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TURCÓN - Ecologistas en acción

Tsunami : una año después

Tsunami : una año después

Aceh (Indonesia)
La semilla de la esperanza

Ha pasado casi un año, y la provincia indonesia de Aceh -que fue, con 170.000 muertos, el lugar más castigado por el tsunami del 26 de diciembre de 2004- sigue luchando por volver a la normalidad. Aunque cientos de ONGs trabajan para reconstruir esta zona de Sumatra, es una tarea complicada que promete prolongarse durante mucho tiempo. Al menos, el desastre tuvo la virtud de detener la guerra civil que asolaba la región: un buen augurio para empezar a mirar el futuro con esperanza.

Texto: Peter Marz / Fotos: Geert van Kesteren

"Cuando tiembla la tierra, los habitantes de Banda Aceh temen el largo brazo del mar.
-Enseguida huyen a lugares donde creen que no llega el agua -comenta Jordi Serra, que ha visitado algunos hospitales y centros de acogida de huérfanos de la ciudad con sus compañeros de la ONG Payasos sin Fronteras.
Los seísmos son frecuentes en la capital de la provincia indonesia de Aceh, en la isla de Sumatra; Serra y sus compañeros lo comprobaron al vivir uno de fuerza 5,4 en la escala de Richter mientras estaban en la ciudad para dar ánimos a una población azotada por el tsunami y casi 30 años de guerra civil.

Aunque sus habitantes aún viven en tiendas de campaña, la localidad litoral de Leupung, en la provincia de Aceh, renace poco a poco. Sin embargo, tendrán que pasar muchos años hasta que las palmeras recién plantadas crezcan.

El terrible balance de esta contienda -15.000 muertos, mayoritariamente civiles- ahora parece casi insignificante en comparación con los 170.000 que dejó el maremoto tan sólo en Aceh. Ante tamaño desastre, y probablemente a pesar de los militares, las autoridades indonesias se vieron obligadas a abrir las puertas de la provincia, entonces prohibida a los extranjeros, para que entrara la ayuda humanitaria. Casi ocho meses después de la catástrofe, en agosto, se firmó en Helsinki (Finlandia) un acuerdo de paz entre el Gobierno de Yakarta y los independentistas del Movimiento para un Aceh Libre (GAM, según sus siglas en indonesio).

La región de Aceh ocupa un área de 55.000 kilómetros cuadrados, poco más que la Comunidad Autónoma de Aragón. -La gente se intenta acoplar a la vida del día a día, pero la confusión social es enorme -dice Jordi Serra-. Muchos no se fían del desarme de la guerrilla y las intenciones gubernamentales. Además, los militares están por todas partes, como siempre. La gente vive con cierta resignación y tranquilidad al mismo tiempo, pensando "lo que tenga que ser, será".
En Banda Aceh operan actualmente unas 600 organizaciones no gubernamentales de todo el mundo. Pero esta contribución decisiva a la reconstrucción está teniendo un efecto perverso: el desequilibrio de la economía local. La escasa oferta de viviendas sumada a la fuerte demanda por parte de los extranjeros ha disparado los alquileres. En una región cuyos habitantes, como mucho, ganan 90 euros al mes, una casa puede costar hasta 600 euros mensuales.
Jan Egeland, coordinador de ayuda humanitaria de Naciones Unidas, ha constatado recientemente cierta falta de organización:
-Las cosas no van demasiado bien hasta ahora. Cada ONG comienza su propio programa de ayuda en paralelo a los demás -declaró ante la prensa internacional.

A su juicio, el traslado de la población desde tiendas de campaña y otros alojamientos improvisados a casas estables no se produce con la rapidez suficiente. Miles de personas todavía viven en campos de refugiados.
-La ayuda funcionó muy bien en la fase de emergencia, pero la reconstrucción progresa más despacio de lo que esperábamos.
En septiembre, la ONU publicó un plan que prevé levantar 15.000 casas prefabricadas en el lapso de seis meses. El Gobierno indonesio también ha prometido otras 20.000 viviendas nuevas. Al parecer, la esperanza de obtener uno de esos hogares gratuitos también atrae a habitantes del interior de la isla, cuyos pueblos no fueron devastados por el tsunami o el terremoto. La Unicef, por su parte, se ha comprometido a levantar alrededor de 500 escuelas, tarea que probablemente tardará tres años en completarse. Hasta entonces, las clases se imparten en carpas.

La construcción de casas duraderas, sin embargo, requiere su tiempo:
-Es imposible hacerlo de la noche a la mañana, porque es una tarea realmente compleja. Primero hay que solucionar problemas como la propiedad de la tierra, y a menudo no existen registros claros. Además, hay que hacer estudios geológicos y de impacto ambiental y, sobre todo, consensuar el diseño de las viviendas con los futuros habitantes -dice Rubén Cano, responsable del Plan Especial Maremoto de Cruz Roja Española-. A veces se han construido casas que nunca llegaron a ser habitadas porque no se ajustan a las necesidades de la gente. A un pescador puede no interesarle vivir a cinco kilómetros de la costa si no se le facilitan otros medios alternativos de vida o un transporte adecuado. Hay que tener en cuenta que no reconstruimos simplemente viviendas, sino hogares y comunidades, y que además tratamos de hacerlo de manera que sean menos vulnerables en el futuro..."



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