La Tierra soportará en el 2030 el doble de automóviles que ahora,
La Tierra soportará en el 2030 el doble de automóviles que ahora, advierte el FMI
27 abr (CanalEmpresaSostenible/La Vanguardia)
Pero casi nadie reparó ese día en las últimas previsiones sobre la generalización de los vehículos de carretera incluida en el mismo informe.
Los economistas del FMI calculan que el número de coches, camiones y autobuses se doblará en los próximos 25 años en el mundo, hasta situarse en 1.660 millones en el año 2030 frente a 750 millones en el 2002. En los países ricos, pese a que ya casi toda familia tiene al menos un coche, subirá de 630 a 920 millones.
Pero el dato más impactante es el crecimiento explosivo del automóvil en los países que hasta ahora se han considerado pobres. En China, un país que convirtió las bicicletas negras en un símbolo de su comunismo gris, se prevé que el número de automóviles en circulación se disparará de 20 millones en el 2002 hasta 387 millones en el 2030, hasta disponer del 23% del total mundial, frente al 3% actual. Habrá 740 millones de coches en todos los países en desarrollo en el 2030.
El Fondo no analiza el impacto medioambiental de esta tendencia, pero son pocos los que dudan de que hay más que motivos para pensar. Ken Newcombe, responsable de desarrollo sostenible del Banco Mundial, advirtió en una entrevista el pasado viernes que 'simplemente no es una opción medioambientalmente factible que China o India vayan por el mismo camino que Estados Unidos'. Esta evolución 'generaría problemas para su propio medio ambiente y tiene una dimensión global' debido al carácter global del efecto invernadero. Se refería así al nuevo sueño suburbano de coche 4x4, a la casa unifamiliar alejada de los núcleos urbanos y al inexistente transporte publico imperante en EE.UU. 'El coste energético de mover a una persona en un coche particular es diez veces mayor que en transporte colectivo', añade Newcombe.
Es un ejemplo de cómo el milagro economico del capitalismo asiático empiezan a generar gigantescos interrogantes respecto al medio ambiente a escala mundial. China -y en menor medida India- ha logrado controlar el vertiginoso crecimiento demográfico que se consideraba una bomba de relojeria malthusiana hace pocos años. La población china crecerá sólo el 0,6% en los próximos 10 años para situarse en 1.300 millones en el 2015. India crece más y tendrá 1.200 millones en el 2015. En el 2050, se prevé que la población mundial tocará techo en torno a 9.000 millones de habitantes -8.000 millones vivirán en los países en desarrollo-, bastante menos de lo que se podía pensar extrapolando las tendencias de hace 20 años.
Pero, como advierte el investigador multidisciplinar Jared Diamond en su nuevo libro Collapse, el número de habitantes en sí no es un indicador demasiado relevante. Lo verdaderamente significativo son los efectos ambientales que producen la explotación de recursos naturales (energía de hidrocarburos, por ejemplo) y los vertidos. En estos momentos, el ciudadano medio de EE.UU., la UE o Japón produce un impacto ambiental 32 veces mayor que su homólogo en los países en desarrollo. Pero 'la gente de impacto bajo se convierte en gente de impacto alto', dice Diamond, 'en parte porque países como China e India crecen muy rápido y grandes segmentos de sus poblaciones empiezan adoptar costumbres de consumo parecidos a los países ricos y, en parte, porque millones de ciudadanos pobres de bajo impacto han emigrado a los países ricos y allí su impacto se multiplica'.
El Banco Mundial prevé que la renta de los países en desarrollo en el 2050 -con sus dos gigantes China e India- será dos veces mayor que lo que se produce hoy en día en los países ricos. Según los cálculos de Diamond, si todos los países en desarrollo alcanzasen niveles de renta equiparables a EE.UU, Europa y Japón, el impacto sobre el medio ambiente de la población mundial se multiplicaría por 12 frente a la situación actual. Aunque sólo China alcanzase niveles de vida del mundo desarrollado, el impacto se duplicaría. Newcombe dice que el colapso ambiental del que Diamond advierte en su libro 'no es inconcebible como escenario'.
Por Andy Robinson (La Vanguardia).
27 abr (CanalEmpresaSostenible/La Vanguardia)
Pero casi nadie reparó ese día en las últimas previsiones sobre la generalización de los vehículos de carretera incluida en el mismo informe.
Los economistas del FMI calculan que el número de coches, camiones y autobuses se doblará en los próximos 25 años en el mundo, hasta situarse en 1.660 millones en el año 2030 frente a 750 millones en el 2002. En los países ricos, pese a que ya casi toda familia tiene al menos un coche, subirá de 630 a 920 millones.
Pero el dato más impactante es el crecimiento explosivo del automóvil en los países que hasta ahora se han considerado pobres. En China, un país que convirtió las bicicletas negras en un símbolo de su comunismo gris, se prevé que el número de automóviles en circulación se disparará de 20 millones en el 2002 hasta 387 millones en el 2030, hasta disponer del 23% del total mundial, frente al 3% actual. Habrá 740 millones de coches en todos los países en desarrollo en el 2030.
El Fondo no analiza el impacto medioambiental de esta tendencia, pero son pocos los que dudan de que hay más que motivos para pensar. Ken Newcombe, responsable de desarrollo sostenible del Banco Mundial, advirtió en una entrevista el pasado viernes que 'simplemente no es una opción medioambientalmente factible que China o India vayan por el mismo camino que Estados Unidos'. Esta evolución 'generaría problemas para su propio medio ambiente y tiene una dimensión global' debido al carácter global del efecto invernadero. Se refería así al nuevo sueño suburbano de coche 4x4, a la casa unifamiliar alejada de los núcleos urbanos y al inexistente transporte publico imperante en EE.UU. 'El coste energético de mover a una persona en un coche particular es diez veces mayor que en transporte colectivo', añade Newcombe.
Es un ejemplo de cómo el milagro economico del capitalismo asiático empiezan a generar gigantescos interrogantes respecto al medio ambiente a escala mundial. China -y en menor medida India- ha logrado controlar el vertiginoso crecimiento demográfico que se consideraba una bomba de relojeria malthusiana hace pocos años. La población china crecerá sólo el 0,6% en los próximos 10 años para situarse en 1.300 millones en el 2015. India crece más y tendrá 1.200 millones en el 2015. En el 2050, se prevé que la población mundial tocará techo en torno a 9.000 millones de habitantes -8.000 millones vivirán en los países en desarrollo-, bastante menos de lo que se podía pensar extrapolando las tendencias de hace 20 años.
Pero, como advierte el investigador multidisciplinar Jared Diamond en su nuevo libro Collapse, el número de habitantes en sí no es un indicador demasiado relevante. Lo verdaderamente significativo son los efectos ambientales que producen la explotación de recursos naturales (energía de hidrocarburos, por ejemplo) y los vertidos. En estos momentos, el ciudadano medio de EE.UU., la UE o Japón produce un impacto ambiental 32 veces mayor que su homólogo en los países en desarrollo. Pero 'la gente de impacto bajo se convierte en gente de impacto alto', dice Diamond, 'en parte porque países como China e India crecen muy rápido y grandes segmentos de sus poblaciones empiezan adoptar costumbres de consumo parecidos a los países ricos y, en parte, porque millones de ciudadanos pobres de bajo impacto han emigrado a los países ricos y allí su impacto se multiplica'.
El Banco Mundial prevé que la renta de los países en desarrollo en el 2050 -con sus dos gigantes China e India- será dos veces mayor que lo que se produce hoy en día en los países ricos. Según los cálculos de Diamond, si todos los países en desarrollo alcanzasen niveles de renta equiparables a EE.UU, Europa y Japón, el impacto sobre el medio ambiente de la población mundial se multiplicaría por 12 frente a la situación actual. Aunque sólo China alcanzase niveles de vida del mundo desarrollado, el impacto se duplicaría. Newcombe dice que el colapso ambiental del que Diamond advierte en su libro 'no es inconcebible como escenario'.
Por Andy Robinson (La Vanguardia).
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