Zapatero visita la zona quemada de Gran Canaria
Loli Rodríguez Martín
Desde que comenzaron las vacaciones del Presidente del Gobierno, empezaron las obligaciones vacacionales de su agenda informal en la que andamos inmersos los canarios.
Sus vacaciones se han visto en el pre en el inter y ya veremos en el post cubiertas de obligaciones de fuerza mayor que le han obligado a retrasarlas, aplazar visitas y suspenderlas para luego retomar la agenda. Primero el viaje a China que le impidió estar presente en Guadalajara, luego la rotura de ligamento que le impidió volar a Gran Canaria, luego el accidente de helicóptero con la muerte de soldados españoles cuando estaban de servicio en Afganistán. En fin, todo un cúmulo de despropósitos.
Me he animado a escribir estas líneas por un titular que leí cuando aún estaba Zapatero y su familia en Lanzarote, disfrutando del arroz casero que se fueron a comer a la Graciosa (yo les habría sugerido el pescaito frito, para acercarlos a la tragedia que se cierne sobre el futuro insular, especialmente en ese punto donde ellos disfrutaron del buceo, me refiero a la pesadilla oscura de las prospecciones petrolíferas). El titular decía Zapatero visitará la zona quemada de Gran Canaria . Pensé, vaya paliza se va a dar en un solo día. Lo que me dejó perpleja es que sólo iba a visitar la cumbre por el reciente incendio que ha sufrido bajo la despiadada mano de algún loco, quien sabe bajo qué impulso. Esperé con inocente esperanza que desde el aeropuerto hiciera la salida hacia el sur, viendo el aspecto de las costas, los barrancos que se han convertido en cauces removidos por la actividad especulativa, encogiendo el corazón como me ha ocurrido muchas veces al ver las montañas que han sido cepilladas por el trazado de carreteras que parece que se adentran en un territorio infinito, o por el capricho de unos empresarios que han visto el filón en eso que ahora les da por llamar turismo de calidad, justificación para hacer campos de golf a troche y moche aunque planteen un nuevo aeropuerto para atraer vuelos de bajos costo. Esperaba que no dejara de pasar por las playas artificiales que han construido, donde existían calas naturales con vida propia, bajo la perversa intención de venderlas con exclusividad de uso a los hoteles y apartamentos construidos en torno a ellas. Ejemplo claro de zona quemada es la desaparición paulatina de las famosas dunas de Maspalomas, estampa emblemática que hace las maletas sin dejar nueva dirección. Esperaba que se diera una vueltecita por esos pueblos fantasmas creados por ricachones en lugares que para el común de los mortales son zonas protegidas. Deseaba que viera la desaparición de la agricultura en toda la zona, desde el norte hasta el sur, desde la costa hasta la cumbre, bajo la presión urbanística y las nuevas e inútiles autopistas, boom del desarrollo que no se frena y se presenta como un monstruo que nos devora al tiempo que nos proporciona el placebo de la esperanza puesta en las manos de quienes nos representan.
Esperaba que le mostraran todos esos centros comerciales que andan como garrapatas a lomos de un perro flaco junto con todos esos Proyectos de grandes infraestructuras, sobredimensionadas para un territorio que padece la densidad de población por kilómetro cuadrado más alta de todo el territorio nacional.
La zona quemada es todo esto y más. La cumbre es un lugar que aunque se plantee como tragedia su quema, existe un drama diario en toda la isla con insuficiencia de bomberos. En fin, espero que se haya llevado una impresión realista de las zonas quemadas de la isla. Espero también que sea lo suficientemente inteligente como para saber apreciar la catástrofe que padecemos los que vivimos en Gran Canaria sólo escuchando a los que han acompañado su agenda de ayer.
Desde que comenzaron las vacaciones del Presidente del Gobierno, empezaron las obligaciones vacacionales de su agenda informal en la que andamos inmersos los canarios.
Sus vacaciones se han visto en el pre en el inter y ya veremos en el post cubiertas de obligaciones de fuerza mayor que le han obligado a retrasarlas, aplazar visitas y suspenderlas para luego retomar la agenda. Primero el viaje a China que le impidió estar presente en Guadalajara, luego la rotura de ligamento que le impidió volar a Gran Canaria, luego el accidente de helicóptero con la muerte de soldados españoles cuando estaban de servicio en Afganistán. En fin, todo un cúmulo de despropósitos.
Me he animado a escribir estas líneas por un titular que leí cuando aún estaba Zapatero y su familia en Lanzarote, disfrutando del arroz casero que se fueron a comer a la Graciosa (yo les habría sugerido el pescaito frito, para acercarlos a la tragedia que se cierne sobre el futuro insular, especialmente en ese punto donde ellos disfrutaron del buceo, me refiero a la pesadilla oscura de las prospecciones petrolíferas). El titular decía Zapatero visitará la zona quemada de Gran Canaria . Pensé, vaya paliza se va a dar en un solo día. Lo que me dejó perpleja es que sólo iba a visitar la cumbre por el reciente incendio que ha sufrido bajo la despiadada mano de algún loco, quien sabe bajo qué impulso. Esperé con inocente esperanza que desde el aeropuerto hiciera la salida hacia el sur, viendo el aspecto de las costas, los barrancos que se han convertido en cauces removidos por la actividad especulativa, encogiendo el corazón como me ha ocurrido muchas veces al ver las montañas que han sido cepilladas por el trazado de carreteras que parece que se adentran en un territorio infinito, o por el capricho de unos empresarios que han visto el filón en eso que ahora les da por llamar turismo de calidad, justificación para hacer campos de golf a troche y moche aunque planteen un nuevo aeropuerto para atraer vuelos de bajos costo. Esperaba que no dejara de pasar por las playas artificiales que han construido, donde existían calas naturales con vida propia, bajo la perversa intención de venderlas con exclusividad de uso a los hoteles y apartamentos construidos en torno a ellas. Ejemplo claro de zona quemada es la desaparición paulatina de las famosas dunas de Maspalomas, estampa emblemática que hace las maletas sin dejar nueva dirección. Esperaba que se diera una vueltecita por esos pueblos fantasmas creados por ricachones en lugares que para el común de los mortales son zonas protegidas. Deseaba que viera la desaparición de la agricultura en toda la zona, desde el norte hasta el sur, desde la costa hasta la cumbre, bajo la presión urbanística y las nuevas e inútiles autopistas, boom del desarrollo que no se frena y se presenta como un monstruo que nos devora al tiempo que nos proporciona el placebo de la esperanza puesta en las manos de quienes nos representan.
Esperaba que le mostraran todos esos centros comerciales que andan como garrapatas a lomos de un perro flaco junto con todos esos Proyectos de grandes infraestructuras, sobredimensionadas para un territorio que padece la densidad de población por kilómetro cuadrado más alta de todo el territorio nacional.
La zona quemada es todo esto y más. La cumbre es un lugar que aunque se plantee como tragedia su quema, existe un drama diario en toda la isla con insuficiencia de bomberos. En fin, espero que se haya llevado una impresión realista de las zonas quemadas de la isla. Espero también que sea lo suficientemente inteligente como para saber apreciar la catástrofe que padecemos los que vivimos en Gran Canaria sólo escuchando a los que han acompañado su agenda de ayer.
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