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TURCÓN - Ecologistas en acción

Más naturaleza, menos discotecas

Más naturaleza, menos discotecas José H. Chela

CanariasAhora.com, 22-3-2005

El embajador alemán en España, Georg Boomgaarden, es un lince en cuestiones turísticas. Nos ha venido a recomendar a los canarios lo que los canarios llevamos recomendando al sector y a los políticos del sector desde hace la tira. Pero, a lo mejor, a él le hacen más caso, que para eso es diplomático el tío.

¡Cuánta razón tiene usted, don Georg…¡ ¡Cuánta razón!

Si es que no hay como hablar en extranjero, o, al menos, con acento de afuera, para que te entiendan.

Bueno. Pues, casi inmediatamente después de que Adán dijera en Berlín aquella bobería de que germanos e isleños debemos colaborar para lograr un turismo de mayor calidad, como si los clientes de cualquier mercado tuviesen que participar en las mejoras del lugar que visitan o en el que compran, en lugar de mandarse a mudar, si no les gusta, ha llegado don Georg y le ha contado a María del Mar Julios lo que ya la vicepresidente debería saber de sobra: o sea, que el turismo de sol y playa va de cráneo, que Canarias es un destino que se les está poniendo caro a los europeos en crisis y que hay que ofertar otra cosa. Por ejemplo, naturaleza, en vez de discotecas.

El embajador, repito, debe ser un experto en esas vainas, pero no sé si ha venido mucho por aquí o conoce bien las costumbres turísticas de sus compatriotas. Porque, la naturaleza está ahí y no ha de estar reñida, necesariamente, con la existencia de pubs con mucha marcha. Es más: no estoy yo muy seguro de que la publicidad del Archipiélago en Europa insista o haga especial hincapié en la calidad de nuestras discotecas o en lo cachas están sus pinchadiscos, sino que la propaganda se centra, mayormente, en eso: en la bondad del clima y en los paisajes y hermosuras naturales.

La naturaleza está ahí, insisto. Y es el visitante el que tiene que decidirse a conocer el territorio al que acude, como hacían los antiguos viajeros. O gastarse la pasta en excursiones. O alquilar un coche y salir a ver las maravillas que encuentra por ahí. No es el caso. La mayoría de nuestros turistas se quedan en los hoteles y alrededores y la única manera de que muchos de ellos conocieran algo de nuestra naturaleza, sería colocarles una maceta con una planta autóctona en la habitación.

Es una idea que le brindo a Pilar Parejo: conozca nuestra flora sin necesidad de despegarse de la birra ni del televisor.

Cierto que nuestro modelo turístico es un desastre. El embajador no lo ha dicho, así, en plan sopetón, porque para eso sabe de diplomacia, pero parece claro que lo piensa. Y, en eso, también coincide con la mayoría de los canarios. Sucede, no obstante, que la clientela que tenemos es la que nos hemos ganado a pulso a lo largo de las últimas décadas, entre ella un montón de alemanes a quienes la naturaleza importa un bledo, porque prefieren la cargacera a tope en la disco o en el bar de la esquina del hotel y, si es posible, el todo incluido que no suele incluir visitas a los parques naturales y bellezas panorámicas. O así.

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