'Moby Dick' y la isla del tesoro
Canarias-7-FUERTEVENTURA
El descubrimiento de una impresionante población de cachalotes, zifios y otros mamíferos marinos en aguas majoreras, una de las mayores del mundo, sorprende a los científicos y ofrece un nuevo recurso turístico.
Hoy sabemos que Moby Dick, la famosa novela de Herman Melville publicada en 1851, no era una ballena gigante, sino un gran macho albino de cachalote. Lo que no sabíamos es que Fuerteventura es la tierra de la gran ballena blanca.
Después de cinco años recorriendo los siete mares del planeta para estudiar estos cetáceos, los expertos de la fundación norteamericana Ocean Alliance no salían de su asombro al llegar a aguas majoreras.Tan sólo otro lugar del mundo, la lejana y paradisíaca isla de Sri Lanka, el antiguo Ceilán, ofrece una riqueza parecida en mamíferos marinos, cachalotes incluidos. Ver en un solo día ocho especies diferentes entre el faro de la Entallada y Punta Jandía es un récord mundial difícilmente superable.
Para la científica australiana Geneviève Johnson fue el descubrimiento de un tesoro, pero no para Vidal Martín, presidente de la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en Canarias (Secac). Su dilatada experiencia en Lanzarote y Fuerteventura le había confirmado hace tiempo la importancia de estas aguas, que se ha ido reafirmando desde que comenzó los primeros trabajos hace 20 años. Sólo así se explica que en estas dos décadas hayan aparecido varados en las playas 200 de estos hermosos animales, y que el equipo de Vidal haya identificado entre las dos islas a 22 de las 27 especies de cetáceos observadas en Canarias (3 de ellas vistas sólo aquí), para un total de 79 que hay en el mundo. «Estas cifras son excepcionales cuando se trata de observación de cetáceos, en especial de zifios, que no suelen acercarse a los humanos. Es una riqueza impresionante, única», reconoce Martín. «Pero precisamente por ello es necesario estudiarlos con detalle, no quedarnos con algo tan abstracto como los varamientos, con datos de animales muertos y sin saber qué les pasa, qué hacen, dónde se alimentan cuando están vivos».
Porque hasta la fecha Lanzarote y Fuerteventura habían quedado relegadas a un segundo plano, frente a zonas canarias mucho más urbanizadas como el sur de Tenerife y Gran Canaria, donde se ha montado un floreciente turismo de observación de ballenas.
Para confirmar científicamente sus sospechas, el barco de la Secac ha navegado estos últimos meses por las aguas de ambas islas en busca de ballenas y delfines. No es un trabajo promovido por la Administración, sino para el que la sociedad ha contribuido con parte de sus limitados recursos económicos. Porque, en opinión de sus responsables, era urgente abandonar las conjeturas y confirmar de primera mano todas sus sospechas. Comprobar que las islas orientales son uno de los santuarios de cetáceos más importantes del planeta. Y lo han conseguido. En total han sido 33 días útiles de navegación, de los que sólo la mitad fueron realmente buenos, y en los que lograron hacer 82 alistamientos de 12 especies diferentes.«La diversidad es impresionante, sobre todo en zifios y cachalotes», reconoce Vidal Martín. «De lo mejor del mundo».
Ana Peña, zoóloga de padre majorero y madre grancanaria, forma parte del equipo de la Secac. Estudió en Escocia y está haciendo ahora su tesis doctoral sobre el delfín de dientes rugosos, que el intenso trabajo de los estudios en Canarias está ralentizando.Experta como pocas, no puede ocultar su entusiasmo al hablar del gran descubrimiento, la enorme riqueza en cetáceos de los mares majoreros. «El sureste de Fuerteventura es un lugar privilegiado, espectacular, con una abundancia y diversidad tremenda. Es probablemente el único sitio en el mundo donde se pueden ver al mismo tiempo zifios y cachalotes juntos y muy cerca de la costa».
El descubrimiento de una impresionante población de cachalotes, zifios y otros mamíferos marinos en aguas majoreras, una de las mayores del mundo, sorprende a los científicos y ofrece un nuevo recurso turístico.
Hoy sabemos que Moby Dick, la famosa novela de Herman Melville publicada en 1851, no era una ballena gigante, sino un gran macho albino de cachalote. Lo que no sabíamos es que Fuerteventura es la tierra de la gran ballena blanca.
Después de cinco años recorriendo los siete mares del planeta para estudiar estos cetáceos, los expertos de la fundación norteamericana Ocean Alliance no salían de su asombro al llegar a aguas majoreras.Tan sólo otro lugar del mundo, la lejana y paradisíaca isla de Sri Lanka, el antiguo Ceilán, ofrece una riqueza parecida en mamíferos marinos, cachalotes incluidos. Ver en un solo día ocho especies diferentes entre el faro de la Entallada y Punta Jandía es un récord mundial difícilmente superable.
Para la científica australiana Geneviève Johnson fue el descubrimiento de un tesoro, pero no para Vidal Martín, presidente de la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en Canarias (Secac). Su dilatada experiencia en Lanzarote y Fuerteventura le había confirmado hace tiempo la importancia de estas aguas, que se ha ido reafirmando desde que comenzó los primeros trabajos hace 20 años. Sólo así se explica que en estas dos décadas hayan aparecido varados en las playas 200 de estos hermosos animales, y que el equipo de Vidal haya identificado entre las dos islas a 22 de las 27 especies de cetáceos observadas en Canarias (3 de ellas vistas sólo aquí), para un total de 79 que hay en el mundo. «Estas cifras son excepcionales cuando se trata de observación de cetáceos, en especial de zifios, que no suelen acercarse a los humanos. Es una riqueza impresionante, única», reconoce Martín. «Pero precisamente por ello es necesario estudiarlos con detalle, no quedarnos con algo tan abstracto como los varamientos, con datos de animales muertos y sin saber qué les pasa, qué hacen, dónde se alimentan cuando están vivos».
Porque hasta la fecha Lanzarote y Fuerteventura habían quedado relegadas a un segundo plano, frente a zonas canarias mucho más urbanizadas como el sur de Tenerife y Gran Canaria, donde se ha montado un floreciente turismo de observación de ballenas.
Para confirmar científicamente sus sospechas, el barco de la Secac ha navegado estos últimos meses por las aguas de ambas islas en busca de ballenas y delfines. No es un trabajo promovido por la Administración, sino para el que la sociedad ha contribuido con parte de sus limitados recursos económicos. Porque, en opinión de sus responsables, era urgente abandonar las conjeturas y confirmar de primera mano todas sus sospechas. Comprobar que las islas orientales son uno de los santuarios de cetáceos más importantes del planeta. Y lo han conseguido. En total han sido 33 días útiles de navegación, de los que sólo la mitad fueron realmente buenos, y en los que lograron hacer 82 alistamientos de 12 especies diferentes.«La diversidad es impresionante, sobre todo en zifios y cachalotes», reconoce Vidal Martín. «De lo mejor del mundo».
Ana Peña, zoóloga de padre majorero y madre grancanaria, forma parte del equipo de la Secac. Estudió en Escocia y está haciendo ahora su tesis doctoral sobre el delfín de dientes rugosos, que el intenso trabajo de los estudios en Canarias está ralentizando.Experta como pocas, no puede ocultar su entusiasmo al hablar del gran descubrimiento, la enorme riqueza en cetáceos de los mares majoreros. «El sureste de Fuerteventura es un lugar privilegiado, espectacular, con una abundancia y diversidad tremenda. Es probablemente el único sitio en el mundo donde se pueden ver al mismo tiempo zifios y cachalotes juntos y muy cerca de la costa».
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