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TURCÓN - Ecologistas en acción

Fahrenheit 9/11

Fahrenheit 9/11 Título original: Fahrenheit 9/11
Direccción: Michael Moore
Tipo: Documental
Año: 2004
Guión, producción y dirección: Michael Moore
Premios: Palma de Oro en el Festival de Cannes (Francia)

En Gran Canaria la puedes ver en Multicines Monopol (Las Palmas de Gran Canaria) y Multicines Telde (Telde).

En una charla pública, realizada unos meses atrás en el marco de la apertura de un nuevo centro de estudios políticos, el periodista, escritor y -próximamente- director de cine, Jorge Lanata, afirmaba que lo que molesta para quienes detentan el poder (político o económico), no es tanto la libre circulación de opiniones -por más independientes que éstas sean-, sino la de información. Lanata (considerado por sus detractores como el "Michael Moore argentino"), sostiene que toda opinión está sometida a la adhesión -o no- que genera en los otros, antes de ser considerada "de peso". Mientras que la información, cuando es veraz y comprobable, posee peso propio. En síntesis, a los "poderosos" lo que verdaderamente les preocupa, es que haya periodistas que informen a la comunidad con honestidad e independencia, antes que periodistas que opinen libremente.

Bajo este principio parece actuar el periodista, escritor y -ya consagrado- director de cine, Michael Moore. Si en "Bowling for Columbine" (su anterior largometraje), Moore partía de la información objetiva para desarrollar una hipótesis personal que le permitiese entender las razones del armamentismo de la sociedad estadounidense, con Fahrenheit 9/11, el procedimiento es inverso aunque el principio es el mismo.

Moore parte de una posición clara y específica (la total y absoluta disconformidad con el gobierno del presidente George W. Bush) y, desde ese lugar, aporta los datos y la información necesarias para demostrar objetivamente que el pueblo norteamericano ha sido engañado por sus gobernantes, con el fin de iniciar una guerra y un proceso de restricción de los derechos individuales, que sirvió a estos mismos funcionarios públicos y a sus aliados empresariales, para consolidar negocios multimillonarios.

La contundencia y explicitud de los datos y los testimonios exhibidos en Fahrenheit 9/11, hacen del film un documento irrefutable. Sin embargo, la urgencia testimonial y el evidente didactismo con el cual el director comunica las mentiras fabricadas por Bush, resienten notablemente las cualidades cinematográficas de la obra, lo cual hace pensar que la Palma de Oro recibida en Cannes fue un gesto político antes que un reconocimiento a sus logros artísticos.

A un lado este detalle, cabe decir que Fahrenheit 9/11 hace un exhaustivo y detallado repaso de los hechos políticos más importantes que tuvieron lugar en Norteamérica desde las presidenciales de 2000, en las que -fraude mediante- el republicano George W. Bush accedió a la presidencia, hasta las más recientes novedades de la invasión a Irak pasando, obviamente, por el trágico ataque sufrido por los Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001.

Con su documental, Moore acerca una serie de pruebas irrebatibles -algunas de conocimiento público y otras, hasta hoy, censuradas- que dan cuenta de varios aspectos acerca de la gestión Bush. Los vínculos comerciales de su familia y entorno personal con el clan Bin Laden, la manipulación de documentación militar para "ocultar" otros vínculos inconvenientes, la creación -por parte del gobierno- de un estado de miedo constante en la población para justificar el recorte de las libertades individuales y la inmoralidad de un presidente que es capaz de llevar a su pueblo -y condenar a otros- a la guerra, con el único fin de resguardar y proteger sus negocios petroleros y los de sus "aliados" comerciales, son tan sólo algunos de los aspectos que Moore pone en relieve a lo largo de las (un tanto extensas) dos horas de película.

Si bien, como ya hemos señalado, Fahrenheit 9/11 no posee un destacado nivel cinematográfico (que sí tenía Bowling for Columbine), vale reconocer que, en ocasiones, Moore logra sorprender con algunos procedimientos discursivos ciertamente interesantes, en los cuales, la palabra (en especial la voz off del propio Moore) cede completamente su lugar a la imagen sin que, por ello, el discurso pierda elocuencia. Tanto la escena de los títulos, en la que vemos el proceso de maquillaje de los principales funcionarios de gobierno -previo a la "salida al aire" frente a las cámaras de los noticieros ("maquillaje" que el filme se encargará de quitar)-, como así también aquella otra del final en la que, azarosamente, tres mujeres representativas de las diferentes posturas político-sociales surgidas frente al actual estado de situación, se cruzan en las puertas de la Casa Blanca en un diálogo que resume de manera impecable la totalidad del film, constatan los pocos (pero buenos) momentos netamente cinematográficos que alcanza la película.

Por último, una idea poderosa se desprende de Fahrenheit 9/11. Tal vez la más abarcativa de un discurso que, en efecto, tiene como principal destinatario al ciudadano norteamericano. La formación de un pueblo adulto, capaz de construir y sostener una democracia sólida y eficaz, sólo es posible si cada uno de sus integrantes tiene asegurado el acceso a la "educación" como antídoto al engaño que habilita la ignorancia. En ese plan, la libre circulación de información -y Michael Moore es un militante obstinado de esa causa- adquiere una relevancia fundamental. Sólo en ese contexto, se pueden comprender las razones por las que el gobernador de Florida (hermano del actual presidente), presionó a una de las compañías de entretenimiento norteamericana más importante del mundo para que ésta, a su vez, instase a una de sus empresas subsidiarias (Miramax) a abstenerse de distribuir la película dentro del territorio de los Estados Unidos de América.

Cómo dijo Lanata: lo que molesta a los poderosos es la información. Y si algo logra Michael Moore con su película -además de entretener- es informar.

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