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TURCÓN - Ecologistas en acción

Día 10 de diciembre: Día Internacional de los Derechos Humanos: artículo de opinión

Día 10 de diciembre: Día Internacional de los Derechos Humanos: artículo de opinión

Artículo de opinión de Álvaro Monzón Santana

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos, considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todas las personas.

Posiblemente cuando usted esté leyendo esta carta en su ordenador, yo me encontraré en la manifestación que, diversas organizaciones sociales, ecologistas, solidarias, etc., organizan el día de hoy en Las Palmas de Gran Canaria, bajo el lema “pobreza cero: derechos humanos y comercio mundial justo”.

Muchas veces se acusa a los ecologistas en general, de defender tan solo a las plantas y a los animales. Nada tan lejos de la realidad. Quizás sea un problema de comunicación de nosotros, o quizás sean percepciones equivocadas y subjetivas de otros. Sin embargo; las personas como yo, que trabajamos 365 días por la defensa del medio ambiente, de la solidaridad, y de otras muchas cosas, sabemos que el ser humano es parte integrante del medio ambiente, que necesita de las plantas, de ecosistemas de calidad y de multitud de seres vivos a los que debemos respetar.

La salvación de la humanidad aún no sabemos donde está: puede que sea una planta que nos cure una enfermedad irreversible, puede que sea un territorio salvaje al sur del planeta, puede que sea la pureza del agua, o simplemente para poder seguir viviendo dignamente, una calidad aceptable del aire que respiramos.
Pero hoy más que nunca debemos mirar a aquellos seres humanos que sufren más que nosotros. Es un día simbólico destinado, de forma peculiar y a nivel mundial, a recordar y exigir el cumplimiento y la defensa de los derechos humanos en todo el mundo.

Un día como hoy es para reflexionar y descubrir el sistema en el que nos encontramos inmersos, como si fuera un flujo de agua de río que nos lleva y empuja sin capacidad para acercarnos a la orilla para esperar a los demás, a los más rezagados, a los que no han tenido la oportunidad como nosotros de avanzar con energías.

A estas organizaciones que gobiernan el mundo, multinacionales, empresas, instituciones sin personalidad, sin residencia, yo les pediría hoy que me devuelvan la capacidad para mirar a la orilla, que vayamos más despacio porque probablemente otro mundo es posible.

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