Decenas de vecinos ´toman´ la playa de Las Canteras para protestar contra la tala de ocho palmeras
La Provincia, 11-8-2004
El Ayuntamiento quiso solucionar ayer los problemas de inseguridad de la calle Torres Quevedo, una de las peatonales que desembocan en la playa de Las Canteras, a golpe de sierra y acometió la tala de ocho ejemplares de palmera washingtonia entre las protestas de decenas de vecinos. Funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía y agentes de la Policía Local acudieron al lugar para evitar que el tumulto, que ocasionó un fuerte atasco circulatorio en
las inmediaciones, fuera a más.
El concejal de Mantenimiento de Infraestructuras y Zonas Verdes, Antonio Naranjo, justificó la acción en que los árboles producían "un efecto de sombra" que amparaba "a delincuentes y traficantes de droga". En cambio, residentes de la zona sospechan que la decisión está relacionada con el trasiego de camiones que provocará una obra próxima. La alcaldesa Pepa Luzardo, que ayer hizo un paréntesis en sus vacaciones para acudir a los actos religiosos
por las fiestas de San Lorenzo, restó trascendencia al asunto y justificó a su edil anunciando que las palmeras taladas serán sustituidas por macetones. La regidora, sin embargo, se apresuró a aclarar que no conocía los detalles del asunto.
La tala comenzó a las nueve de la mañana "sin previo aviso", se quejaba amargamente Luis Marrero, presidente de la asociación de vecinos Las Canteras-El Pasadizo, que aseguró haber llegado a reunir 1.500 firmas "para exigir medidas contra la inseguridad al Ayuntamiento y al delegado del Gobierno, sin que nadie se haya dirigido a nosotros". El dirigente vecinal anunció una demanda contra el concejal Naranjo por la eliminación de las palmeras.
Para el concejal, sin embargo, la tala de ocho de las doce palmeras -el escándalo vecinal salvó momentáneamente a las otras cuatro- de la calle Torres Quevedo está plenamente justificada al tratarse de una medida contra la inseguridad. "Todo el mundo sabe que
esa calle está sufriendo problemas de delincuencia y sabemos que esto va a producirnos un desgaste, pero nosotros estamos aquí para tomar decisiones", atajó Naranjo consciente de las
críticas que ya ha provocado esta promoción.
Indignación
Todos los vecinos y comerciantes de la calle Torres Quevedo consultados ayer en plena calle por este periódico coincidían en dos cosas: que efectivamente la zona sufre graves problemas
de inseguridad y que la tala de palmeras había sido desmedida. Un ejemplo así lo pone Isaac García, encargado del supermercado que hace esquina con Bernardo de la Torre. "Si se talan las palmeras para que la calle vuelva a ser peatonal se puede acabar con la inseguridad, pero si no, es una salvajada". José Hernández, residente en la misma vía, coincide al cien por cien con esa versión.
Harto de ser testigo de la venta de droga delante mismo de su casa, se apresuró a aplaudir la decisión municipal "porque eso es que la calle va a dejar de ser peatonal, que es el verdadero problema porque esta gente [supuestos delincuentes] se sienta en los portales para vender, y con los coches no lo tendrán tan fácil". Luego, al conocer que la peatonalización no es la verdadera razón de la medida, rechazó la muerte de las washingtonias. "Podían haberlas trasplantado", dijo.
Constructora.
Otro indignado vecino, en este caso empresario, el propietario del restaurante chino de la calle, se mostró radicalmente contrario a la decisión municipal. "Hace un mes vinieron a podarlas ¿cómo es que ahora las talan?", se preguntaba Ming Yih. Un acalorado residente desparramó la sospecha insinuada por otros. "Ahí detrás hay un solar que no está vallado y donde próximamente va a haber obras, y sin palmeras es más fácil el tránsito de los camiones", afirmó.
Esta versión circuló rápidamente por la calle mientras los operarios de la contrata del servicio municipal de Jardines recogían los restos de las washingtonias. El concejal Roque Díaz, que también se personó en el lugar, hizo mención a esa causa en forma de hipótesis. "Estratégicamente podría ser mejor que no haya palmeras para poder construir un edificio en el solar que está cerca", señaló. Esa parcela, que está sin vallar, albergó hasta hace poco una casa vieja que fue demolida.
El Ayuntamiento quiso solucionar ayer los problemas de inseguridad de la calle Torres Quevedo, una de las peatonales que desembocan en la playa de Las Canteras, a golpe de sierra y acometió la tala de ocho ejemplares de palmera washingtonia entre las protestas de decenas de vecinos. Funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía y agentes de la Policía Local acudieron al lugar para evitar que el tumulto, que ocasionó un fuerte atasco circulatorio en
las inmediaciones, fuera a más.
El concejal de Mantenimiento de Infraestructuras y Zonas Verdes, Antonio Naranjo, justificó la acción en que los árboles producían "un efecto de sombra" que amparaba "a delincuentes y traficantes de droga". En cambio, residentes de la zona sospechan que la decisión está relacionada con el trasiego de camiones que provocará una obra próxima. La alcaldesa Pepa Luzardo, que ayer hizo un paréntesis en sus vacaciones para acudir a los actos religiosos
por las fiestas de San Lorenzo, restó trascendencia al asunto y justificó a su edil anunciando que las palmeras taladas serán sustituidas por macetones. La regidora, sin embargo, se apresuró a aclarar que no conocía los detalles del asunto.
La tala comenzó a las nueve de la mañana "sin previo aviso", se quejaba amargamente Luis Marrero, presidente de la asociación de vecinos Las Canteras-El Pasadizo, que aseguró haber llegado a reunir 1.500 firmas "para exigir medidas contra la inseguridad al Ayuntamiento y al delegado del Gobierno, sin que nadie se haya dirigido a nosotros". El dirigente vecinal anunció una demanda contra el concejal Naranjo por la eliminación de las palmeras.
Para el concejal, sin embargo, la tala de ocho de las doce palmeras -el escándalo vecinal salvó momentáneamente a las otras cuatro- de la calle Torres Quevedo está plenamente justificada al tratarse de una medida contra la inseguridad. "Todo el mundo sabe que
esa calle está sufriendo problemas de delincuencia y sabemos que esto va a producirnos un desgaste, pero nosotros estamos aquí para tomar decisiones", atajó Naranjo consciente de las
críticas que ya ha provocado esta promoción.
Indignación
Todos los vecinos y comerciantes de la calle Torres Quevedo consultados ayer en plena calle por este periódico coincidían en dos cosas: que efectivamente la zona sufre graves problemas
de inseguridad y que la tala de palmeras había sido desmedida. Un ejemplo así lo pone Isaac García, encargado del supermercado que hace esquina con Bernardo de la Torre. "Si se talan las palmeras para que la calle vuelva a ser peatonal se puede acabar con la inseguridad, pero si no, es una salvajada". José Hernández, residente en la misma vía, coincide al cien por cien con esa versión.
Harto de ser testigo de la venta de droga delante mismo de su casa, se apresuró a aplaudir la decisión municipal "porque eso es que la calle va a dejar de ser peatonal, que es el verdadero problema porque esta gente [supuestos delincuentes] se sienta en los portales para vender, y con los coches no lo tendrán tan fácil". Luego, al conocer que la peatonalización no es la verdadera razón de la medida, rechazó la muerte de las washingtonias. "Podían haberlas trasplantado", dijo.
Constructora.
Otro indignado vecino, en este caso empresario, el propietario del restaurante chino de la calle, se mostró radicalmente contrario a la decisión municipal. "Hace un mes vinieron a podarlas ¿cómo es que ahora las talan?", se preguntaba Ming Yih. Un acalorado residente desparramó la sospecha insinuada por otros. "Ahí detrás hay un solar que no está vallado y donde próximamente va a haber obras, y sin palmeras es más fácil el tránsito de los camiones", afirmó.
Esta versión circuló rápidamente por la calle mientras los operarios de la contrata del servicio municipal de Jardines recogían los restos de las washingtonias. El concejal Roque Díaz, que también se personó en el lugar, hizo mención a esa causa en forma de hipótesis. "Estratégicamente podría ser mejor que no haya palmeras para poder construir un edificio en el solar que está cerca", señaló. Esa parcela, que está sin vallar, albergó hasta hace poco una casa vieja que fue demolida.
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Armando -