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TURCÓN - Ecologistas en acción

El agua y la Coca-Cola

El agua y la Coca-Cola EL AGUA Y LAS TRANSNACIONALES
LAS MUJERES DE KERALA CONTRA COCA COLA

Tras ser expulsada por el gobierno en 1977, Coca-Cola volvió a establecerse en la India el 23 de octubre de 1993, al mismo tiempo que la otra multinacionalnorteamericana, Pepsi Cola, se instalaba allí. Ambas empresas poseen enla actualidad 90 "plantas embotelladoras" que son, en realidad"plantas de extracción" de agua: 52 unidades pertenecen a Coca-Cola y38 a Pepsi Cola. Cada una de ellas extrae entre 1 y 1,5 millones de litros de agua al día.

Por sus mismos procedimientos de extracción, estas bebidas gaseosas presentan riesgos innegables. En primer lugar, porque la succión de las superficies subterráneas realizada por sus plantas de embotellamiento despoja a los pobresdel derecho fundamental a aprovisionarse de agua potable. En segundo lugar, porque esas plantas arrojan residuos tóxicos que amenazan el entorno y la salud pública. El Parlamento indio constituyó una comisión parlamentaria mixta encargada de investigar la presencia de residuos de pesticidas en estas bebidas.

Durante más de un año, mujeres de las tribus de Plachimada en el distrito de Palaghat, en Kerala, organizaron sentadas de protesta contra la desecación de las superficies subterráneas freáticas por parte de Coca-Cola. Las mujeres se ven obligadas a recorrer cinco o seis kilómetros para ir a buscar agua potable, mientras que al mismo tiempo ven salir de la planta entre ocho y nueve camiones cargados de bebidas con gas. Esa planta extrae un millón de litros de agua al día. Se necesitan nueve litros de agua potable para hacer un litro de Coca-Cola. Las mujeres adivasi de Plachimada iniciaron su movimiento poco después de a apertura de la planta de Coca-Cola, cuya producción debía alcanzar, en marzo de 2000, 1.224.000 botellas de Coca-Cola, Fanta, Sprite y otras. El panchayat local (consejo de autoridad de aldea) le había concedido, bajo ciertas condiciones, la autorización de extraer agua, mediante bombas motorizadas. Pero la multinacional se puso a extraer, de modo completamente ilegal, millones de litros de agua pura de más de seis pozos perforados por su propia cuenta y equipados con bombas eléctricas superpotentes. El nivel de las superficies subterráneas bajó drásticamente, pasando de 45 a 150 metros de profundidad. No satisfecha con robar agua de la colectividad, Coca-Cola contaminó la poca que quedaba, vertiendo aguas polutas en las perforaciones en seco cavadas en sus instalaciones, para tapar los residuos sólidos.

Las prácticas de Coca-Cola acarrearon la desecación de 260 pozos, de cuya perforación se habían hecho cargo las autoridades para satisfacer las necesidades de agua potable y riego agrícola. Representantes de los campesinos denunciaron, entonces, tanto la contaminación de las reservas acuíferas como las perforaciones hechas a diestro y siniestro, que dañaban fuertemente las cosechas.

Conminada a dar cuentas de sus procedimientos, Coca-Cola se negó a dar al planchayat las explicaciones solicitadas. En consecuencia, este último le notificó la supresión de su licencia de explotación. Acto seguido la multinacional intentó comprar a su presidente, Anil Krishnan, ofreciéndole 300 millones de rupias. En vano.

Con todo el gobierno de Kerala, siguió protegiendo a la empresa, entregándole, además, 2 millones de rupias (36.000 euros) a título de subvención a la política industrial regional. Pero el movimiento puesto en marcha por iniciativa de las mujeres adivasi, desencadenó a nivel nacional y mundial una ola de energías solidarias. Por fin el jefe del gobierno de Kerala ordenó, el 17 de febrero de 2004, el cierre de las fábricas de Coca-Cola. Posteriormente juristas, parlamentarios, científicos y escritores relevaron a las mujeres en la cabeza del movimiento, del que ellas son el corazón y el alma.

La Corte Suprema, incluso en ausencia de una ley que lo determine, ha afirmado que el derecho a gozar de un agua y un aire no contaminados forma parte constitutiva del derecho a la vida.

El 20 de enero de 2005 se formaron en toda la India cadenas humanas alrededor de todas las fábricas de Coca-Cola y Pepsi Cola. Tribunales populares notificaron a los "hidropiratas" la orden de abandonar el país. El caso de Plachimada prueba que el poder del pueblo puede vencer al de las empresas privadas. Los movimientos populares fueron más allá denunciando los planes del gran proyecto de conexión fluvial que prevén el desvío del curso de todos los ríos de la Península India y las privatizaciones alentadas por el Banco Mundial.

Esta batalla contra el robo del agua no atañe sólo a la India. Está en juego entodo el planeta. El ciclo hidrológico en el planeta exige una democracia del agua. Sin democracia del agua, no puede haber vida democrática.

Vandana Shiva
(recensión de "Le monde diplomatique"

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