La conferencia del Sida acaba sin vacunas
El encuentro del sida acaba sin
vacunas a la vista a corto plazo
Maite González / Efe
MADRID-La Provincia.es
La XVI Conferencia Internacional del Sida finalizó en Toronto sin expectativas de avances científicos y con la convicción de que, en caso de lograrse, habrá que esperar al menos diez años para tener una vacuna eficaz contra la pandemia.
La reunión, que con la asistencia de más de 30.000 personas se convirtió en la más numerosa de todas las celebradas hasta la fecha, sirvió de altavoz de denuncia para insistir en la prevención y la educación como fórmulas básicas para evitar las nuevas infecciones.
Los científicos son conscientes de que la vacuna sería la mejor solución, aunque son muchas las reticencias, como la del profesor Francoise Barré-Sonoussi, del Instituto Pasteur de Francia, quien dijo en Toronto que "todavía no se sabe si es posible desarrollar una vacuna", a pesar de las numerosas investigaciones que hay en marcha.
El avance en el que existen mayores esperanzas a corto plazo es en el desarrollo de microbicidas que actúen de barrera frente al virus VIH, ya que hay en marcha 16 productos que están en evaluación clínica y cinco de ellos se encuentran en una fase muy avanzada.
GELES Y CREMAS. Los microbicidas, en forma de geles o cremas, se pueden convertir en un arma fundamental para evitar la infección en las mujeres, que en muchas ocasiones no tienen posibilidades de negarse a relaciones sexuales de riesgo sin el uso de los preservativos.
La ministra de Sanidad, Elena Salgado, que participó en las primeras sesiones de la Conferencia, subrayó en una de sus intervenciones que la discriminación de la mujer es una de las causas que contribuye a la extensión del sida.
La feminización del sida es uno de los problemas que se debatió en la Conferencia, donde se puso de manifiesto el creciente número de mujeres infectadas, sobre todo en las zonas más castigadas por la pandemia, como África, donde ya el 74% de los infectados son niñas y mujeres.
Los microbicidas permitirían a la mujer protegerse de la infección por sí mismas en sus contactos sexuales, sin la intervención ni la aprobación de sus compañeros, lo que les puede convertir en una herramienta fundamental de prevención en manos de las mujeres.
Además del desafío de la prevención, fundamental para el control de la infección y para evitar las nuevas transmisiones del virus, otro de los retos es la extensión de los tratamientos a todos los enfermos que los necesiten, lo que evitaría la muerte de millones de personas.
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