EL SUICIDIO AMBIENTAL
Artículo de opinión de
DIEGO TALAVERA-La provincia.es
El Protocolo de Kioto, firmado en 1997, es un razonable pacto
internacional que permitirá que esta tierra nuestra se libere
un poco de los múltiples factores que intoxican la atmósfera,
aumentan la temperatura, contribuyen a la extinción de las especies
y aniquilan la vida vegetal. Europa, Canadá y Japón han aceptado
reducir sus emisiones de gas carbónico, que representan el 33%
de la polución mundial. EEUU, que cuenta con el 5% de la población
pero emite el 25% de los gases que envenenan nuestro planeta,
se negó a firmar el tratado alegando que las limitaciones que
impone ese acuerdo restringiría el desarrollo económico norteamericano
en un 4% del producto interior bruto. Es decir, que se perderían
400.000 millones de dólares, solamente hasta el año 2010, desapareciendo
cinco millones de empleo.
Todos los registros de la Organización Mundial de la Salud indican
que las temperaturas se han ido incrementando notablemente durante
los últimos cien años. Las anomalías climáticas se acentúan.
Desde 1861 la temperatura de la Tierra se ha elevado en seis
grados centígrados. Los datos indican que el pasado siglo XX
ha sido el más caluroso de los últimos mil años, pero a partir
de 1976 el ritmo de intensificación se ha triplicado. El año
2003 fue el más caliente de los 143 años que existen registrados
científicamente.
Por primera vez en la historia la raza humana ha alcanzado su
capacidad para exterminarse a sí misma por medio del suicidio
ambiental. Durante decenios se ha confiado en que los desperdicios
del dispendio humano eran absorbidos y transformados por una
naturaleza benévola en sus ríos, océanos y atmósfera. Pero esto
ya no sucede así. La actividad humana tiene un considerable poder
de corrupción de la biosfera. El uso de combustibles de origen
fósil genera el 80% de la energía, pero las tres cuartas partes
del consumo la realiza solamente una cuarta parte de la humanidad.
La explotación de los suelos, los bosques y el agua ha llegado
a un nivel tal que no permitirá su recuperación en el lapso de
una vida humana. Esta destrucción es irreversible y si continuamos
con el actual ritmo de erosión, en la presente centuria desaparecerá
del 80 al 90% de las especies animales de la Tierra.
Europeos, canadienses y japoneses son conscientes del problema
con el que se van a encontrar las futuras generaciones. EEUU,
sin embargo, se sigue negando a firmar el Protocolo de Kioto.
Uno piensa si Bush tendrá conciencia real de la situación. Y
menos ahora, cuando la guerra hace perder las bondades del intelecto.
DIEGO TALAVERA-La provincia.es
El Protocolo de Kioto, firmado en 1997, es un razonable pacto
internacional que permitirá que esta tierra nuestra se libere
un poco de los múltiples factores que intoxican la atmósfera,
aumentan la temperatura, contribuyen a la extinción de las especies
y aniquilan la vida vegetal. Europa, Canadá y Japón han aceptado
reducir sus emisiones de gas carbónico, que representan el 33%
de la polución mundial. EEUU, que cuenta con el 5% de la población
pero emite el 25% de los gases que envenenan nuestro planeta,
se negó a firmar el tratado alegando que las limitaciones que
impone ese acuerdo restringiría el desarrollo económico norteamericano
en un 4% del producto interior bruto. Es decir, que se perderían
400.000 millones de dólares, solamente hasta el año 2010, desapareciendo
cinco millones de empleo.
Todos los registros de la Organización Mundial de la Salud indican
que las temperaturas se han ido incrementando notablemente durante
los últimos cien años. Las anomalías climáticas se acentúan.
Desde 1861 la temperatura de la Tierra se ha elevado en seis
grados centígrados. Los datos indican que el pasado siglo XX
ha sido el más caluroso de los últimos mil años, pero a partir
de 1976 el ritmo de intensificación se ha triplicado. El año
2003 fue el más caliente de los 143 años que existen registrados
científicamente.
Por primera vez en la historia la raza humana ha alcanzado su
capacidad para exterminarse a sí misma por medio del suicidio
ambiental. Durante decenios se ha confiado en que los desperdicios
del dispendio humano eran absorbidos y transformados por una
naturaleza benévola en sus ríos, océanos y atmósfera. Pero esto
ya no sucede así. La actividad humana tiene un considerable poder
de corrupción de la biosfera. El uso de combustibles de origen
fósil genera el 80% de la energía, pero las tres cuartas partes
del consumo la realiza solamente una cuarta parte de la humanidad.
La explotación de los suelos, los bosques y el agua ha llegado
a un nivel tal que no permitirá su recuperación en el lapso de
una vida humana. Esta destrucción es irreversible y si continuamos
con el actual ritmo de erosión, en la presente centuria desaparecerá
del 80 al 90% de las especies animales de la Tierra.
Europeos, canadienses y japoneses son conscientes del problema
con el que se van a encontrar las futuras generaciones. EEUU,
sin embargo, se sigue negando a firmar el Protocolo de Kioto.
Uno piensa si Bush tendrá conciencia real de la situación. Y
menos ahora, cuando la guerra hace perder las bondades del intelecto.
0 comentarios