Una de cada tres muertes en Europa se debe a causas medioambientales
The Lancet, 6-1-2005
Cinco factores medioambientales son los responsables de una de cada tres muertes de niños en Europa. Un estudio, que servirá de base para la Cuarta Conferencia Ministerial sobre Medioambiente y Salud que celebrará la OMS en Budapest (Hungría) la semana que viene, concluye que el 40% de las enfermedades globales relacionadas con el medio ambiente afectan a menores de cinco años.
"Aunque el informe incluye varias advertencias ominosas también abre una puerta a un futuro más sano para los niños europeos", afirma el doctor Marc Danzon, director regional en Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), principal promotor de la investigación. "Con el objetivo de saber qué intervenciones y estrategias hay que utilizar, primero los gobiernos deben ser capaces de determinar y comparar con precisión la magnitud de los riesgos", añade el especialista.
El nuevo informe, publicado en la última edición de The Lancet y avalado por la OMS, cumple con la función que demanda el responsable del organismo sanitario y ofrece una perspectiva única del coste sanitario asociada a las malas condiciones medioambientales.
Un complejo análisis
El estudio divide a Europa en tres regiones: zona A, integrada por 25 países -España entre ellos- y caracterizada por una mortalidad infantil y adulta muy baja; B, formada por 17 países que registran una baja mortalidad infantil y adulta y zona C, nueve países -Bielorrusia, Estonia, Kazajastán, Latvia, Lituania, República de Moldavia, Rusia y Ucrania) con una baja mortalida infantil pero una elevada tasa de fallecimientos entre la población adulta.
Los investigadores, del Instituto de Higiene y Epidemiología de la Universidad de Udine (Italia), analizaron el impacto de la insalubridad del agua, la contaminación del aire, la exposición al plomo y las lesiones en la mortalidad y la discapacidad infantil de cada región analizada.
Para ello ajustaron los datos procedentes de distintas investigaciones e instituciones, como el Banco Mundial, a un indicador formado por la combinación de años acortados por la mortalidad prematura y el número de años que una persona ha vivido enferma o con una discapacidad.
Globalmente, entre un 2% y un 6% de las muertes de niños menores de cuatro años se atribuye a la contaminación del aire. Respecto a la contaminación de espacios interiores, se relacionó estrechamente con las infecciones agudas del tracto respiratorio inferior y con un 4% de los fallecimientos. La inhalación de plomo se mostró como un factor de riesgo de retraso mental leve.
Los datos del estudio muestran que estos factores tienen un impacto mucho mayor en las zonas B y C que en la A. Los investigadores también indican que existen muchas incógnitas respecto a la evaluación del perjuicio producido por la contaminación exterior. "Las buenas noticias son que han salvado muchas vidas en zonas de la región [estudiada] donde se han adoptado fuertes políticas [medioambientales]", señala el doctor Roberto Bertollini, de la OMS.
Los nasciturus
Todavía no han visto el mundo que les espera ni conocen la cara de sus familiares pero, ya desde el mismo vientre materno, los bebés sufren los efectos de la contaminación atmosférica. El bajo peso al nacer y una pequeña estatura son dos de las consecuencias que padecen los recién nacidos por culpa de las exposición a partículas contaminantes.
Un estudio realizado por diversos centros nacionales de salud de Estados Unidos ha demostrado que las madres de California (EEUU) que viven en áreas con altas concentraciones de partículas contaminantes durante el embarazo suelen dar a luz a niños más pequeños que las mujeres que habitan en otras zonas menos contaminadas. Los recién nacidos que han estado más expuestos a la contaminación pueden llegar a pesar 30 gramos menos que el resto de bebés.
De todos los elementos contaminantes, los que más afectan al feto durante la gestación son las que miden menos de 2,5 micras (PM2,5), las más perjudiciales por su capacidad de penetrar en las vías aéreas. Estas partículas, según explican los autores del trabajo publicado en Pediatrics, influyen en el bebé tanto de manera directa, cuando es el propio feto el que está expuesto a ellas, como indirecta, cuando es la madre la que se ve perjudicada por la contaminación ambiental, lo que repercute en su hijo.
Para obtener estos resultados, que muestran una "pequeña aunque importante relación" entre las partículas contaminantes más finas y el peso de los neonatos, los investigadores midieron las concentraciones de PM2,5 y de monóxido de carbono (CO) en las zonas cercanas a las residencias de las madres que participaron en el estudio. El análisis se realizó a lo largo del año 2000.
Los niveles de contaminación se evaluaron durante los nueve meses de gestación y en el momento del nacimiento se comparó el tamaño y el peso de 18.247 bebés. Este método de análisis reveló que las partículas contaminantes más finas son las que perjudican la salud del niño. Sin embargo, este estudio no ha podido demostrar ninguna relación entre el monóxido de carbono y el peso de los pequeños.
Aunque el trabajo tiene algunas limitaciones que, según los autores, impiden establecer conclusiones definitivas sobre la asociación entre la calidad del aire y la salud, lo cierto es que "sí existe una relación significativa entre las PM2,5 y un menor peso de los recién nacidos".
En otros países
Los resultados del estudio coinciden con los de otras investigaciones internacionales. Trabajos similares realizados en Polonia, Beijing (China), Seúl (Corea del Sur), Sao Paulo (Brasil) o la República Checa han mostrado que los niños que estuvieron expuestos durante el embarazo a niveles de contaminación altos nacían con menor peso.
Además algunos de estos estudios señalan que después del nacimiento las concentraciones elevadas de contaminación ambiental pueden aumentar el riesgo de mortalidad infantil. Las partículas contaminantes de menos de 2,5 micras suelen proceder de fuentes de combustión como los coches y son las más tóxicas para la salud de las personas. Además de sus efectos sobre los bebés, estas sustancias causan problemas respiratorios.
Enlaces:
Natural causes explain most repeated unexpected infant deaths
http://www.thelancet.com/
Cinco factores medioambientales son los responsables de una de cada tres muertes de niños en Europa. Un estudio, que servirá de base para la Cuarta Conferencia Ministerial sobre Medioambiente y Salud que celebrará la OMS en Budapest (Hungría) la semana que viene, concluye que el 40% de las enfermedades globales relacionadas con el medio ambiente afectan a menores de cinco años.
"Aunque el informe incluye varias advertencias ominosas también abre una puerta a un futuro más sano para los niños europeos", afirma el doctor Marc Danzon, director regional en Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), principal promotor de la investigación. "Con el objetivo de saber qué intervenciones y estrategias hay que utilizar, primero los gobiernos deben ser capaces de determinar y comparar con precisión la magnitud de los riesgos", añade el especialista.
El nuevo informe, publicado en la última edición de The Lancet y avalado por la OMS, cumple con la función que demanda el responsable del organismo sanitario y ofrece una perspectiva única del coste sanitario asociada a las malas condiciones medioambientales.
Un complejo análisis
El estudio divide a Europa en tres regiones: zona A, integrada por 25 países -España entre ellos- y caracterizada por una mortalidad infantil y adulta muy baja; B, formada por 17 países que registran una baja mortalidad infantil y adulta y zona C, nueve países -Bielorrusia, Estonia, Kazajastán, Latvia, Lituania, República de Moldavia, Rusia y Ucrania) con una baja mortalida infantil pero una elevada tasa de fallecimientos entre la población adulta.
Los investigadores, del Instituto de Higiene y Epidemiología de la Universidad de Udine (Italia), analizaron el impacto de la insalubridad del agua, la contaminación del aire, la exposición al plomo y las lesiones en la mortalidad y la discapacidad infantil de cada región analizada.
Para ello ajustaron los datos procedentes de distintas investigaciones e instituciones, como el Banco Mundial, a un indicador formado por la combinación de años acortados por la mortalidad prematura y el número de años que una persona ha vivido enferma o con una discapacidad.
Globalmente, entre un 2% y un 6% de las muertes de niños menores de cuatro años se atribuye a la contaminación del aire. Respecto a la contaminación de espacios interiores, se relacionó estrechamente con las infecciones agudas del tracto respiratorio inferior y con un 4% de los fallecimientos. La inhalación de plomo se mostró como un factor de riesgo de retraso mental leve.
Los datos del estudio muestran que estos factores tienen un impacto mucho mayor en las zonas B y C que en la A. Los investigadores también indican que existen muchas incógnitas respecto a la evaluación del perjuicio producido por la contaminación exterior. "Las buenas noticias son que han salvado muchas vidas en zonas de la región [estudiada] donde se han adoptado fuertes políticas [medioambientales]", señala el doctor Roberto Bertollini, de la OMS.
Los nasciturus
Todavía no han visto el mundo que les espera ni conocen la cara de sus familiares pero, ya desde el mismo vientre materno, los bebés sufren los efectos de la contaminación atmosférica. El bajo peso al nacer y una pequeña estatura son dos de las consecuencias que padecen los recién nacidos por culpa de las exposición a partículas contaminantes.
Un estudio realizado por diversos centros nacionales de salud de Estados Unidos ha demostrado que las madres de California (EEUU) que viven en áreas con altas concentraciones de partículas contaminantes durante el embarazo suelen dar a luz a niños más pequeños que las mujeres que habitan en otras zonas menos contaminadas. Los recién nacidos que han estado más expuestos a la contaminación pueden llegar a pesar 30 gramos menos que el resto de bebés.
De todos los elementos contaminantes, los que más afectan al feto durante la gestación son las que miden menos de 2,5 micras (PM2,5), las más perjudiciales por su capacidad de penetrar en las vías aéreas. Estas partículas, según explican los autores del trabajo publicado en Pediatrics, influyen en el bebé tanto de manera directa, cuando es el propio feto el que está expuesto a ellas, como indirecta, cuando es la madre la que se ve perjudicada por la contaminación ambiental, lo que repercute en su hijo.
Para obtener estos resultados, que muestran una "pequeña aunque importante relación" entre las partículas contaminantes más finas y el peso de los neonatos, los investigadores midieron las concentraciones de PM2,5 y de monóxido de carbono (CO) en las zonas cercanas a las residencias de las madres que participaron en el estudio. El análisis se realizó a lo largo del año 2000.
Los niveles de contaminación se evaluaron durante los nueve meses de gestación y en el momento del nacimiento se comparó el tamaño y el peso de 18.247 bebés. Este método de análisis reveló que las partículas contaminantes más finas son las que perjudican la salud del niño. Sin embargo, este estudio no ha podido demostrar ninguna relación entre el monóxido de carbono y el peso de los pequeños.
Aunque el trabajo tiene algunas limitaciones que, según los autores, impiden establecer conclusiones definitivas sobre la asociación entre la calidad del aire y la salud, lo cierto es que "sí existe una relación significativa entre las PM2,5 y un menor peso de los recién nacidos".
En otros países
Los resultados del estudio coinciden con los de otras investigaciones internacionales. Trabajos similares realizados en Polonia, Beijing (China), Seúl (Corea del Sur), Sao Paulo (Brasil) o la República Checa han mostrado que los niños que estuvieron expuestos durante el embarazo a niveles de contaminación altos nacían con menor peso.
Además algunos de estos estudios señalan que después del nacimiento las concentraciones elevadas de contaminación ambiental pueden aumentar el riesgo de mortalidad infantil. Las partículas contaminantes de menos de 2,5 micras suelen proceder de fuentes de combustión como los coches y son las más tóxicas para la salud de las personas. Además de sus efectos sobre los bebés, estas sustancias causan problemas respiratorios.
Enlaces:
Natural causes explain most repeated unexpected infant deaths
http://www.thelancet.com/
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