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TURCÓN - Ecologistas en acción

Vandalismo municipal

Vandalismo municipal Angel Tristán Pimienta

La Provincia, 21-8-2004

Sabido es que muchas personas no pueden ponerse corbatas de color verde: si tropiezan y se caen al suelo se las pueden comer al confundirlas con hierba. Por eso no es de extrañar que el concejal de Parques y Jardines cometa un nuevo palmericidio, la tala de ocho magníficas washingtonias en la calle Torres Quevedo, con el pintoresco argumento - y según muchos entendidos, subnormal justificación- de que las dichas palmeras daban sombra y fomentaban la inseguridad. Lo de que las palmeras dan sombra es cierto: consultados algunos expertos botánicos confirman que aun no se ha descubierto la palmera trasparente; sí es verdad que hay algunas de metacrilato, o de puro plástico, como las que algún genio del diseño colocó en el intercambiador de Santa Catalina, pero naturales y traslúcidas, no. Lo de que fomenten la inseguridad suena, también, a tomadura de pelo: ¿que los camellos pueden guardar papelinas en el tronco? Claro, y en los bancos de la Catedral y hasta en el falso techo de las Oficinas Municipales.

La Guardia Civil detecta todos los días en Barajas droga camuflada en las maletas y a nadie se le ha ocurrido proscribir los equipajes. ¿Que se pueden esconder tras ellas los maleantes? Más son los que se agazapan tras los vehículos para pegar el tirón y Pepa Luzardo no ha ordenado suprimir el tráfico rodado en la capital ni escachar a todos los coches. Sospechan los vecinos que la tala obedece a otras razones más prosaicas, como procurar un estacionamiento para los camiones de una obra cercana. Pero lo que asombra es la impunidad con la que cualquier salvaje atenta contra el patrimonio vegetal: si un árbol molesta, en vez de adaptarse a él, como en toda la Europa civilizada, se opta por lo más fácil: el serrucho.

Ni siquiera se considera la posibilidad del trasplante: son seres vivos que durante años han sido cuidados hasta alcanzar un porte soberbio. Merecen una consideración; al menos la posibilidad de que puedan sobrevivir en otro lugar. El problema de fondo es la falta de sensibilidad de muchas autoridades; su clamorosa falta de respeto a los ciudadanos. Los vecinos de la Playa Chica y de toda la zona están indignados por lo que consideran trampas y engaños de los responsables municipales. Les enfada la muerte de estos ejemplares que dignificaban la calle y el barrio; pero les ´encabronan´ las mentiras. "Y es que la cabra siempre tira para el monte", decía una señora extranjera. Un socialista que llamó por teléfono aprovechó la circunstancia para llevar el agua a su molino: "por este comportamiento perdió el PP las elecciones, porque no nos decía la verdad, por creer que los españoles somos idiotas". La reacción de la gente fue contundente: colocaron las hojas abanicadas en el suelo, quisieron cortar el tráfico, discutieron con los Policías Locales y, sobre todo, dejaron claro que consideran una gamberrada y una muestra de incivismno e incultura - que tiene el agravante de la reincidencia- lo que ha hecho el edil Naranjo (para más inri).

La repetición de estos hechos - en ninguna parte de Europa se trata a los árboles con igual desprecio- lo que pone de manifiesto es la inconcebible impunidad de los que cometen estos desafueros, que no son destituidos fulminantemente ni sometidos a una investigación por los organismos competentes. Es asombroso que no tengan conciencia de su ridículo social, de su manifiesta incapacidad para desempeñar cargos y de su condición de peligro público.

¿Cuántos árboles se han perdido innecesariamente, por puro capricho, quizás por algún complejo inconfesable? Y lo que ya alcanza caracteres de fenómeno psicológico digno de estudio -porque prevenir es curar- es que encima la Consejería de Obras Públicas, supongo,
coloque en algunas rotondas de la Circunvalación -concretamente en las que están en las cercanías de Barranco Seco- los muñones secos se unos laureles de indias centenarios, arrancados de cuajo de antiguas fincas y casas solariegas. Y que fueron situados a modo de decoración, como si fueran tinajas, sin ponerles un riego adecuado para hacerlos revivir. Lo que se está haciendo es dejar que se sequen al sol. De diván de psicoanalista.

Volvamos a Las Canteras: la segunda razia ha demostrado que la intención ahora ya no encubierta es ´despejar´ la calle para el mejor tránsito de vehículos pesados... sin que sea absolutamente imprescindible, aprovechando una protesta de los empresarios sobre la delincuencia y una propuesta absurda y disparatada . Hay alternativas blandas, pero como dice el conocido aforismo "lo que natura non dat, Salamanca non prestat".

El Confital no se puede utilizar como tapadera para disculpar este tipo de locuras, que no tienen que ver con el famoso ´golpe de calor´ de la vicepresidenta Julios, sino con una explosiva y destructiva mezcla de carencia intelectual y soberbia política. Si el ´Confital es nuestro´ estas palmeras también lo eran. La prepotencia donde se observa es en que han pasado 24 horas y nadie ha presentado una disculpa, nadie ha pedido perdón a la Ciudad. Y es que no hay voluntad de enmienda, sino de ´jodienda´.

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