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TURCÓN - Ecologistas en acción

Cuestión de aguas

Cuestión de aguas José A. Alemán

CanariasAhora.com, 11-8-2004

No hay quien entienda a la gente. Tanto quejarse de inseguridad y falta de vigilancia y cuando un mandarín hace por procurarla, me lo ponen a caer de un burro. Quien la entienda que la compre, a la gente, se habrá dicho Antonio Naranjo, concejal de Las Palmas de Gran Canaria, ante las protestas por la tala de las palmeras de la calle Torres Quevedo, aledaña a Las Canteras. Él pretendía privar a delincuentes y drogatas del refugio de tamaña espesura vegetal y se lo agradecen así, con cortes de tráfico y gran cabreo, en lugar de considerar, por ejemplo, que si los secuaces normandos del príncipe Juan hubieran tenido semejante golpe de ingenio, se hubieran desembarazado de Robin Hood con sólo talar el bosque de Sherwood.

Naranjo, que ya tiene en su haber unas cuantas cancaburradas, dio, además de esta razón de dejar a delincuentes y drogatas al solajero, la de que las palmeras desaparecidas eran no menos eficaz cobijo de cucarachas y además, qué diablos, no pertenecían a especie protegida alguna. Pero como la gente es muy mala, ya digo, dicen que lo indujo al palmericidio el deseo de agradar al propietario de un solar de las inmediaciones a punto de construirse que quería el camino expedito para que entren y salgan al modo los camiones. Se desconfía ya tanto de los mandarines que siempre se ve detrás de sus actuaciones un móvil interesado. No sé lo que habrá de cierto, pero, qué quieren, es más creíble la tesis camionera. Casa mejor con el espíritu de la época.

Si a Naranjo le faltan cuando menos un par de aguas, qué decir de Mercedes Roldós. A la señora diputada le parece maravilloso que haya petróleo cerca de las Islas, lo que está muy bien si es de su gusto. Pero se pasa al imaginarse las Islas como un emporio petrolífero en beneficio de todos los canarios, nada menos. Antoñita la fantástica las largaba mejores y no se le hubiera ocurrido asegurar eso, que todos los canarios nos beneficiaremos del hallazgo. Eso sí, con las debidas seguridades para el medio ambiente, añade el consejero del ramo, Augusto Lorenzo, poco después de reconocer que el Gobierno central le tomó la cabellera al canario con el asunto de los zifios. Me parece muy bien que haya por ahí quienes opinen que de haber cerca petróleo explotable sería absurdo no extraerlo. Pero que no vengan con historietas de riqueza para todos sin peligro para el medio ambiente que va quedando. No somos idiotas y no paran de darnos motivos para recelar.

Quien va sobrado de aguas es el presidente de los constructores de Tenerife, Antonio Plasencia. Para este hombre la causa de la crisis turística es la moratoria. Y ahí queda eso. Habría que recordarle que la crisis no es exclusiva de Canarias y no creo, qué quieren, que los efectos de la dichosa moratoria alcancen al territorio peninsular, donde también hay crisis. Con la diferencia, entre otras, de que allá los empresarios la analizan con mayor seriedad porque se toman al turismo más como sector económico con dinámica propia que como soporte de la especulación y la construcción despendolada en la que se inscribe Plasencia. De la moratoria podrá criticarse lo que se quiera, menos la idea de la necesaria adecuación de la oferta de camas a la demanda real en términos de pura y racional actividad turística. A los constructores poco les importa eso y se producen así tensiones que dificultan cuando no impiden la aplicación de una correcta política estrictamente turística al sector.

Siempre he tenido la sospecha de que el verdadero motor de la economía canaria no es el turismo sino la especulación que lo utiliza como pretexto. Las colosales fortunas generadas en Canarias en los últimos tiempos no proceden del turismo propiamente dicho sino de las operaciones inmobiliarias a él ligadas. No dispongo ahora mismo de los datos precisos, pero sospecho que lugares habrá por esos mundos en que se le saca mayor rentabilidad al turismo con menos camas y menor incidencia sobre el medio. Debería indagarse por ahí para ordenar al menos las ideas.

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