Caída de Ficus en Las Palmas de Gran Canaria
Ficus va La Provincia.es
Juan José Jiménez
LAS PALMAS DE GC
Esto se ve venir, mi niño, porque eso está más frondoso de la cuenta". El señor, peninsular, miraba de soslayo para la enorme rama de un ficus que se vino abajo sobre las siete menos veinte de la tarde, una hora en la que el parque estaba la mar de concurrido.
El ramón, a peso de buen cubero y según el cálculo de los cuatro bomberos que dejaron aquello hecho unos palitos, tendría unos 500 kilos y es el segundo tarajullo que cae en un mes aproximadamente.
Por esto, la Policía Local, que llegó casi a la misma vez que el tronco al suelo, trataba de evaluar la peligrosidad del resto del bosque de ficus que contiene el parque de San Telmo, con
árboles de esa especie de enorme porte, como los dos que cubren la terraza del quiosco llena de sillas y mesas (y gente en ellas).
Por esto, mientras sonaba la sierra, la pregunta era saber por
qué cayó aquello, si por una trastada de bichos o por el mucho
peso.
Lo que quedó claro en un primer vistazo es que en la arboleda
de San Telmo no ha habido poda últimamente... y que tampoco se
la espera. Un ingeniero agrícola de fortuna aseguraba allí, a
pie de tronco, que debe hacer tiempo "que ni han sido tocados,
ni tratados".
La rama del ficus medía unos 15 metros de largo, y de caer sobre
alguien el tono del acontecimiento hubiera sido otro, probablemente
fúnebre. De hecho todos los bancos de los muchos que tiene el
parque estaban ocupados, bien por grupos, por familias con niños
pequeños -como el cambio de pañales simultáneo a escasos metros
a la poda de urgencia de los bomberos-, y grupos de jóvenes que
tienen en el sitio su punto de encuentro.
De ahí que la Policía Local, con todo el criterio, rellenaba
folios de letras con un informe que ya es el segundo en cuatro
semanas, ya que establecer el motivo de la caída puede determinar
el cierre provisional de un parque desde el que muy malamente
se ve ya el cielo de tanto follaje.
Tras unos minutos con la sierra carburando los bomberos dejaron
en el parterre el producto de esta jornada forestal improvisada,
mientras uno de ellos recordaba al pobre señor que tuvo tan mala
fortuna de estar debajo cuando se quebró una palmera, hace apenas
dos años en el parque de Santa Catalina.
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Honorio Galindo -