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TURCÓN - Ecologistas en acción

QUE ES LA AGENDA 21-LOCAL

QUE ES LA AGENDA 21-LOCAL Agenda 21 de Telde: una aplicación deformada

En el año 1992 se produjo uno de los encuentros más importantes de la historia de la humanidad, la Cumbre de La Tierra sobre Medio Ambiente y Desarrollo, más conocida como la Cumbre de Río. En esta Cumbre, no sin dificultades y con grandes dosis de conservadurismo, se tomaron grandes acuerdos y se firmaron declaraciones importantísimas para el futuro del planeta y de las generaciones venideras. Algunas de ellas, como la Convención sobre el Cambio Climático y el Convenio sobre Biodiversidad, han marcado gran parte de la política internacional de los últimos diez años y han conseguido calar hondo en la sensibilidad de la población mundial. Pero también, en la Cumbre de Río, se aprobó por unanimidad otro acuerdo que debía suponer un compromiso político al más alto nivel en favor de la sostenibilidad del planeta. Hablamos de la Agenda 21.

La Agenda 21 no se plantea simplemente como una marca más, sino como una filosofía y un programa de acción en el siglo XXI, con determinaciones y propuestas muy concretas, en las que se reconoce que la población es una de las principales fuerzas para conseguir el cambio ecológico en el planeta. Es más, cuando en la Agenda 21 se exhorta a los países para que adopten estrategias hacia la sostenibilidad, se hace especial hincapié en que este proceso ha de contar con la amplia participación de todos los sectores, incluidas las organizaciones no gubernamentales y el público en general. En esta Cumbre, las Naciones Unidas hicieron un llamamiento a todas las comunidades locales para que crearan su propia Agenda 21 traduciéndola en planes y acciones concretas hacia la sostenibilidad. Este proceso debería llevarse a cabo a través de un diálogo abierto con sus ciudadanos, organizaciones locales y empresas privadas, recibiendo aportaciones, promoviendo un consenso y obteniendo la información necesaria para formular las estrategias locales hacia una política económica y social más ecológica.

Agenda 21 de Telde: una aplicación deformada

Si hay algo que motiva de este proceso es el cambio de filosofía que se sugiere en la forma de gobernar. Propone, al fin y al cabo, que las autoridades locales, democráticamente elegidas, cuenten permanentemente con la participación ciudadana en la toma de decisiones. Esto supone, sin duda, una pequeña revolución para nuestros gobernantes ya que les demanda cambios importantes de estilo: menos paternalismo, más apertura, menos prepotencia y, lo que quizá más miedo les da, un poco de pérdida de protagonismo en favor de la sociedad. A cambio, se obtendría una mayor corresponsabilidad de los ciudadanos y, seguramente, grandes dosis de sentido común en la definición de prioridades y líneas de actuación de las políticas locales.

Pero la realidad es muy dura y, hoy en día, todo parece ser susceptible de ser corrompido a poco que caiga en las redes del poder. El colmo de la perversión, de lo que no debe significar la Agenda 21 Local, lo ha representado estos días el Ayuntamiento de Telde. Ha sacado a concurso público la implantación, en un año, de “una Agenda 21 Local” con su plan de acción ambiental y todo. Todo ello sin conformar un Foro ciudadano local que se vincule al proceso desde el principio y sin ni siquiera abrir un proceso que despierte el interés de la ciudadanía por el tema. Del pliego de prescripciones técnicas se entiende que este ayuntamiento ve la Agenda 21 como un documento que se tiene en un año, donde una empresa consultora dice lo que está bien y lo que está mal y lo que hay que hacer, donde se dice que hay un supuesto e inexistente Foro Telde 21 que lo ha decidido así. Una pena.

Lo más triste del tema es que el alcalde de esta corporación es la vez el presidente de la Federación Canaria de Municipios (FECAM), lo cual debería suponer una doble responsabilidad: hacia sus ciudadanos por hacer las cosas bien contando con ellos y hacia el resto de ayuntamientos que, se supone, deben tomar este proceso como referencia de buenas prácticas.

Es penoso ver como en Canarias donde, a pesar de que este debate empieza introducirse con 10 años de retraso y hay acumulada una experiencia internacional importante, el tema se trata de la peor manera posible: desde la prepotencia, el inmovilismo, la hipocresía y desde esa sutil capacidad, parece que innata, de nuestros gobernantes locales de convertir todo lo noble en basura, en un medio de propaganda más.

Pero nos negamos a perder la ilusión. Creemos que tenemos la autoridad moral suficiente como para exigir que se aprovechen las oportunidades de transformación de la sociedad que se nos brindan de la mejor manera posible. Pedimos a nuestros partidos políticos y autoridades que hagan las cosas bien y con buena letra, y que no se dejen llevar por el mal ejemplo del edil teldense. Que entren de una vez por todas en el siglo XXI, donde será más importante la gestión eficiente de los recursos que la inversión lapidaria, donde se impondrá la democracia participativa por encima de los caprichos e intereses de unos pocos, donde tenemos la obligación, y la necesidad, de tender hacia un equilibrio entre los seres humanos y la capacidad de sustento de nuestra tierra.

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