Es como si viviera en el centro de Madrid con todas sus desventajas
María Dolores Rodríguez Martín
Vivo en uno de los sitios de destino turístico más recomendado del mundo. Siempre me he sentido afortunada de vivir en una isla como esta, o por lo menos las campañas que se han hecho durante muchos años me lo han hecho creer. Estoy rodeada de mar, presumo de sol en todo el año, de la playa, del campo, las cumbres, las gentes, los museos que nos recuerdan nuestra historia, y y .¿y?...y es que visto así vivo en una postal. La realidad es que me despierto cada mañana y al abrir la ventana para ver el mar y el sol, ¡¡¡¡ES COMO SI VIVIERA EN EL CENTRO DE MADRID!!!. ¡¡¡ME AHOGO!!!. Del sol me tengo que esconder porque me quema , el aire es smog en el ambiente y al mar ¡¡¡NO LO PUEDO VER!!! Porque todo el horizonte no es más que una franja gris de cemento. Las grúas se han implantado como si fueran extraterrestres invadiéndonos. Todo esto me asusta. Siento que vivo en un presente de pesadilla y el futuro es aún peor.
Vivo en un barrio cualquiera, cerca de la costa. El paisaje desde un séptimo piso es increíble. Las tonalidades de las dunas fosilizadas de Tufia, el Roque de Gando, maravillosa acuarela en el atardecer, explanadas de tierras de secano con obras hidráulicas pertenecientes al pasado, cumbres majestuosas que rompen con escarpados precipicios
desde el séptimo piso que no existe podría ser todo otro paisaje pero desde el segundo que es mi realidad es todo terrible. Ante mis ojos se planta una de las obras más espantosas que se pueden llevar a cabo en un espacio tan reducido. Es una obra misteriosa que comenzó con un panel visto sólo en dirección sur Las Palmas, donde anunciaba una obra de naves de logística de una empresa que anda aparentemente a medio gas. Luego poco a poco se fue conformado en cerramientos de paneles grises sin una triste ventana al exterior. Todo esto encerrado dentro de un muro de contención gigantesco, yo diría que casi una obra de ingeniería. Esta obra vista desde la loma del barrio de enfrente del que vivo, es impresionante en superficie. No he tenido la molestia de medirlo, pero a ojo de buen cubero es casi un tercio del barrio. A esto se le añade que a la entrada del mismo barrio encontramos como recibimiento una nave industrial dedicada a vehículos de gran tonelaje. Cada día me dan los buenos días los aparentes monstruos de la guerra de los mundos. Y continua la pesadilla, en medio de una zona urbana recalifican suelo para naves industriales
¿así pretenden tener una población sana y saludable?.
¿Aún no han caído en la cuenta de que no somos amontonamientos de personas sino seres humanos con necesidad de espacios libres para esparcimiento con independencia de la condición económica?. Lo más triste es que no es un caso aislado. Esto es lo que está ocurriendo en prácticamente toda la isla, la misma que se patrocina como destino de calidad para un turismo exigente. (Disculpen señores y señoras que nos representan que me ría pensando en los argumentos que dan para llegar a ese eslogan. Demuestran soberanamente un dicho que decía mi abuelo: la ignorancia es atrevida)
Me acabo de enterar de que han aprobado la autovía Agaete - La Aldea, y lo más triste es que lo aprueba la COTMAC, organismo que supuestamente defiende los intereses canarios. Y no es que ande yo en contra de que las cosas mejoren sino que creo firmemente en que otra vía es posible sin llegar a tal brutalidad. Miro a mis pequeñas hijas y no me da más que por llorar. ¿Cómo les voy a explicar tanto desacato?. No hay psicólogo ni psiquiatra que me pueda sacar de esta terrible aproximación a la realidad. Puedo asegurar de que no es una depresión.
Lo dicho, me dan ganas de llorar mirando lo que les dejo a mis hijas. ¡¡¡que alguien me ayude!!!. Tengo serias dudas de creer que soy una afortunada por vivir aquí. Siento que estoy ante el desamparo de quienes nos representan.
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carmelo -