel que están en contra", dicen quienes confunden la derecha con el capitalismo de amiguetes, que es el que se opone a toda intervención estatal... que no sean las subvenciones. El vicepresidente USA es uno de los adalides de ese liberalismo extremo, que sólo se quiebra y moldea cuando la Casa Blanca y el Pentágono encargan a su antigua empresa, Halliburton, contratos milmillonarios para la ´reconstrucción´ de Irak en situación de virtual monopolio.
¿Es bueno respirar el humo de los coches? Si lo fuera, la industria farmacéuticas vendería CO2 embotellado, que se anunciaría en las televisiones con el consejo dado con voz de Robocop y a toda velocidad, como los antiguos vinilos pasados de revoluciones, de "esto es un medicamento, consulte a su farmacéutico". Pues como las emisiones de gases no son convenientes para la salud, y cada vez hay más, y de componentes peligrosos, Kioto es una necesidad que puede ser considerada una emergencia mundial.
Rusia ha acabado por sumarse, y a pesar de la ceguera interesada y al servicio de las grandes multinacionales, de George Bush, un cambio demócrata en EEUU producirá a medio plazo la consecuencia de sumarse a la gran convención mundial para evitar el ´efecto invernadero´ y frenar la aceleración del cambio climático. En provincias, encima, la tontería va de la mano de la ignorancia y de la prepotencia aldeana. Como en Washington, pero nos toca más de cerca y a pequeña escala. "Pero es nuestra escala", como dice alarmado un señor al que no se le puede considerar ni tonto ni un integrista de los que defienden el hábitat de la pulga saltarina.
Lo que el Cabildo ha permitido que se haga en los tiles de Moya es un delito agravado con un sarcasmo: si el entubado del barranco cortó el ciclo de la vida en la masa de laurisilva, la iniciativa de hacer un riachuelo tan falso como los de los belenes de navidad es una burla de cartón piedra. El problema es que la institución encargada de velar por el cumplimiento
de la normativa de medio ambiente y por la protección de los valores naturales de la Isla ha elegido el camino del pasotismo soberbio, como si estuviéramos hablando de una nadería. En el fondo es el síndrome del bloque del 20: allí, en esas medianías, sólo se ve que unos árboles ocupan un espacio estupendo para una urbanización.
Pues bien: el tonto presumido de Custer ataca de nuevo en otro Little Big Horn sin cuidar los flancos y creído de su superioridad. La Corporación, incapaz de corregir la visión deformada de la realidad, comete una nueva ´indisciplina´ en la cumbre. Autoriza y ejecuta el asfaltado de un camino de tierra, al que sólo había que ensanchar en algunos tramos, que va de Mogán a la Presa de las Niñas... con el criterio en contra de la COTMAC y del Patronato de Espacios Naturales. Ben Magec ha anunciado que denunciará el caso en Fiscalía por lo que considera un grave atentado contra el medio ambiente que, desde luego, está amparado por varios artículos del Código Penal que prevén situaciones como la que se ha producido. El problema está tan extendido - y los organismos competentes tan mediatizados y a expensas de políticos irresponsables- que el ministro de Justicia ha decidido multiplicar las fiscalías especiales. En ausencia del sentido común, sin duda lo más procedente son penas ejemplares que actúen como contundente disuasión. Se trata de un comportamiento ´boomerang´. Si se destruyen los elementos de la identidad - el paisaje es el más importante, y las carreteras son el más eficaz caballo de Troya - los ciudadanos pierden algo muy importante, vital, pero también se socava la atracción turística. Es una torpeza suicida esta manía depredadora que rompe todos los límites de la cordura en aras de una demencial ´puesta en valor´ que, por el contrario, machaca valores muy sensibles para el Archipiélago. La ´modernización´ del camino a la Cruz de San Antonio, en el Parque Rural del Nublo, es otro disparate que muestra el lado preocupante de que los organismos no han funcionado correctamente, porque son rehenes.
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carmelo -