Amnistía urbanística: otro fracaso
CanariasAhora.com, 28-9-2005EDITORIAL
El anuncio de los poderes públicos canarios de una nueva amnistía para las edificaciones que, siendo ilegales, no estén en espacios protegidos por la legislación ambiental o por la Ley de Costas es el anuncio de un fracaso tantas veces repetido.
Ni que decir tiene que los desajustes en el territotio son consecuencia de desajustes sociales. Los gobiernos del Partido Popular durante la época de José María Aznar no se presentaron nunca a la asignatura de "viviendas sociales" en ninguna de sus convocatorias. Hoy el único pretexto para agredir al territorio es el estado de necesidad, la invocación al derecho constitucional de disponer de una vivienda digna. Si esto está sin resolver, el agujero de agua que inunda al territorio es irremediable.
Es incontestable que en Canarias anida un síndrome de "mucho cemento" y que el dedo acusador siempre apuntó al turismo. Nada más equivocado. Hoy sabemos que esas viviendas ilegales han contribuído al deterioro del territorio más que toda la industria turística.
Las normas y las leyes son insuficientes si no se instala una cultura del territorio. Sólo Lanzarote tiene cierto éxito en la presentación de su territorio porque el terremoto César Manrique activó conciencias y se logró instalar un acervo común, unos valores compartidos.
En el resto de las islas sólo la parte de diseño más individual de la condición humana hace presencia cuando se habla del territorio. Intereses sin mesura deciden que el territorio no es la plaza pública donde se desarrolla la vida democrática, sino el patio trasero de cada uno.
Legislación hay para dar y tomar. Contradicciones también. Veámos una: es conocido que las viviendas protegidas deben tener un máximo de metros cuadrados y que el grueso de la demanda no supera los 80 metros cuadrados. ¿Saben que la legislación turística para los planes parciales con destino residencial exige que al menos el 20% de su capacidad tenga algún nivel de protección, pero con mas de 100 metros cuadrados? O lo que es lo mismo, ¡qué no se pueden hacer esas viviendas!
Esto del territorio ha sido terreno abonado de cantamañanas, si entendemos como tal a tanta gente que sabe poco de todo y mucho de nada. A cada cual que ha encarado el asunto se le ha ocurrido una ocurrencia con destino el Boletín Oficial. La prueba definitiva de nuestro fracaso es que en la isla de Gran Canaria llevamos años -bastantes años- decidiendo sin éxito la ubicación de una cárcel. Una vergüenza para una sociedad democrática: una cárcel debe ser una prioridad, salvo que se piense como la abuela Bush que, viendo a la gente en un estadio de Houston, explicó que creía que allí estaban mejor que como estaban antes. Pues eso, que nuestos presos se queden fuera, que ya allí están mejor que como estaban antes. Una vergüenza.
Pero lo nuestro no tiene que ser deconstruir, y por eso proponemos que se simplifique la cosa urbanística y territorial en la sede local y que se transforme a ese organismo devenido en burocrático que se llama la COTMAC y que se han querido cargar siempre los insularistas en el delirio de su nacionalismo, primero Adán Martín en su época cabildicia; luego otro Martín, Dimas, y por último Soria, José Manuel. La transformación podría ser por elevación y hacia la creación de un Consejo Superior del Territorio de Canarias como el de Investigaciones Científicas o el de Energía Nuclear, es decir, como casi siempre que se trata de algo tan importante que debe salir de lo cotidiano en la política.
Pongamos allí a gente sabia, incorruptible, únicamente dependiente del parlamento y nunca de cada legislatura, trabajando en clave de ventanilla única. Para atender al ciudadano o, si quieren, para lavar la vergüenza.
1 comentario
carmelo -