El debate nuclear
El debate nuclear
Artículo de opinión de
Fernando González Urbaneja
en EstrellaDigital.es
Con demasiada discreción se está abriendo hueco el debate sobre el futuro de la industria nuclear y su oportunidad para cubrir buena parte de la demanda futura de energía eléctrica. El compromiso de los socialistas españoles es dar la espalda a lo nuclear, cerrar centrales a medida que caduquen sus licencias y cerrar ese capítulo sin el cual la oferta eléctrica española de las últimas cuatro décadas hubiera pasado por problemas.
Para los socialistas lo nuclear es una asignatura pendiente. Cuando llegaron al poder en 1982 paralizaron el programa nuclear (dos físicos ocupaban cartera: Boyer y Solana) aplicando una denominada moratoria que no era tal, más bien carpetazo a un programa en el que se había gastado bastante dinero, tirado a la basura, por lo que aún andamos pagando facturas. Si los socialistas se hubieran aguantado esa promesa hoy habría en España otras tres o cuatro centrales en funcionamiento (adicionales a las nueve que están hoy en explotación) y la producción eléctrica estaría mejor garantizada y a costes algo inferiores a los actuales.
En el seno de la familia socialista hay voces autorizadas que reclaman reconsiderar la posición nuclear y abordar el debate de cuál debe ser la mejor política energética para la España del futuro. El presidente Zapatero se ha manifestado como el menos nuclear del gabinete, aunque sus últimas manifestaciones sobre la materia están mucho más matizadas.
Para los socios parlamentarios que sustentan el Gobierno lo nuclear no tiene oportunidad alguna, tanto IU como ERC están por el cierre de las nucleares y por aplicar criterios ecológicos que limiten la producción y el consumo energético.
De momento, la estrategia energética socialista pasa por seguir quemando combustibles sólidos, líquidos y gaseosos, seguir subvencionando las fuentes alternativas y esperar que la ciencia traiga soluciones a tiempo con la fusión o el hidrógeno. Como a corto y medio plazo no hay amenazas severas al suministro, el Gobierno prefiere dejar el debate para mejor oportunidad.
Mientras la paralización de inversiones en nuevas plantas nucleares que aplican la mayor parte de los países del mundo desde principios de los noventa empieza a cambiar. Finlandia va a construir una nueva central (ya tiene cuatro en explotación). Francia ha anunciado otra con un plazo de diez años hasta su entrada en explotación (tiene 59). Japón, China, India y Rusia tienen en curso programas para poner en marcha cada uno más de cuatro nucleares antes de que acabe la década. Y la Administración Bush muestra creciente disposición para hacer otro tanto con objeto de incrementar su censo de 101 centrales en explotación, la última desde 1996.
España es uno de los países más dependientes de energía y que mejor ha diversificado, hasta ahora, sus fuentes y procedimientos de obtención energética, pero si mantiene el patrón de crecimiento de la última década conviene ir abriendo la carpeta nuclear y refrescando los argumentos. En materia energética lo más prudente es apostar a todos los palos, porque todos los recursos van a ser tan necesarios como convenientes, entre otras razones para cumplir el Protocolo de Kioto.
FGUrbaneja@wanadoo.es
Artículo de opinión de
Fernando González Urbaneja
en EstrellaDigital.es
Con demasiada discreción se está abriendo hueco el debate sobre el futuro de la industria nuclear y su oportunidad para cubrir buena parte de la demanda futura de energía eléctrica. El compromiso de los socialistas españoles es dar la espalda a lo nuclear, cerrar centrales a medida que caduquen sus licencias y cerrar ese capítulo sin el cual la oferta eléctrica española de las últimas cuatro décadas hubiera pasado por problemas.
Para los socialistas lo nuclear es una asignatura pendiente. Cuando llegaron al poder en 1982 paralizaron el programa nuclear (dos físicos ocupaban cartera: Boyer y Solana) aplicando una denominada moratoria que no era tal, más bien carpetazo a un programa en el que se había gastado bastante dinero, tirado a la basura, por lo que aún andamos pagando facturas. Si los socialistas se hubieran aguantado esa promesa hoy habría en España otras tres o cuatro centrales en funcionamiento (adicionales a las nueve que están hoy en explotación) y la producción eléctrica estaría mejor garantizada y a costes algo inferiores a los actuales.
En el seno de la familia socialista hay voces autorizadas que reclaman reconsiderar la posición nuclear y abordar el debate de cuál debe ser la mejor política energética para la España del futuro. El presidente Zapatero se ha manifestado como el menos nuclear del gabinete, aunque sus últimas manifestaciones sobre la materia están mucho más matizadas.
Para los socios parlamentarios que sustentan el Gobierno lo nuclear no tiene oportunidad alguna, tanto IU como ERC están por el cierre de las nucleares y por aplicar criterios ecológicos que limiten la producción y el consumo energético.
De momento, la estrategia energética socialista pasa por seguir quemando combustibles sólidos, líquidos y gaseosos, seguir subvencionando las fuentes alternativas y esperar que la ciencia traiga soluciones a tiempo con la fusión o el hidrógeno. Como a corto y medio plazo no hay amenazas severas al suministro, el Gobierno prefiere dejar el debate para mejor oportunidad.
Mientras la paralización de inversiones en nuevas plantas nucleares que aplican la mayor parte de los países del mundo desde principios de los noventa empieza a cambiar. Finlandia va a construir una nueva central (ya tiene cuatro en explotación). Francia ha anunciado otra con un plazo de diez años hasta su entrada en explotación (tiene 59). Japón, China, India y Rusia tienen en curso programas para poner en marcha cada uno más de cuatro nucleares antes de que acabe la década. Y la Administración Bush muestra creciente disposición para hacer otro tanto con objeto de incrementar su censo de 101 centrales en explotación, la última desde 1996.
España es uno de los países más dependientes de energía y que mejor ha diversificado, hasta ahora, sus fuentes y procedimientos de obtención energética, pero si mantiene el patrón de crecimiento de la última década conviene ir abriendo la carpeta nuclear y refrescando los argumentos. En materia energética lo más prudente es apostar a todos los palos, porque todos los recursos van a ser tan necesarios como convenientes, entre otras razones para cumplir el Protocolo de Kioto.
FGUrbaneja@wanadoo.es
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