Caminata organizada por el Calvario en el asfalto de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria
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En el transporte de San Fernando, un ratito pie y otro andando.
Así recorrieron ayer la ciudad durante poco más de siete horas
y media los casi dos centenares de personas que se sumaron a
la ruta urbana organizada por el Ayuntamiento de Las Palmas de
Gran Canaria y el grupo de montañismo El Calvario desde la Catedral,
punto de partida de la caminata, hasta el Mercado de Vegueta
vía La Isleta, Alcaravaneras, Escaleritas, Schamann y los Riscos.
En total quince kilómetros de asfalto, escaleras, aceras no siempre
en buen estado y un calor que se hacía más insoportable a medida
que pasaban las horas y el cansancio se hacía dueño de los pies.
Uniformados con camisetas y gorras de sendos patrocinadores,
amén de buenas zapatillas de deporte de cosecha propia, los caminantes
fueron visitantes privilegiados en la Base Militar de La Isleta,
a donde los trasladaron guaguas de Las Palmas Bus, y en el Estadio
Insular, cuyas puertas se abrieron para ellos.
Fueron también público exclusivo de la murga Los Susulitos, que los agasajó
con parte de su repertorio a la altura de Mesa y López; conocieron
de boca del concejal Pedro Montesdeoca la historia de la estatua
de León y Castillo en el paseo de Chil; en el parque de Altavista,
junto al monumento a la Lucha Canaria, se les informó sobre
el origen de la luchada; entraron a la iglesia coreana; en el
mercado de Altavista les premiaron el esfuerzo con la sorpresa
de unos masajes y en las laderas del parque de Las Rehoyas asistieron
a una exhibición de salto del pastor.
La penúltima de las paradas les llevó, cerca de las dos de la
tarde -la ruta empezó a las siete menos cuarto de la mañana-,
hasta el mirador del Hospital Militar y el Castillo de San Francisco.
Un camino cuesta arriba para el que el guía, Antonio Rodríguez,
tuvo que pedir a los caminantes un último derroche de las fuerzas
que ya escaseaban. Ya en la cima, con la ciudad vieja a sus pies,
acabaron por prorrumpir en un sonoro aplauso que hizo más ligero
el descenso final hasta la meta, el Mercado de Vegueta.
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