Continúa la nieve en la cumbre de Gran Canaria
Esto se llama invierno
Los meteorólogos afirman que el actual invierno, frío y húmedo, entra dentro de la normalidad en Canarias. Apuntan que los siete años anteriores a 2005 son la muestra del cambio climático.
Tampoco en los mapas meteorológicos ha ocurrido nada excepcional.«Es una situación meteorológica clásica invernal de alternancia del anticiclón y las borrascas», dice el director del centro meteorológico territorial de Canarias occidental, Víctor Quintero.
Canarias se ve beneficiada normalmente por los alisios que llegan gracias al anticiclón de las Azores. Pero en invierno, este anticiclón -el buen tiempo- se desplaza y permite que entren más borrascas -lluvias- a Canarias, sobre todo desde el norte. Esto es lo que ha pasado en los últimos tiempos. El frío siberiano llegó a las Islas y dejó nieve en las zonas altas y una gran sensación de frío. En los últimos días de enero se vivió una bajada de 1 grado centígrado al día. Se pasó de mínimas de 15 grados el 27 de enero a 11,7, el 31. Esa evolución acentuó la sensación de frío, que además arreció con la bajada de las máximas. Los años anteriores, durante el mes de enero, los termómetros subían a mediodía en torno a los 25 grados centígrados, pero en esta ocasión, los valores en las capitales canarias rondaron los 22. Así, ni siquiera en las horas centrales del día los canarios se libraron de la sensación de frío. De ahí, la frase reiterada y errónea: «Nunca había hecho tanto frío».
El observador de meteorología Fernando Bullón Miró, en un estudio sobre el clima de la Caldera de Taburiente, comenta que, «según los testimonios recogidos de personas mayores de la zona, antiguamente las nevadas y precipitaciones en general eran muchos más abundantes, regulares y persistentes que en la actualidad». En otro momento explica que «la humedad relativa media mensual es inferior en El Roque de Los Muchachos respecto a las zonas bajas». Habitualmente, añade, «los valores suelen ser muy bajos, inferiores al 30% muchos días del año, por quedar situadas en la masa de aire seca descendente del anticiclón, aunque experimentando fuertes fluctuaciones cuando la masa marina consigue remontarlas».
La Palma está a la cabeza de Canarias en cuanto a precipitaciones.Los máximos pluviométricos de la Isla y de todo el Archipiélago se dan a unos 1.400 metros sobre el nivel del mar. Al año, en La Palma, los chubascos dejan una media de 740 litros por metro cuadrado en el conjunto de territorio insular, mientras que en el resto de la región se contabilizan 325.
Fernando Bullón explica que «a partir de dicha altura, por encima del mar de nubes, la precipitación tiende a diminuir a medida que se asciende de cota».
El experto señala que «los tiempos del Norte, aunque también se pueden considerar una variante de los vientos alisios, conviene distinguirlos por ser los que aportan nevadas» a las cumbres de La Palma. Detalla que «cuando se producen irrupciones de aire polar, la inversión térmica asociada al alisio suele ascender de cota y las temperaturas pueden descender por debajo de los cero grados en las zonas más elevadas». Apunta que, en caso de darse precipitaciones, éstas caen en forma de nieve y, normalmente, «no suele cuajar por debajo de los 2.000 metros».
n El director del centro meteorológico territorial de Canarias occidental del Instituto Nacional de Meteorología (INM), Víctor Quintero, bromea: «Se llama invierno y ya se llamaba así hace diez años». Su experiencia, y el conocimiento que le proporcionan las series estadísticas climáticas, le hacen estar seguro de lo que dice: ni el frío de estos días es inusual, ni la nieve es algo raro en las cumbres, ni el granizo es un elemento tan extraño en una ciudad como la de Las Palmas de Gran Canaria, ni las lluvias han sido tan copiosas como pudiera parecer. Aún así, él habla de cambio climático, pero no precisamente el de este invierno sino el de los anteriores. Lo anormal no es el frío que hemos vivido en Canarias desde que se inició el año.Lo raro han sido los siete inviernos anteriores a éste.
«Éste ha sido un periodo distinto al de los últimos años pero porque durante los últimos años los inviernos no han sido muy fríos ni muy lluviosos», asegura. En su opinión, el cambio climático que está viviendo el mundo actual se dejará notar tal y como lo ha venido haciendo durante los últimos siete inviernos: con lluvias que cada vez llegan más tarde y menos copiosas y con temperaturas cada vez más altas. Los datos parecen darle la razón.Durante el actual episodio invernal, no ha habido ni un día en que se hayan alcanzado las temperaturas más bajas que se recuerdan en Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, por poner un ejemplo, se ha movido estos días en torno a mínimas de 13 grados, un registro todavía lejano de los 7,5 grados que la capital sufrió el 5 de febrero de 1954.
El cambio climático, por tanto, no está tanto en el frío como en el calor de los años anteriores. El actual 2005 sólo ha venido a recordarnos lo que es un invierno normal. Tomemos el ejemplo ahora de la otra capital canaria. Santa Cruz de Tenerife ha vivido este año unas temperaturas máximas en torno a los 22,4 grados centígrados, cuando en invierno de 2004, el termómetro rondó los 23 grados y en 2003, los 25. Así las cosas, los canarios hemos olvidado el frío -lo normal en invierno- y nos hemos acomodado en un ambiente más cálido, pese a su carácter de anormalidad.Las temperaturas mínimas reflejan también una evolución similar: el invierno actual en la capital tinerfeña hizo bajar los termómetros hasta los 11,7 grados cuando en 2004 no descendieron por debajo de los 13,3 grados centígrados.
Si las temperaturas actuales son las normales para esta época del año, ¿podría pensarse que las precipitaciones y la nieve configuran el elemento de anormalidad? La respuesta de la meteorología es igual de rotunda: no. Víctor Quintero insiste en que lo raro es que no nieve. «Yo antes trabajaba en el observatorio de Izaña y en esta época del año todo el mundo subía a las Cañadas», explica, «la gente llamaba para ver si había nevado, pero durante los últimos cinco años apenas ha nevado y ahora la gente llama para saber por qué ha nevado». En otras palabras, nos hemos habituado a episodios invernales que sólo se explican por el fenómeno del cambio climático y nos asombramos cuando la normalidad hace acto de presencia.
En el caso de las precipitaciones, el cambio de tendencia ha tardado un poco más en dejarse sentir. El actual incremento de la pluviosidad rompe la evolución seca de los últimos cinco años.El actual año hídrico -que para los meteorólogos comienza en septiembre- ha traído lluvias por encima de los valores medios, hasta un 200% más, según los datos que maneja el INM. Sin embargo, como ha afirmado el jefe del servicio de Aplicaciones Meteorológicas del INM, Antonio Mestre, la propia irregularidad de las lluvias en Canarias impide hablar de año excepcional.
Los meteorólogos afirman que el actual invierno, frío y húmedo, entra dentro de la normalidad en Canarias. Apuntan que los siete años anteriores a 2005 son la muestra del cambio climático.
Tampoco en los mapas meteorológicos ha ocurrido nada excepcional.«Es una situación meteorológica clásica invernal de alternancia del anticiclón y las borrascas», dice el director del centro meteorológico territorial de Canarias occidental, Víctor Quintero.
Canarias se ve beneficiada normalmente por los alisios que llegan gracias al anticiclón de las Azores. Pero en invierno, este anticiclón -el buen tiempo- se desplaza y permite que entren más borrascas -lluvias- a Canarias, sobre todo desde el norte. Esto es lo que ha pasado en los últimos tiempos. El frío siberiano llegó a las Islas y dejó nieve en las zonas altas y una gran sensación de frío. En los últimos días de enero se vivió una bajada de 1 grado centígrado al día. Se pasó de mínimas de 15 grados el 27 de enero a 11,7, el 31. Esa evolución acentuó la sensación de frío, que además arreció con la bajada de las máximas. Los años anteriores, durante el mes de enero, los termómetros subían a mediodía en torno a los 25 grados centígrados, pero en esta ocasión, los valores en las capitales canarias rondaron los 22. Así, ni siquiera en las horas centrales del día los canarios se libraron de la sensación de frío. De ahí, la frase reiterada y errónea: «Nunca había hecho tanto frío».
El observador de meteorología Fernando Bullón Miró, en un estudio sobre el clima de la Caldera de Taburiente, comenta que, «según los testimonios recogidos de personas mayores de la zona, antiguamente las nevadas y precipitaciones en general eran muchos más abundantes, regulares y persistentes que en la actualidad». En otro momento explica que «la humedad relativa media mensual es inferior en El Roque de Los Muchachos respecto a las zonas bajas». Habitualmente, añade, «los valores suelen ser muy bajos, inferiores al 30% muchos días del año, por quedar situadas en la masa de aire seca descendente del anticiclón, aunque experimentando fuertes fluctuaciones cuando la masa marina consigue remontarlas».
La Palma está a la cabeza de Canarias en cuanto a precipitaciones.Los máximos pluviométricos de la Isla y de todo el Archipiélago se dan a unos 1.400 metros sobre el nivel del mar. Al año, en La Palma, los chubascos dejan una media de 740 litros por metro cuadrado en el conjunto de territorio insular, mientras que en el resto de la región se contabilizan 325.
Fernando Bullón explica que «a partir de dicha altura, por encima del mar de nubes, la precipitación tiende a diminuir a medida que se asciende de cota».
El experto señala que «los tiempos del Norte, aunque también se pueden considerar una variante de los vientos alisios, conviene distinguirlos por ser los que aportan nevadas» a las cumbres de La Palma. Detalla que «cuando se producen irrupciones de aire polar, la inversión térmica asociada al alisio suele ascender de cota y las temperaturas pueden descender por debajo de los cero grados en las zonas más elevadas». Apunta que, en caso de darse precipitaciones, éstas caen en forma de nieve y, normalmente, «no suele cuajar por debajo de los 2.000 metros».
n El director del centro meteorológico territorial de Canarias occidental del Instituto Nacional de Meteorología (INM), Víctor Quintero, bromea: «Se llama invierno y ya se llamaba así hace diez años». Su experiencia, y el conocimiento que le proporcionan las series estadísticas climáticas, le hacen estar seguro de lo que dice: ni el frío de estos días es inusual, ni la nieve es algo raro en las cumbres, ni el granizo es un elemento tan extraño en una ciudad como la de Las Palmas de Gran Canaria, ni las lluvias han sido tan copiosas como pudiera parecer. Aún así, él habla de cambio climático, pero no precisamente el de este invierno sino el de los anteriores. Lo anormal no es el frío que hemos vivido en Canarias desde que se inició el año.Lo raro han sido los siete inviernos anteriores a éste.
«Éste ha sido un periodo distinto al de los últimos años pero porque durante los últimos años los inviernos no han sido muy fríos ni muy lluviosos», asegura. En su opinión, el cambio climático que está viviendo el mundo actual se dejará notar tal y como lo ha venido haciendo durante los últimos siete inviernos: con lluvias que cada vez llegan más tarde y menos copiosas y con temperaturas cada vez más altas. Los datos parecen darle la razón.Durante el actual episodio invernal, no ha habido ni un día en que se hayan alcanzado las temperaturas más bajas que se recuerdan en Canarias. Las Palmas de Gran Canaria, por poner un ejemplo, se ha movido estos días en torno a mínimas de 13 grados, un registro todavía lejano de los 7,5 grados que la capital sufrió el 5 de febrero de 1954.
El cambio climático, por tanto, no está tanto en el frío como en el calor de los años anteriores. El actual 2005 sólo ha venido a recordarnos lo que es un invierno normal. Tomemos el ejemplo ahora de la otra capital canaria. Santa Cruz de Tenerife ha vivido este año unas temperaturas máximas en torno a los 22,4 grados centígrados, cuando en invierno de 2004, el termómetro rondó los 23 grados y en 2003, los 25. Así las cosas, los canarios hemos olvidado el frío -lo normal en invierno- y nos hemos acomodado en un ambiente más cálido, pese a su carácter de anormalidad.Las temperaturas mínimas reflejan también una evolución similar: el invierno actual en la capital tinerfeña hizo bajar los termómetros hasta los 11,7 grados cuando en 2004 no descendieron por debajo de los 13,3 grados centígrados.
Si las temperaturas actuales son las normales para esta época del año, ¿podría pensarse que las precipitaciones y la nieve configuran el elemento de anormalidad? La respuesta de la meteorología es igual de rotunda: no. Víctor Quintero insiste en que lo raro es que no nieve. «Yo antes trabajaba en el observatorio de Izaña y en esta época del año todo el mundo subía a las Cañadas», explica, «la gente llamaba para ver si había nevado, pero durante los últimos cinco años apenas ha nevado y ahora la gente llama para saber por qué ha nevado». En otras palabras, nos hemos habituado a episodios invernales que sólo se explican por el fenómeno del cambio climático y nos asombramos cuando la normalidad hace acto de presencia.
En el caso de las precipitaciones, el cambio de tendencia ha tardado un poco más en dejarse sentir. El actual incremento de la pluviosidad rompe la evolución seca de los últimos cinco años.El actual año hídrico -que para los meteorólogos comienza en septiembre- ha traído lluvias por encima de los valores medios, hasta un 200% más, según los datos que maneja el INM. Sin embargo, como ha afirmado el jefe del servicio de Aplicaciones Meteorológicas del INM, Antonio Mestre, la propia irregularidad de las lluvias en Canarias impide hablar de año excepcional.
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aquior -