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TURCÓN - Ecologistas en acción

La mona Lulú crea expectación en Telde

La mona Lulú crea expectación en Telde La jaula de la mona de San Juan se ha convertido estos días en punto de visita de las familias de la Isla.
Todos la ven triste, pero no todos quieren que se la lleven.

Amplio reportaje en el Canarias-7 de hoy.

«Mamá, me da mucha pena». Natalia tiene sólo 2 años y parece adivinar lo que sufre Lulú, uno de los dos chimpancés que están enjaulados en el parque de San Juan. Su madre, Yolanda, ha leído que los ecologistas han dicho que está triste y depresiva. «La verdad es que no me he fijado, como le dan arrebatos de vez en cuando y se pone a correr de un lado para otro...». No lo tiene claro, pero confiesa que no quiere que se la lleven. «A mis niñas les encanta. Ellas conocen este parque como el parque de Lulú y siempre me piden que las traiga a verla cuando venimos».

Su otra hija, Laura, mira ensimismada a Lucas, que dormita relajado. Siente curiosidad por estos animales, a los que visita a menudo.«Fíjese que una vez no estaban y no hacían sino preguntarme por Lulú». Es probable que no sepan que pronto, en virtud de un acuerdo entre el Seprona, el Ayuntamiento de Telde y una reserva natural de Madrid, Lulú y Lucas cogerán el avión.

«Mueren de tristeza»
Rubén y Haydee siquiera la habían visto nunca. «Somos de Las Palmas y vinimos por lo que decía el periódico de que estaba triste», contaba él. La conversación no iba con Javier, el pequeñajo de la familia. No le quitaba los ojos a los dos monos. Su madre, que lo sujetaba sobre la valla, lo ve claro. «Los animales también mueren de tristeza, así que si está triste, que se la lleven».Aún así, no puede evitar preguntarse «si no será mejor que le traigan a un chimpancé que no sea tan joven». Su otra hija, Carely, observa con atención.

Unos y otros se acercan hasta esta jaula de cristal (en realidad es de metacrilato) para comprobar si Lulú está triste. Para José, también de Las Palmas, no hay duda. «Se la ve aburrida, este no es el marco adecuado para unos animalitos. Me parece bien que se los lleven». Yolanda le secunda. José insiste. «Traigo a los niños a verlos, pero les inculco la idea de que los animales no deben estar encerrados, sino en libertad». Bajo la atenta mirada de Felipe, los pequeños Rodolfo, Carlota y Celia toman nota.

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