Las academias de ciencias urgen al G-8 a afrontar el cambio climático y la pobreza de África
El País, 12-06-2005
Once academias nacionales de ciencias, incluidas las de los países más desarrollados del mundo, han firmado dos manifiestos para convencer a sus líderes políticos de la realidad del cambio climático, de sus revisibles consecuencias catastróficas y de la necesidad urgente de acordar acciones para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero que lo causan. Los científicos van a ejercer su presión sobre el G-8, que celebrará su cumbre
anual el mes que viene en Escocia, pero también advierten del rápido crecimiento de las emisiones en China, India y Brasil. Y consideran imprescindible que los países ricos apoyen con decisión el desarrollo científico de África, la gran víctima del cambio climático.
El cambio climático existe. Alteraciones aparentemente insignificantes en la temperatura global de la Tierra están teniendo ya consecuencias alarmantes. Hay que actuar ya, porque una pequeña decisión ahora sería mucho más efectiva que una gran decisión más adelante, cuando el problema sea gigantesco. Por eso, 11 academias mundiales de las ciencias han publicado esta semana dos manifiestos que urgen a los países más poderosos de la Tierra a frenar el cambio climático y a desarrollar la ciencia y la tecnología en una de las áreas que saldrán más perjudicadas por él, la paupérrima África.
Son las academias de las ciencias de los países del Grupo de los Ocho (G-8), los ocho países más industrializados del planeta, que se reunirán a principios de julio en Gleneagles (Escocia), en su cumbre anual de jefes de Estado o de Gobierno. Los máximos mandatarios de Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Rusia darán entrada también a sus homólogos de China, India y Brasil, las tres grandes economías emergentes, para discutir cómo frenar el cambio climático. Las academias de las ciencias de esos 11 países han suscrito un documento conjunto, titulado Respuesta global al cambio climático, en el que piden a los políticos que reconozcan el problema y se pongan manos a la obra.
En numerosas ocasiones las grandes potencias se han escudado en la falta de pruebas sobre el cambio climático para no tomar decisiones. Los científicos proclaman que hay ya "numerosas evidencias de que está ocurriendo un
significativo calentamiento global", como señalan las mediciones en la superficie terrestre y los océanos, que están provocando fenómenos como un incremento del nivel del mar, el retraimiento de los glaciares y cambios en
los sistemas físicos y geológicos. Ese calentamiento es consecuencia de la actividad humana "y ha llevado ya a cambios en el clima de la Tierra".
Los gases de efecto invernadero en la atmósfera "son esenciales, y su ausencia provocaría un descenso de 30 grados en la temperatura de la Tierra", reconocen, "pero las actividades humanas están causando ahora concentraciones atmosféricas de esos gases -dióxido de carbono, metano, ozono troposférico, óxido nítrico y otros- que se elevan muy por encima de los niveles preindustriales". Como consecuencia de ello, "la temperatura de la superficie de la Tierra ha aumentado 0,6 grados a lo largo del siglo XX" y "continuará incrementándose entre 1,4 y 5,8 grados por encima de los niveles de 1990 para el año 2100".
Los científicos consideran "vital que todas las naciones identifiquen qué pasos pueden dar hoy" para provocar una reducción sustancial a largo plazo de las emisiones, y puntualizan que la ausencia de una "certidumbre
absoluta" sobre algunos aspectos del cambio climático no es una razón para retrasar la puesta en marcha de medidas preventivas "con un coste razonable".
Las necesidades energéticas de las economías en desarrollo van a aumentar por lo menos un 60% en los próximos 25 años, y el 85% de esa energía va a proceder de combustibles fósiles como el petróleo, que son los causantes de
la mayoría de las emisiones de dióxido de carbono (CO2). "Hay numerosas opciones tecnológicas potenciales a un coste razonable que pueden contribuir a estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero".
El sistema climático de la Tierra responde con gran lentitud a los cambios en las concentraciones de esos gases. Incluso si las emisiones se estabilizaran de forma instantánea en los niveles actuales, "el clima seguiría cambiando a medida que se adapta a las emisiones de las últimas décadas", constatan. "Va a haber más cambios, eso es inevitable. Y las naciones tienen que prepararse para ellos", alertan los científicos.
El cambio climático tendrá tanto efectos negativos como positivos a nivel regional, por ejemplo en lo que se refiere a los recursos acuáticos, los ecosistemas naturales y la salud humana, pero "cuanto mayor y más rápido sea el cambio, más probabilidades hay de que predominen las consecuencias negativas". Un aumento de las temperaturas "incrementará la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos como las olas de calor y las lluvias torrenciales" y llevará a largo plazo al deshielo de gran parte de los polos, elevando el nivel del mar entre 10 y 90 centímetros, lo que bastaría para hacer desaparecer países como Bangladesh. Son los países más pobres los que más sufrirán el cambio climático porque carecen de infraestructuras para atenuar su impacto.
El manifiesto acaba con un llamamiento directo "a los líderes del mundo, incluyendo a aquellos que se van a reunir en Gleneagles en la cumbre del G-8 en julio de 2005" para que:
- Reconozcan que la amenaza del cambio climático es real y va en aumento.
- Lancen un estudio internacional para explorar científicamente objetivos para las concentraciones de gases de efecto invernadero.
- Identifiquen medidas que puedan contribuir a una reducción sustancial y a largo plazo en las emisiones netas globales de gases de efecto invernadero.
- Trabajen con las naciones en desarrollo para edificar la capacidad científica y tecnológica que mejor se adapte a sus circunstancias, permitiéndoles desarrollar soluciones innovadoras para mitigar y afrontar los efectos adversos del cambio climático.
- Muestren liderazgo en el desarrollo y despliegue de tecnologías energéticas limpias y la promoción de la eficiencia energética, y compartan esa tecnología con las demás naciones.
- Movilicen a la comunidad científica y tecnológica para intensificar los esfuerzos de investigación y desarrollo que pueden ayudar a tomar mejores decisiones sobre el cambio climático.
En paralelo, las academias científicas de los países del G-8 han lanzado un segundo manifiesto, Ciencia y tecnología para el desarrollo de África, firmado también por la red de academias africanas de ciencia. En esta red participan la Academia Africana de Ciencias y las academias de Camerún, Gana, Kenia, Madagascar, Nigeria, Senegal y Suráfrica.
Este segundo manifiesto subraya "la importancia fundamental de la ciencia, la tecnología y la innovación para abordar una amplia gama de problemas que afrontan África y otras regiones en desarrollo", a un nivel semejante al de cuestiones como el buen gobierno, la seguridad o el comercio.
Los países africanos "tienen que ser capaces de desarrollar, adaptar y explotar soluciones científicas y tecnológicas apropiadas a sus necesidades específicas", porque si no aumentarán su dependencia del mundo desarrollado. Y para lograr eso tiene que haber inversiones en la capacidad tecnológica de cada país, se tienen que revitalizar las universidades africanas y tiene que haber programas internacionales de asistencia.
La financiación es una cuestión particularmente crítica. "Hay que identificar fondos específicos para ciencia, tecnología y desarrollo de la capacidad de innovación en África", dice el manifiesto. "Sin el capital necesario, nada puede cambiar".
Once academias nacionales de ciencias, incluidas las de los países más desarrollados del mundo, han firmado dos manifiestos para convencer a sus líderes políticos de la realidad del cambio climático, de sus revisibles consecuencias catastróficas y de la necesidad urgente de acordar acciones para frenar las emisiones de gases de efecto invernadero que lo causan. Los científicos van a ejercer su presión sobre el G-8, que celebrará su cumbre
anual el mes que viene en Escocia, pero también advierten del rápido crecimiento de las emisiones en China, India y Brasil. Y consideran imprescindible que los países ricos apoyen con decisión el desarrollo científico de África, la gran víctima del cambio climático.
El cambio climático existe. Alteraciones aparentemente insignificantes en la temperatura global de la Tierra están teniendo ya consecuencias alarmantes. Hay que actuar ya, porque una pequeña decisión ahora sería mucho más efectiva que una gran decisión más adelante, cuando el problema sea gigantesco. Por eso, 11 academias mundiales de las ciencias han publicado esta semana dos manifiestos que urgen a los países más poderosos de la Tierra a frenar el cambio climático y a desarrollar la ciencia y la tecnología en una de las áreas que saldrán más perjudicadas por él, la paupérrima África.
Son las academias de las ciencias de los países del Grupo de los Ocho (G-8), los ocho países más industrializados del planeta, que se reunirán a principios de julio en Gleneagles (Escocia), en su cumbre anual de jefes de Estado o de Gobierno. Los máximos mandatarios de Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Rusia darán entrada también a sus homólogos de China, India y Brasil, las tres grandes economías emergentes, para discutir cómo frenar el cambio climático. Las academias de las ciencias de esos 11 países han suscrito un documento conjunto, titulado Respuesta global al cambio climático, en el que piden a los políticos que reconozcan el problema y se pongan manos a la obra.
En numerosas ocasiones las grandes potencias se han escudado en la falta de pruebas sobre el cambio climático para no tomar decisiones. Los científicos proclaman que hay ya "numerosas evidencias de que está ocurriendo un
significativo calentamiento global", como señalan las mediciones en la superficie terrestre y los océanos, que están provocando fenómenos como un incremento del nivel del mar, el retraimiento de los glaciares y cambios en
los sistemas físicos y geológicos. Ese calentamiento es consecuencia de la actividad humana "y ha llevado ya a cambios en el clima de la Tierra".
Los gases de efecto invernadero en la atmósfera "son esenciales, y su ausencia provocaría un descenso de 30 grados en la temperatura de la Tierra", reconocen, "pero las actividades humanas están causando ahora concentraciones atmosféricas de esos gases -dióxido de carbono, metano, ozono troposférico, óxido nítrico y otros- que se elevan muy por encima de los niveles preindustriales". Como consecuencia de ello, "la temperatura de la superficie de la Tierra ha aumentado 0,6 grados a lo largo del siglo XX" y "continuará incrementándose entre 1,4 y 5,8 grados por encima de los niveles de 1990 para el año 2100".
Los científicos consideran "vital que todas las naciones identifiquen qué pasos pueden dar hoy" para provocar una reducción sustancial a largo plazo de las emisiones, y puntualizan que la ausencia de una "certidumbre
absoluta" sobre algunos aspectos del cambio climático no es una razón para retrasar la puesta en marcha de medidas preventivas "con un coste razonable".
Las necesidades energéticas de las economías en desarrollo van a aumentar por lo menos un 60% en los próximos 25 años, y el 85% de esa energía va a proceder de combustibles fósiles como el petróleo, que son los causantes de
la mayoría de las emisiones de dióxido de carbono (CO2). "Hay numerosas opciones tecnológicas potenciales a un coste razonable que pueden contribuir a estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero".
El sistema climático de la Tierra responde con gran lentitud a los cambios en las concentraciones de esos gases. Incluso si las emisiones se estabilizaran de forma instantánea en los niveles actuales, "el clima seguiría cambiando a medida que se adapta a las emisiones de las últimas décadas", constatan. "Va a haber más cambios, eso es inevitable. Y las naciones tienen que prepararse para ellos", alertan los científicos.
El cambio climático tendrá tanto efectos negativos como positivos a nivel regional, por ejemplo en lo que se refiere a los recursos acuáticos, los ecosistemas naturales y la salud humana, pero "cuanto mayor y más rápido sea el cambio, más probabilidades hay de que predominen las consecuencias negativas". Un aumento de las temperaturas "incrementará la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos como las olas de calor y las lluvias torrenciales" y llevará a largo plazo al deshielo de gran parte de los polos, elevando el nivel del mar entre 10 y 90 centímetros, lo que bastaría para hacer desaparecer países como Bangladesh. Son los países más pobres los que más sufrirán el cambio climático porque carecen de infraestructuras para atenuar su impacto.
El manifiesto acaba con un llamamiento directo "a los líderes del mundo, incluyendo a aquellos que se van a reunir en Gleneagles en la cumbre del G-8 en julio de 2005" para que:
- Reconozcan que la amenaza del cambio climático es real y va en aumento.
- Lancen un estudio internacional para explorar científicamente objetivos para las concentraciones de gases de efecto invernadero.
- Identifiquen medidas que puedan contribuir a una reducción sustancial y a largo plazo en las emisiones netas globales de gases de efecto invernadero.
- Trabajen con las naciones en desarrollo para edificar la capacidad científica y tecnológica que mejor se adapte a sus circunstancias, permitiéndoles desarrollar soluciones innovadoras para mitigar y afrontar los efectos adversos del cambio climático.
- Muestren liderazgo en el desarrollo y despliegue de tecnologías energéticas limpias y la promoción de la eficiencia energética, y compartan esa tecnología con las demás naciones.
- Movilicen a la comunidad científica y tecnológica para intensificar los esfuerzos de investigación y desarrollo que pueden ayudar a tomar mejores decisiones sobre el cambio climático.
En paralelo, las academias científicas de los países del G-8 han lanzado un segundo manifiesto, Ciencia y tecnología para el desarrollo de África, firmado también por la red de academias africanas de ciencia. En esta red participan la Academia Africana de Ciencias y las academias de Camerún, Gana, Kenia, Madagascar, Nigeria, Senegal y Suráfrica.
Este segundo manifiesto subraya "la importancia fundamental de la ciencia, la tecnología y la innovación para abordar una amplia gama de problemas que afrontan África y otras regiones en desarrollo", a un nivel semejante al de cuestiones como el buen gobierno, la seguridad o el comercio.
Los países africanos "tienen que ser capaces de desarrollar, adaptar y explotar soluciones científicas y tecnológicas apropiadas a sus necesidades específicas", porque si no aumentarán su dependencia del mundo desarrollado. Y para lograr eso tiene que haber inversiones en la capacidad tecnológica de cada país, se tienen que revitalizar las universidades africanas y tiene que haber programas internacionales de asistencia.
La financiación es una cuestión particularmente crítica. "Hay que identificar fondos específicos para ciencia, tecnología y desarrollo de la capacidad de innovación en África", dice el manifiesto. "Sin el capital necesario, nada puede cambiar".
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