Lunes, día 21 de marzo - Día Forestal
PASIÓN POR LOS ÁRBOLES
Artículo de Álvaro Monzón Santana, Colectivo Turcón-Ecologistas en Acción
Hoy es el Día Forestal Mundial, una fecha que coincide con el primer día de otoño en el hemisferio sur y el primero de primavera en el hemisferio norte. Un día para recordar la importancia de los árboles, de los bosques y su gestión sostenible.
Nada es lindo ni arrogante
en tu porte, ni guerrero.
Brotas derecha o torcida
con esa humildad que cede
sólo a la ley de la vida,
que es vivir como se puede.
El campo mismo se hizo
árbol en ti, parda encina.
La encina, el árbol más representativo del bosque mediterráneo, no podía faltar en los versos de Antonio Machado. Un poeta de hábitos solitarios, austeros, profunda alma y cuyos más remotos recuerdos están ligados al ciclo vital de la naturaleza. Desde el griego Homero (Siglo IX a.C.) hasta los mas contemporáneos, todos han cantado a la naturaleza, a su armonía, al sol y a los mares pero quizás, Machado sea el español que ha dejado una huella en la musa poética relacionada con los árboles.
Hay de todos los tamaños, grandes, gruesos, delgados. De hojas perennes o caducifolias. Están agujereados de nidos, tienen cuevas para las aves y alimento para los animales trepadores. Ellos por si solo constituyen un bosque. Hoy más que nunca hay que recordar las funciones de los árboles y de los bosques que protegen a la biodiversidad, evitan la erosión, regulan el ciclo hidrológico, retienen el carbono y frenan el cambio climático. En la ciudad, nos proporcionan sombra, depuran el aire contaminado, y cobijan a los pequeños pájaros y numerosos invertebrados.
Entre el 50 y el 90 por ciento de todas las especies terrestres habitan en los bosques. Sólo la frontera forestal (los 13,5 millones de km2 de bosques primarios que aún quedan en el mundo) almacena 433.000 millones de toneladas de carbono, cifra equivalente a las emisiones de dióxido por la quema de combustibles fósiles y producción de cemento durante los próximos 70 años. Ni que decir tiene que la deforestación agravará el cambio climático causado por las emisiones de gases de invernadero. La opción más barata y lógica para mitigar el cambio climático es conservar esa frontera forestal. Los bosques primarios son el hogar de más de 50 millones de personas pertenecientes a comunidades indígenas.
Más del 75 por ciento de la frontera forestal del mundo está en tres grandes áreas: los bosques boreales de Canadá y Alaska, los bosques boreales de Rusia, y los bosques tropicales de la Amazonia y el escudo de las Guayanas. Sólo ocho países, Brasil, Surinam, Guyana, Canadá, Colombia, Venezuela, Rusia y Guayana Francesa, tienen grandes porciones de sus bosques originales en inmensos bloques ininterrumpidos. Otros países que han perdido buena parte de sus bosques originales, como Indonesia, Estados Unidos y Congo, aún tienen áreas de frontera en virtud de su tamaño. Setenta y seis países no tienen ningún bosque de frontera; otros 11 están a punto de perderla. En Europa sólo queda el 0,3 por ciento del bosque original en grandes áreas ininterrumpidas (Suecia y Finlandia).
Acercándome a la isla de Gran Canaria no fue hasta el año 1953 cuando se afrontó una política decidida en cuanto a la reforestación (Real Decreto de Repoblación Obligatoria para la cumbre de Gran Canaria). Hasta ese momento la repoblación era testimonial con pino canario en Tamadaba, y eucalipto blanco y castaños en montes particulares.
Las cuestiones forestales en la actualidad deben afrontarse en varios escenarios. A mi entender, el primero de ellos, en lo normativo con la redacción de unas Directrices generales forestales para toda Canarias, además de un Plan Insular forestal para esta isla, incorporándose también en los documentos de planificación de los Espacios Naturales Protegidos recomendaciones y orientaciones para la repoblación de especies autóctonas, y siempre buscándose el máximo beneficio para la biodiversidad canaria en su conjunto, alejándose de criterios unifuncionales y sectoriales.
El otro escenario son las ayudas económicas de los Fondos FEOGA que provienen de la Unión Europea y gestiona el Gobierno de Canarias. Se debería hacer una fuerte promoción de estos fondos para estimular a los propietarios que tienen tierras agrícolas abandonadas y que pueden contribuir a mejorar y ampliar la masa arbórea de la isla. Estos fondos económicos están pasando desapercibidos, o bien por las enormes trabas burocráticas o por la falta de información que de ellos se tiene.
Finalmente, y en aras a ampliar los escasos recursos forestales que existen en esta Isla (las cifran hablan por si solas: la relación árboles/habitantes en Canarias es de 27; y en comparación, por ejemplo en Cantabria es de 280 árboles/habitante), se hace necesario incentivar las repoblaciones, pero existe un gran obstáculo relacionado con la propiedad del suelo (el 90% de la isla es suelo privado), por tanto hay que buscar cauces públicos de barrancos para ampliar los bosques de galerías; o por ejemplo, crear pasillos verdes aprovechando las carreteras; aspirar en Gran Canaria a una auténtica corona forestal donde se favorezca los tránsitos de la avifauna e intercambios genéticos.
Pero también debemos, ahora que ha entrado en vigor el Protocolo de Kioto, buscar nuevos mecanismos fiscales para alentar y bonificar a propietarios de suelo abandonados, susceptibles de repoblar con especies arbóreas. La administración y los gobiernos tienen que comenzar a plantearse el asunto de bonificaciones fiscales en los impuestos sobre la renta, en la contribución rústica, en el impuesto de sucesiones, RIC, etc (País Vasco y Navarra son comunidades pioneras en estos campos del fomento forestal). Todo ello, en aras de que los propietarios privados puedan donar su suelo para fines forestales sin cambiar la titularidad del terreno.
El ser humano tiene en sus manos un compromiso con las generaciones venideras para devolverles el bosque grancanario de lauráceas, que cubría todo el lado norte de la Isla desde Agaete a Tenteniguada-, y que nunca se debió destruir.
Artículo de Álvaro Monzón Santana, Colectivo Turcón-Ecologistas en Acción
Hoy es el Día Forestal Mundial, una fecha que coincide con el primer día de otoño en el hemisferio sur y el primero de primavera en el hemisferio norte. Un día para recordar la importancia de los árboles, de los bosques y su gestión sostenible.
Nada es lindo ni arrogante
en tu porte, ni guerrero.
Brotas derecha o torcida
con esa humildad que cede
sólo a la ley de la vida,
que es vivir como se puede.
El campo mismo se hizo
árbol en ti, parda encina.
La encina, el árbol más representativo del bosque mediterráneo, no podía faltar en los versos de Antonio Machado. Un poeta de hábitos solitarios, austeros, profunda alma y cuyos más remotos recuerdos están ligados al ciclo vital de la naturaleza. Desde el griego Homero (Siglo IX a.C.) hasta los mas contemporáneos, todos han cantado a la naturaleza, a su armonía, al sol y a los mares pero quizás, Machado sea el español que ha dejado una huella en la musa poética relacionada con los árboles.
Hay de todos los tamaños, grandes, gruesos, delgados. De hojas perennes o caducifolias. Están agujereados de nidos, tienen cuevas para las aves y alimento para los animales trepadores. Ellos por si solo constituyen un bosque. Hoy más que nunca hay que recordar las funciones de los árboles y de los bosques que protegen a la biodiversidad, evitan la erosión, regulan el ciclo hidrológico, retienen el carbono y frenan el cambio climático. En la ciudad, nos proporcionan sombra, depuran el aire contaminado, y cobijan a los pequeños pájaros y numerosos invertebrados.
Entre el 50 y el 90 por ciento de todas las especies terrestres habitan en los bosques. Sólo la frontera forestal (los 13,5 millones de km2 de bosques primarios que aún quedan en el mundo) almacena 433.000 millones de toneladas de carbono, cifra equivalente a las emisiones de dióxido por la quema de combustibles fósiles y producción de cemento durante los próximos 70 años. Ni que decir tiene que la deforestación agravará el cambio climático causado por las emisiones de gases de invernadero. La opción más barata y lógica para mitigar el cambio climático es conservar esa frontera forestal. Los bosques primarios son el hogar de más de 50 millones de personas pertenecientes a comunidades indígenas.
Más del 75 por ciento de la frontera forestal del mundo está en tres grandes áreas: los bosques boreales de Canadá y Alaska, los bosques boreales de Rusia, y los bosques tropicales de la Amazonia y el escudo de las Guayanas. Sólo ocho países, Brasil, Surinam, Guyana, Canadá, Colombia, Venezuela, Rusia y Guayana Francesa, tienen grandes porciones de sus bosques originales en inmensos bloques ininterrumpidos. Otros países que han perdido buena parte de sus bosques originales, como Indonesia, Estados Unidos y Congo, aún tienen áreas de frontera en virtud de su tamaño. Setenta y seis países no tienen ningún bosque de frontera; otros 11 están a punto de perderla. En Europa sólo queda el 0,3 por ciento del bosque original en grandes áreas ininterrumpidas (Suecia y Finlandia).
Acercándome a la isla de Gran Canaria no fue hasta el año 1953 cuando se afrontó una política decidida en cuanto a la reforestación (Real Decreto de Repoblación Obligatoria para la cumbre de Gran Canaria). Hasta ese momento la repoblación era testimonial con pino canario en Tamadaba, y eucalipto blanco y castaños en montes particulares.
Las cuestiones forestales en la actualidad deben afrontarse en varios escenarios. A mi entender, el primero de ellos, en lo normativo con la redacción de unas Directrices generales forestales para toda Canarias, además de un Plan Insular forestal para esta isla, incorporándose también en los documentos de planificación de los Espacios Naturales Protegidos recomendaciones y orientaciones para la repoblación de especies autóctonas, y siempre buscándose el máximo beneficio para la biodiversidad canaria en su conjunto, alejándose de criterios unifuncionales y sectoriales.
El otro escenario son las ayudas económicas de los Fondos FEOGA que provienen de la Unión Europea y gestiona el Gobierno de Canarias. Se debería hacer una fuerte promoción de estos fondos para estimular a los propietarios que tienen tierras agrícolas abandonadas y que pueden contribuir a mejorar y ampliar la masa arbórea de la isla. Estos fondos económicos están pasando desapercibidos, o bien por las enormes trabas burocráticas o por la falta de información que de ellos se tiene.
Finalmente, y en aras a ampliar los escasos recursos forestales que existen en esta Isla (las cifran hablan por si solas: la relación árboles/habitantes en Canarias es de 27; y en comparación, por ejemplo en Cantabria es de 280 árboles/habitante), se hace necesario incentivar las repoblaciones, pero existe un gran obstáculo relacionado con la propiedad del suelo (el 90% de la isla es suelo privado), por tanto hay que buscar cauces públicos de barrancos para ampliar los bosques de galerías; o por ejemplo, crear pasillos verdes aprovechando las carreteras; aspirar en Gran Canaria a una auténtica corona forestal donde se favorezca los tránsitos de la avifauna e intercambios genéticos.
Pero también debemos, ahora que ha entrado en vigor el Protocolo de Kioto, buscar nuevos mecanismos fiscales para alentar y bonificar a propietarios de suelo abandonados, susceptibles de repoblar con especies arbóreas. La administración y los gobiernos tienen que comenzar a plantearse el asunto de bonificaciones fiscales en los impuestos sobre la renta, en la contribución rústica, en el impuesto de sucesiones, RIC, etc (País Vasco y Navarra son comunidades pioneras en estos campos del fomento forestal). Todo ello, en aras de que los propietarios privados puedan donar su suelo para fines forestales sin cambiar la titularidad del terreno.
El ser humano tiene en sus manos un compromiso con las generaciones venideras para devolverles el bosque grancanario de lauráceas, que cubría todo el lado norte de la Isla desde Agaete a Tenteniguada-, y que nunca se debió destruir.
1 comentario
Anónimo -
todavia hay alguien que no se ha dado de cuenta que los arboles estan vivos y que les duele el daño que se les hace y que a la misma vez nos hacemos daño a nosotros
un saludo a todos los que cuidan la nateraleza y tambien a los que no la cuidan porque un dia se daran cuenta que los arboles no estan sólo de adorno