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TURCÓN - Ecologistas en acción

Los expertos temen que la mortal plaga del picudo rojo se propague a los barrancos

Los expertos temen que la mortal plaga del picudo rojo se propague a los barrancos

D.E. Torres

La Provincia, 24-1-2006

La importación de palmeras procedentes de Egipto sin control fitosanitario y las malas prácticas culturales en el cuidado de los especímenes han propiciado, desde el punto de vista de la Asociación Tajalague para la Defensa de la palmera Canaria, la propagación de la plaga del picudo rojo - un coleóptero parecido a un escarabajo procedente del norte de África- y, lo que es más grave, apunta Eduardo Franquiz, consultor ambiental, organizador de las Jornadas de la Palmera Canaria de Santa Lucía y miembro de la Internacional Palms Society, ponen en peligro los palmerales silvestres de los barrancos capitalinos de Guiniguada y Tamaraceite. Franquiz asegura que de pasarse la plaga de las palmeras urbanas a las silvestres el control sería prácticamente imposible y supondría la desaparición de esos palmerales.

La moda de cepillar o pelar los troncos de las palmeras y podar las hojas verdes, puesta en práctica especialmente por los responsables del área de Zonas Verdes en el mandato municipal anterior, supuso que se dejara al descubierto la piel del árbol, algo que resulta muy atractivo para este insecto porque llega antes a la savia de la palmera y le permite al insecto una mejor introducción en el cogollo.

Desde el punto de vista del experto no sería descabellado pensar que todas la palmeras ´embellecidas´ de esta forma años atrás pudieran ahora ser portadoras de la plaga, teniendo en cuenta que, además, se calcula que el insecto necesita de aproximadamente dos años para comerse, matar la palmera y reporducirse. "Y no hay que olvidar que las podas han sido frecuentes en esta ciudad hasta hace bien poco". De hecho, hasta hace dos semanas, cuando apareció en la plazoleta de Farray, en Guanarteme, el primer espécimen infestado, no comenzó a contar la prohibición impuesta ahora de cepillar y cortar las hojas verdes de las palmeras. A ello hay que añadir, además, la plantación de especies datileras importadas en numerosas zonas la capital grancanaria "desde hace dos o tres años" y la capacidad del insecto para saltar de un árbol otro en un radio de cinco kilómetros.

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