Los vecinos de Tara (Telde) paran las obras de la circunvalación para pedir seguridad
Canarias7, 14-10-2004
Cerca de cien personas impidieron a las máquinas trabajar durante más de tres horas. Un vecino está en coma desde el lunes tras caer al vacío de un muro de entre 4 y 5 metros sin vallar.
Un vecino de Tara, Manuel Macías Rodríguez, de 54 años, se debate entre la vida y la muerte después de que a las once de la noche del pasado lunes cayese al vacío desde un muro de una altura de entre 4 y 5 metros en las obras del último tramo de la circunvalación al casco. Macías, casado y con tres hijas, tropezó con una trampa mortal. Volvía a casa por unas obras donde no hay luz ni vallas de protección, pese a ser el único acceso peatonal del barrio a Los Llanos. Sus convecinos están hartos del cerco al que les ha sometido este proyecto durante cinco meses y ayer cien personas impidieron trabajar a las máquinas durante más de tres horas, de 8 a 11 de la mañana, para exigir medidas de seguridad a la constructora, Surhisa Suárez e Hijos SL, y al Gobierno canario.
En la concentración, aunque pacífica, se vivieron momentos de mucha tensión. Los vecinos están indignados. La caída de Macías ha colmado el vaso. Por el mismo sitio por el que se cayó la víctima pasan a diario las decenas de niños de Tara que van a clase en los colegios de San Juan. La colocación del alquitrán les ha obligado últimamente a transitar por un murete de apenas 15 centímetros de ancho que da a un precipicio de más de cinco metros sin vallar.
Otra vecina, Lola Jiménez, cuenta que su marido tropezó también hace una semana, y Carmela Hernández, de 67 años, mostraba ayer sus rodillas malheridas de sus múltiples caídas. «En la última se rieron de mí. No me quisieron ni recoger porque decían que me había sentado», se queja. Siona (la que aparece en la imagen), hermana de la víctima, visiblemente destrozada y artífice de esta convocatoria improvisada, anunció que su familia pondrá el caso en manos de la justicia y lamentó que el Consistorio «no haya estado más encima de esta obra» pese a que el proyecto lo ejecuta el Gobierno canario.
Los ánimos se caldearon cuando se presentó en la zona el dueño de Surhisa, Pedro Suárez, y el coordinador de Seguridad de la empresa a la que la constructora le adjudicó el plan para reducir los riesgos en la obra. En principio, reconocieron las deficiencias denunciadas y se comprometieron en público a hacerse cargo de la víctima a través de la compañía aseguradora. Los vecinos no dejaron las obras hasta que no vieron cómo los operarios procedían a montar una valla de protección en la orilla de uno de los muros.También prometieron abrir un pasillo de seguridad para los escolares alejado del precipicio.
Cerca de cien personas impidieron a las máquinas trabajar durante más de tres horas. Un vecino está en coma desde el lunes tras caer al vacío de un muro de entre 4 y 5 metros sin vallar.
Un vecino de Tara, Manuel Macías Rodríguez, de 54 años, se debate entre la vida y la muerte después de que a las once de la noche del pasado lunes cayese al vacío desde un muro de una altura de entre 4 y 5 metros en las obras del último tramo de la circunvalación al casco. Macías, casado y con tres hijas, tropezó con una trampa mortal. Volvía a casa por unas obras donde no hay luz ni vallas de protección, pese a ser el único acceso peatonal del barrio a Los Llanos. Sus convecinos están hartos del cerco al que les ha sometido este proyecto durante cinco meses y ayer cien personas impidieron trabajar a las máquinas durante más de tres horas, de 8 a 11 de la mañana, para exigir medidas de seguridad a la constructora, Surhisa Suárez e Hijos SL, y al Gobierno canario.
En la concentración, aunque pacífica, se vivieron momentos de mucha tensión. Los vecinos están indignados. La caída de Macías ha colmado el vaso. Por el mismo sitio por el que se cayó la víctima pasan a diario las decenas de niños de Tara que van a clase en los colegios de San Juan. La colocación del alquitrán les ha obligado últimamente a transitar por un murete de apenas 15 centímetros de ancho que da a un precipicio de más de cinco metros sin vallar.
Otra vecina, Lola Jiménez, cuenta que su marido tropezó también hace una semana, y Carmela Hernández, de 67 años, mostraba ayer sus rodillas malheridas de sus múltiples caídas. «En la última se rieron de mí. No me quisieron ni recoger porque decían que me había sentado», se queja. Siona (la que aparece en la imagen), hermana de la víctima, visiblemente destrozada y artífice de esta convocatoria improvisada, anunció que su familia pondrá el caso en manos de la justicia y lamentó que el Consistorio «no haya estado más encima de esta obra» pese a que el proyecto lo ejecuta el Gobierno canario.
Los ánimos se caldearon cuando se presentó en la zona el dueño de Surhisa, Pedro Suárez, y el coordinador de Seguridad de la empresa a la que la constructora le adjudicó el plan para reducir los riesgos en la obra. En principio, reconocieron las deficiencias denunciadas y se comprometieron en público a hacerse cargo de la víctima a través de la compañía aseguradora. Los vecinos no dejaron las obras hasta que no vieron cómo los operarios procedían a montar una valla de protección en la orilla de uno de los muros.También prometieron abrir un pasillo de seguridad para los escolares alejado del precipicio.
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