Nueva Cultura del Agua
DECLARACIÓN EUROPEA POR UNA NUEVA CULTURA DEL AGUA
Vivimos tiempos de crisis en los que la comunidad internacional tiene que reflexionar y decidir sobre el modelo de gobernabilidad globalizada que debe asumirse en el siglo XXI. Se trata de afrontar la crisis de sostenibilidad, tanto social como ambiental, que se agrava día a día en el mundo.
En materia de aguas, la sistemática destrucción y degradación de los ecosistemas acuáticos y de los acuíferos tiene ya repercusiones sociales dramáticas. Los 1.100 millones de personas sin acceso garantizado a aguas potables y la grave quiebra del ciclo hidrológico y de la salud de ríos, lagos y humedales son caras de esa crisis de insostenibilidad.
Desde la vieja Europa, la positiva experiencia de superación de fronteras en marcha y el notable poder e influencia de la UE en el concierto internacional, deben llevarnos a asumir compromisos serios en la superación de esta crisis. El movimiento ciudadano por una Nueva Cultura del Agua nacido en la UE en los últimos años supone una notable referencia al respecto.
En este contexto, desde la comunidad científica, tenemos el deber moral de contribuir al desarrollo de esta Nueva Cultura con nuestros conocimientos y nuestro compromiso. La Declaración Europea por una Nueva Cultura del Agua supone una aportación en este sentido de un sector significativo y prestigioso de la comunidad científica europea, abierto a un amplio debate posterior, tanto en Europa como en el resto del mundo.
Resumen
El hecho de que más de 1.100 millones de personas no tengan garantizado el acceso al agua potable y de que más de 2.400 millones no tengan servicios básicos de saneamiento, mientras la salud de los ecosistemas acuáticos del planeta están al borde de la quiebra, ha sido el detonante de crecientes conflictos sociales y políticos en el mundo. Conseguir sostenibilidad, igualdad y gobernabilidad democrática en la gestión del agua es uno de los grandes retos de la comunidad internacional en el siglo XXI, en el que debe involucrarse la comunidad científica desde un esfuerzo de carácter interdisciplinar.
Para asumir este reto se precisan cambios radicales en nuestras escalas de valores, en nuestra concepción de la naturaleza, en nuestros principios éticos, y en nuestros estilos de vida; es decir, existe la necesidad de un cambio cultural que se reconoce como la Nueva Cultura del Agua. Una Nueva Cultura que debe asumir una visión holística y reconocer las múltiples dimensiones de valores éticos, medioambientales, sociales, económicos, políticos, y emocionales integrados en los ecosistemas acuáticos. Tomando como base el principio universal del respeto a la vida, los ríos, los lagos, las fuentes, los humedales y los acuíferos deben ser considerados como Patrimonio de la Biosfera y deben ser gestionados por las comunidades y las instituciones públicas para garantizar una gestión equitativa y sostenible.
En el siglo XX, el principio de dominio de la naturaleza ha llevado a enfoques productivistas en la gestión del agua. Las estrategias predominantes de oferta, basadas en grandes obras hidráulicas bajo subvención pública, nos han abocado a un uso irreflexivo de los recursos, mientras que la visión individualista en la gestión de las aguas subterráneas nos ha llevado a una falta de racionalidad colectiva. Estos enfoques productivistas han entrado en crisis debido a:
La quiebra del ciclo del agua y la degradación de los sistemas acuáticos como resultado de las grandes infraestructuras hidráulicas, la derivación de caudales, la contaminación del agua, y la desecación de los humedales;
La explotación excesiva y la degradación de los acuíferos subterráneos;
El empeoramiento de la calidad del agua (especialmente por contaminación difusa) con un impacto devastador en la salud pública, particularmente en los países en desarrollo y las comunidades pobres del mundo;
Conflictos sociales derivados de la falta de acceso a aguas salubres y servicios básicos de saneamiento, así como al desplazamiento masivo de poblaciones por grandes obras hidráulicas;
Problemas de ineficiencia e irracionalidad económica derivados de las estrategias de oferta
Una crisis de gobernabilidad debida a:
la falta de consenso en relación a los principios y a valores éticos en los que debe basarse el diseño e implementación de las políticas de aguas.
la indefensión ciudadana por debilidad de los sistemas democráticos en lo que se refiere a la participación ciudadana tanto en el diseño, como en el desarrollo y seguimiento de estas políticas.
Alicia Lafuente
Declaración Europea por una Nueva Cultura del Agua
Fundación Nueva Cultura del Agua
C/ Pedro Cerbuna, nº 12, 4º dcha
50009 Zaragoza
Tfno: +34 976 76 14 88
http://euwater.unizar.es
Vivimos tiempos de crisis en los que la comunidad internacional tiene que reflexionar y decidir sobre el modelo de gobernabilidad globalizada que debe asumirse en el siglo XXI. Se trata de afrontar la crisis de sostenibilidad, tanto social como ambiental, que se agrava día a día en el mundo.
En materia de aguas, la sistemática destrucción y degradación de los ecosistemas acuáticos y de los acuíferos tiene ya repercusiones sociales dramáticas. Los 1.100 millones de personas sin acceso garantizado a aguas potables y la grave quiebra del ciclo hidrológico y de la salud de ríos, lagos y humedales son caras de esa crisis de insostenibilidad.
Desde la vieja Europa, la positiva experiencia de superación de fronteras en marcha y el notable poder e influencia de la UE en el concierto internacional, deben llevarnos a asumir compromisos serios en la superación de esta crisis. El movimiento ciudadano por una Nueva Cultura del Agua nacido en la UE en los últimos años supone una notable referencia al respecto.
En este contexto, desde la comunidad científica, tenemos el deber moral de contribuir al desarrollo de esta Nueva Cultura con nuestros conocimientos y nuestro compromiso. La Declaración Europea por una Nueva Cultura del Agua supone una aportación en este sentido de un sector significativo y prestigioso de la comunidad científica europea, abierto a un amplio debate posterior, tanto en Europa como en el resto del mundo.
Resumen
El hecho de que más de 1.100 millones de personas no tengan garantizado el acceso al agua potable y de que más de 2.400 millones no tengan servicios básicos de saneamiento, mientras la salud de los ecosistemas acuáticos del planeta están al borde de la quiebra, ha sido el detonante de crecientes conflictos sociales y políticos en el mundo. Conseguir sostenibilidad, igualdad y gobernabilidad democrática en la gestión del agua es uno de los grandes retos de la comunidad internacional en el siglo XXI, en el que debe involucrarse la comunidad científica desde un esfuerzo de carácter interdisciplinar.
Para asumir este reto se precisan cambios radicales en nuestras escalas de valores, en nuestra concepción de la naturaleza, en nuestros principios éticos, y en nuestros estilos de vida; es decir, existe la necesidad de un cambio cultural que se reconoce como la Nueva Cultura del Agua. Una Nueva Cultura que debe asumir una visión holística y reconocer las múltiples dimensiones de valores éticos, medioambientales, sociales, económicos, políticos, y emocionales integrados en los ecosistemas acuáticos. Tomando como base el principio universal del respeto a la vida, los ríos, los lagos, las fuentes, los humedales y los acuíferos deben ser considerados como Patrimonio de la Biosfera y deben ser gestionados por las comunidades y las instituciones públicas para garantizar una gestión equitativa y sostenible.
En el siglo XX, el principio de dominio de la naturaleza ha llevado a enfoques productivistas en la gestión del agua. Las estrategias predominantes de oferta, basadas en grandes obras hidráulicas bajo subvención pública, nos han abocado a un uso irreflexivo de los recursos, mientras que la visión individualista en la gestión de las aguas subterráneas nos ha llevado a una falta de racionalidad colectiva. Estos enfoques productivistas han entrado en crisis debido a:
La quiebra del ciclo del agua y la degradación de los sistemas acuáticos como resultado de las grandes infraestructuras hidráulicas, la derivación de caudales, la contaminación del agua, y la desecación de los humedales;
La explotación excesiva y la degradación de los acuíferos subterráneos;
El empeoramiento de la calidad del agua (especialmente por contaminación difusa) con un impacto devastador en la salud pública, particularmente en los países en desarrollo y las comunidades pobres del mundo;
Conflictos sociales derivados de la falta de acceso a aguas salubres y servicios básicos de saneamiento, así como al desplazamiento masivo de poblaciones por grandes obras hidráulicas;
Problemas de ineficiencia e irracionalidad económica derivados de las estrategias de oferta
Una crisis de gobernabilidad debida a:
la falta de consenso en relación a los principios y a valores éticos en los que debe basarse el diseño e implementación de las políticas de aguas.
la indefensión ciudadana por debilidad de los sistemas democráticos en lo que se refiere a la participación ciudadana tanto en el diseño, como en el desarrollo y seguimiento de estas políticas.
Alicia Lafuente
Declaración Europea por una Nueva Cultura del Agua
Fundación Nueva Cultura del Agua
C/ Pedro Cerbuna, nº 12, 4º dcha
50009 Zaragoza
Tfno: +34 976 76 14 88
http://euwater.unizar.es
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