La agricultura se mantiene viva en la capital con apenas un cinco por ciento de territorio para cultivos
La Provincia, 13-7-2004
"Los niños de Las Palmas de Gran Canaria creen que la leche sale de la nevera" se lamenta Rafael Hernández, presidente de la Coordinadora de Asociaciones Agrícolas y Ganaderas de Canarias (COAG). Él es una de las pocas personas que aún se dedican a cultivar en el corazón de la capital. A pesar de que las principales actividades económicas de la capital son, sin duda, la portuaria, la administrativa y la turística, el municipio es agrícolamente el tercero en importancia de la comarca del norte de la Isla. Las Palmas de Gran Canaria conserva aún, pese a su carácter eminentemente urbano, 500 hectáreas, el cinco por ciento de la superficie total, de terreno dedicado al cultivo.
El sector primario tiene un peso en Las Palmas de Gran Canaria que, además de por la extensión de terreno, está avalado por que en ella se encuentra el 30% de ganadería insular, aquí se ubica la central lechera, el matadero insular y el mercado central de abastos -Mercalaspalmas-. Con todo, los agricultores de la zona se quejan del poco interés que al respecto muestran las autoridades: "Invierten 500 millones de pesetas para los carnavales y cero para agricultura".
RECESO
En 1995 había 1.200 hectáreas de terreno agrícola en el municipio. En nueve años se han perdido alrededor de 700 hectáreas de cultivos, más de la mitad. No obstante, todavía sobreviven algunas empresas de carácter familiar, unas 300 como la de Juan Hernández, que se dedican a la labranza haciendo uso de las bondades del terreno. Y es que la zona interior del municipio tiene unas cualidades óptimas para el cultivo por la cota en la que se asienta, a 330 metros
de altura, y por la calidad del terreno formado por una mezcla de sustrato volcánico y arcilloso. Esta combianción hace que la variedad de cultivos sea muy amplia y que en el mismo espacio donde un día se cultivaron plataneras se puedan sembrar ahora zanahorias. Hernández es uno de esos "románticos", como él mismo se denomina, que han elegido la tierra como profesión. Ya se dedicaban a ello sus bisabuelos, sus abuelos y sus padres, pero espera que no lo haga ninguno de sus dos hijos "porque la cosa está tan mal, que dentro de diez años puede que la agricultura desaparezca para siempre".
El receso es generalizado en la Isla, pero además, los labradores de las Palmas de Gran Canaria se encuentran en desventaja, dice, con respecto a agricultores de otros municipios tradicionalmente rurales del interior.
"Éste es un sector que aquí no interesa, ni siquiera tenemos concejal de agricultura, aunque sí lo hay de playa, éste es el ayuntamiento del cemento" explica el presidente de COAG-Canarias. Los agricultores se lamentan porque "hay gente que ya no quiere arrendar sus terrenos para plantar, porque están esperando a que se recalifiquen para venderlos", se queja, aunque según él, "la pena no es que se vayan abajo nuestras empresas, sino que hagamos desaparecer parte de nuestra idiosincrasia".
"Los niños de Las Palmas de Gran Canaria creen que la leche sale de la nevera" se lamenta Rafael Hernández, presidente de la Coordinadora de Asociaciones Agrícolas y Ganaderas de Canarias (COAG). Él es una de las pocas personas que aún se dedican a cultivar en el corazón de la capital. A pesar de que las principales actividades económicas de la capital son, sin duda, la portuaria, la administrativa y la turística, el municipio es agrícolamente el tercero en importancia de la comarca del norte de la Isla. Las Palmas de Gran Canaria conserva aún, pese a su carácter eminentemente urbano, 500 hectáreas, el cinco por ciento de la superficie total, de terreno dedicado al cultivo.
El sector primario tiene un peso en Las Palmas de Gran Canaria que, además de por la extensión de terreno, está avalado por que en ella se encuentra el 30% de ganadería insular, aquí se ubica la central lechera, el matadero insular y el mercado central de abastos -Mercalaspalmas-. Con todo, los agricultores de la zona se quejan del poco interés que al respecto muestran las autoridades: "Invierten 500 millones de pesetas para los carnavales y cero para agricultura".
RECESO
En 1995 había 1.200 hectáreas de terreno agrícola en el municipio. En nueve años se han perdido alrededor de 700 hectáreas de cultivos, más de la mitad. No obstante, todavía sobreviven algunas empresas de carácter familiar, unas 300 como la de Juan Hernández, que se dedican a la labranza haciendo uso de las bondades del terreno. Y es que la zona interior del municipio tiene unas cualidades óptimas para el cultivo por la cota en la que se asienta, a 330 metros
de altura, y por la calidad del terreno formado por una mezcla de sustrato volcánico y arcilloso. Esta combianción hace que la variedad de cultivos sea muy amplia y que en el mismo espacio donde un día se cultivaron plataneras se puedan sembrar ahora zanahorias. Hernández es uno de esos "románticos", como él mismo se denomina, que han elegido la tierra como profesión. Ya se dedicaban a ello sus bisabuelos, sus abuelos y sus padres, pero espera que no lo haga ninguno de sus dos hijos "porque la cosa está tan mal, que dentro de diez años puede que la agricultura desaparezca para siempre".
El receso es generalizado en la Isla, pero además, los labradores de las Palmas de Gran Canaria se encuentran en desventaja, dice, con respecto a agricultores de otros municipios tradicionalmente rurales del interior.
"Éste es un sector que aquí no interesa, ni siquiera tenemos concejal de agricultura, aunque sí lo hay de playa, éste es el ayuntamiento del cemento" explica el presidente de COAG-Canarias. Los agricultores se lamentan porque "hay gente que ya no quiere arrendar sus terrenos para plantar, porque están esperando a que se recalifiquen para venderlos", se queja, aunque según él, "la pena no es que se vayan abajo nuestras empresas, sino que hagamos desaparecer parte de nuestra idiosincrasia".
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viviana -