El fin de la era del petróleo
El fin de la era del petróleo
Artículo de opinión de Roberto Bermejo Gómez de Segura (prof. de la UPV y miembro de Bakeaz)
El 4 de diciembre de 2003 The Economist publicaba en primera página el siguiente titular: «Se ha acabado la era del petróleo». El artículo es uno más entre la avalancha del último año en la principal prensa financiera del mundo y con posturas cada vez más proclives a esa tesis. Pero conviene aclarar de entrada que el fin de la era del petróleo no quiere decir que éste se acabe, sino que hemos entrado en una situación de petróleo caro, la cual se agudizará, sobre todo, cuando se alcance el techo de extracciones. Y éste depende de las reservas existentes y del ritmo de consumo.
Sobre las reservas de petróleo existen dos posiciones básicas. La primera, basada en el estudio de 2000 del US Geological Survey (USGS), sostiene que no habrá problemas de abastecimiento, al menos, hasta 2030, según unas estimaciones muy optimistas sobre las reservas existentes. La mayor parte de los gobiernos, incluidos los de Estados Unidos y la Unión Europea, y, en líneas generales, la Agencia Internacional de la Energía (organización creada para impulsar el uso del petróleo), aceptan las tesis de este estudio, que rompe con la moderada tendencia tradicional del USGS.
La segunda posición aglutina a muchos geólogos que frecuentemente han alcanzado puestos ejecutivos en el sector petrolero o se dedican a la docencia universitaria. Los miembros europeos de este colectivo están agrupados en la Association for the Study of Peak Oil (ASPO), cuyos objetivos son estudiar las reservas existentes y su agotamiento y elevar la conciencia de los gobiernos y la ciudadanía para que se tomen medidas. Esta postura cuenta con el respaldo de los estudios más exhaustivos realizados: el informe Global 2000, publicado en 1980 por orden del presidente Carter; el estudio World Oil Supply 1929-2050; el realizado por Petroconsultants de Ginebra en 1995 (el cual analiza los 10.000 yacimientos existentes); y el realizado por 65 consultoras, compañías de petróleo y otros organismos. Estos informes estiman que las reservas son un tercio inferiores a las defendidas por el USGS. Las reservas calculadas por la ASPO son semejantes a las de los estudios anteriores. Estos expertos critican la falta de rigor del estudio del USGS y basan sus estudios en la teoría de Hubbert y en el análisis de más de treinta años del comportamiento de los países petroleros, la mayoría de los cuales ya ha superado sus techos. Este geólogo predijo en los años cincuenta y en contra de la opinión general que el techo de extracciones de EE UU se alcanzaría a principios de los setenta; y ocurrió en 1971. Su teoría se basa en la premisa de que las curvas de descubrimientos de nuevos yacimientos y de extracciones tienen forma de campana. Unas décadas después de que la primera curva alcanza el techo lo hace, asimismo, la segunda curva, al crecer el desfase entre consumo y petróleo nuevo.
La curva mundial de nuevos descubrimientos alcanzó su techo en 1964, y desde entonces ha seguido una tendencia fuertemente decreciente. La versión de esta curva de Exxon, la mayor compañía petrolera del mundo, es igual que la de la ASPO. Desde 1976 no se han descubierto yacimientos gigantescos, y los hallazgos de los grandes tienden a cero. En 2000 se descubrieron 16, 8 en 2001, 3 en 2002 y ninguno en 2003. A partir de 1981 el consumo supera el petróleo nuevo, y ahora los expertos revelan que, por cada cuatro barriles consumidos, sólo uno procede de nuevos descubrimientos. Chevron-Texaco calcula que 4 de 10 barriles consumidos son nuevos. El ritmo actual de descubrimientos es la cuarta parte del previsto en el estudio del USGS para el período 1995-2025. Por otro lado, el consumo está creciendo mucho. Para 2003 la Agencia Internacional de la Energía pronosticaba un incremento en el consumo de 220.000 barriles diarios, y ha sido de 1,4 millones. Para este año prevé un aumento de 2 millones, hasta llegar a 82 millones de barriles diarios. Así que el techo de extracciones no anda lejos. La ASPO ha venido estimando que éste se alcanzaría en 2010, pero lo ha adelantado a 2006 por el incremento del consumo, aunque admite que su curva de ex-tracciones será prácticamente plana entre 2005 y finales de década. Bakthiari, director de planificación de la compañía petrolífera estatal iraní, lo sitúa en 2007, y Simmons, miembro de la Comisión de Energía de EE UU y dueño de una importante sociedad de inversiones en energía, cree que se puede producir en cualquier momento.
En la III Conferencia Mundial sobre el 'techo del petróleo', celebrada en mayo y organizada por la ASPO, debatieron representantes de las principales empresas petroleras, de la Agencia Internacional de la Energía, del Gobierno de EE UU, de la compañía estatal saudí (ARAMCO), etc..., y cientos de expertos. Según Roger Herrera, en palabras recogidas en la revista Petroleum News, «uno tiene que concluir que los David (los expertos) fueron los ganadores, y no es fundamental si el tempo es correcto, porque algo habrá que hacer para encarar el día después del 'techo del petróleo'.
Las compañías petrolíferas se están en-contrando con dificultades crecientes para satisfacer la demanda. En 2003 BP, Shell y Chevron-Texaco anunciaron la reducción de sus tradicionales altos objetivos de producción. El incremento de las prospecciones fallidas está poniendo a algunas compañías en apuros financieros, por lo que, a menudo, son absorbidas por otras. Éstas consiguen así aumentar una capacidad que no pueden alcanzar con los recursos propios. BP ha absorbido a Amoco y Arco, Exxon a Mobil, Chevron a Texaco, etc... Esta situación se ha puesto de manifiesto de forma dramática al anunciar Shell este año una reducción del 22% en sus reservas, lo cual ha dado lugar a que numerosas compañías pequeñas hagan lo mismo. Ante estas dificultades, las empresas no pueden decir que se están enfrentando a una escasez estructural, porque sus acciones se hundirían. De ahí que suelan afirmar que es necesario invertir mucho más. Exxon estima que para satisfacer la demanda en 2010 será preciso invertir un billón de dólares. Pero nadie está dispuesto a contribuir al logro de tal cota de inversión, tal como constata un estudio de Petroleum Review (enero de 2003). Por el contrario, muchas de estas empresas están reduciendo sus inversiones en petróleo para dedicarlas a otros campos (hidrógeno, energías renovables, etc...). Según Robert Anderson, anterior director de Arco, esta situación «es la puesta de sol de la industria, y el sol está realmente bajo en el cielo».
Algunos gobiernos empiezan a reaccionar. El Consejo Danés de Tecnología celebró una conferencia internacional sobre el 'techo del petróleo' en diciembre de 2003, dentro de un programa de estudios sobre el agotamiento del petróleo y sus consecuencias. Sudáfrica también está estudiando el problema, y Australia Occidental ha decidido apostar por una economía solar, al llegar a la conclusión de que estamos cerca del techo.
Krugman, considerado el economista más influyente de su generación, constata que la demanda crece y que los nuevos descubrimientos decrecen. Así que «la colisión entre la demanda mundial rápidamente creciente y una oferta mundial limitada es la razón por la cual el mercado del petróleo es tan vulnerable». Por ello, «nos tendremos que adaptar» a una era de petróleo caro (The New York Times, 4,V, 2004). Pero, una vez que se al-cance el techo, el petróleo será extremadamente caro, sobre todo si no hay coordinación internacional para gestionar la transición hacia una economía solar. Una idea de su magnitud nos la da lo ocurrido en las crisis del petróleo. El 19 de octubre de 1973 el barril subió de 3 a 5 dólares, y para Navidad había alcanzado los 11,65 dólares (42 dólares actuales). La causa fue un desfase del 5% entre la oferta y la demanda. Entre 1975 y 1980 el barril subió de 7 a 35,69 dólares (82 dólares actuales).
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