El ruido de los aeropuertos
EL GOBIERNO OFRECE A LOS VECINOS TRASLADARSE
Belvis, el pueblo que se niega a desaparecer por el ruido de Barajas
La apertura de la T-4 del aeropuerto, a tres kilómetros, aumentará el ruido a 90 decibelios
AENA y Medio Ambiente propondrán a los vecinos la próxima semana trasladarse
Habitantes de varios pueblos afectados por la ampliación se manifiestan hoy en el aeródromo
ROBERTO BÉCARES
BELVIS DEL JARAMA (MADRID).-
"Mira, ésta es mi hija. Se llama Luna y tiene poco más de un año. Y te aseguro que ella no va a dejar que nos echen de aquí, de nuestra casa". Quien habla es Mari Carmen mientras observa a su pequeña, que juguetea sonriente con una silla del bar de su madre, ajena al drama que vive el pueblo donde da los primeros pasos.
A Belvis, una pedanía de 350 habitantes de Paracuellos del Jarama, el Gobierno le ha propuesto el traslado por el "ruido insoportable" que a partir del 5 de febrero producirá la nueva pista de Barajas, o como otra solución, insonorizar sus casas.
La noticia les cayó el pasado miércoles como una losa del cielo, como si fuera un misil soltado por uno de uno de los 60 aviones que sobrevuelan cada hora el pueblo, día y noche, ahí mismo, tan cerca, tan al alcance de la mano. Desde 1999, cuando se produjo la anterior ampliación de Barajas que contemplaba la tercera pista, los aparatos pasan por encima de la barriada, fundada hace 55 años.
Ya entonces el Ministerio de Fomento, con Rafael Arias-Salgado a la cabeza, les ofreció irse por el ruido, huir, vender sus propiedades y empezar otra vida, pero aguantaron. Ahora, la apertura de la T-4, la nueva terminal, les vuelve a poner en el brete. Belvis se encuentra justo entre las rutas de entrada y de salida de la ampliación del aeródromo. El ruido superará los 90 decibelios, algo "insoportable", según Medio Ambiente.
"Nos enteramos por el periódico y todos nos alarmamos mucho. Llevamos años protestando por el ruido que soportamos y no nos han dado ninguna solución. La última opción es irnos", explica la alcaldesa, María del Carmen Ramos (IU), que asegura, sentada en su pequeño despacho del Ayuntamiento, desde el que se observan un par de cigüeñas en el nido de la Iglesia, que en los últimos días no para. Los vecinos la reclaman y ella no puede explicarles nada porque sigue sin tener "una comunicación oficial". Todo queda pendiente de una reunión que mantendrá junto al alcalde de Paracuellos con representantes de Aena y del Ministerio de Medio Ambiente. Será la próxima semana.
A apenas tres kilómetros de las nuevas pistas
Según fuentes del Ministerio, el Gobierno y el gestor del aeropuerto ofrecerá a los vecinos de Belvis su traslado a otro lugar o la insonorización de sus casas. Hasta entonces, la incertidumbre se come a los vecinos, el 40% mayores de 55 años, y la mayoría opuestos a abandonar la localidad, situada a apenas tres kilómetros al norte de las nuevas pistas.
El asunto es la comidilla entre los parroquianos de los dos bares del pueblo, El Rincón de Belvis y Los Migueletes. "Estamos sorprendidos, sobre todo por la forma de enterarnos. Llevo aquí viviendo 18 años, tengo dos hijos y tengo muy claro que no nos vamos a ir. Esto hace seis años ya se habló y decidimos quedarnos", cuenta Luis Acuña, un trabajador de la construcción.
"Yo he cambiado mi vida por venirme aquí", explica Julián, dueño de El rincón de Belvis y marido de Mari Carmen. Ambos decidieron abandonar Guadalajara hace más de un año y trasladarse aquí, al "pueblo ideal", según dicen. "He cambiado la vida de mi familia una vez y no quiero volver a hacerlo", dice serio Julián, aunque luego, entre bromas, le suelta a otro tertuliano, Antonio, que aunque vive en Madrid, es el electricista del pueblo: "Tú tranquilo, que si me dan a cambio un club en la Gran Vía, te pongo de portero".
Durante la mañana del viernes se ha visto a poca gente por el pueblo, excepto en la Plaza del Ayuntamiento, donde está situada la Iglesia. Los niños están en el colegio y en el instituto de Paracuellos, adonde se vieron obligados a marchar este año porque no podía abrirse la escuela de Belvis debido a la escasez de alumnos. De vez en cuando se ve a algún vecino salir de su casa, todas muy similares, encaladas.
"Yo tengo ya 83 años. Llevo toda mi vida aquí, nací en el Cortijo y ahora estoy mayor y enferma. A ver si conseguimos que no ocurra esto y si no, que nos entierren ya, para lo que nos queda", dice María con escepticismo mientras saca la basura.
La gente mayor está asustada
El zumbido de los aviones es en Belvis tan frecuente como el ruido de los coches. Se escuchan desde la plaza del Ayuntamiento, desde la consulta del médico, que pasa revista dos veces poor semana, desde las pistas de baloncesto, situadas cerca de la carretera que une el pueblo con Fuente el Saz, o desde el interior de la tienda de ultramarinos. "La gente mayor está asustada. Es muy fuerte. Si al final nos tenemos que ir, yo me quedaré sin trabajo", dice Teresa, dueña de la tienda.
Casi todos los vecinos tienen insonorizadas sus ventanas con climalit, pero no es suficiente y lo será menos con la apertura de la T-4. El ruido se cuela por las cubiertas, por el hueco de la escalera, durante las 24 horas. "Mi marido tiene el sueño fácil y duerme bien, pero yo no", afirma Mari Carmen, "y Luna y nuestro otro niño duermen muy mal. Tienen el sueño cambiado. A veces el pequeño, cuando llega del colegio, se pone a dormir en una silla del bar".
Aunque la opinión generalizada es la de aguantar, hay casos aislados de vecinos que al menos quieren escuchar la oferta que les hacen. "Esto se veía venir. Si hacen una buena oferta, se estudiará", explica José Manuel, que trabaja en el otro bar del pueblo, Los Miguelitos. "El ruido es insoportable. Mi madre cada mañana se levanta como un zombi. A partir del día 5 habrá que ver. Nosotros no podremos abrir la terraza este verano por el ruido y por el queroseno que sueltan los aviones, que el próximo mes será mayor".
Entretanto, muchos de ellos van a acudir el sábado, junto a los vecinos de varias localidades del norte de Madrid afectados por el ruido de los aviones, a la manifestación en contra de la nueva terminal. La protesta tendrá lugar en la zona de llegadas de la Terminal 1 a las 12.30 horas.
Y esperarán a la próxima semana a ver qué ocurre en la reunión. "Yo voy a seguir reivindicando el cierre nocturno del aeropuerto, que se respeten las rutas, algo que no se hace, así como que se aislen las viviendas. Trasladarnos es la última opción", concluye la alcaldesa.
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