El elevado coste del carbón barato
Ésta es la paradoja del carbón: es abundante, pero también contaminante. ¿Puede un mundo ávido de energía permitirse el lujo de esperar a que la tecnología dearrolle nuevas formas de quemar este combustible sin generar emisiones tan perjudiciales para el clima del planeta? Por Tim Appenzeller
En un bochornoso día de agosto, en el sudoeste de Indiana, la gigantesca central térmica de Gibson está funcionando a pleno rendimiento. Sus cinco calderas de 55 metros de altura engullen 25 toneladas de carbón por minuto, y envían vapor a 535 °C a las turbinas, que generan más de 3.000 megavatios de potencia eléctrica. El sistema de refrigeración de la central funciona al límite de su capacidad, y en la sala de control empiezan a encenderse luces de advertencia a medida que aumenta la temperatura de los gases de escape. Pero no es posible dar marcha atrás en un día así, con los aparatos de aire acondicionado zumbando y la demanda de electricidad próxima a niveles récord. Gibson, una de la mayores centrales térmicas de Estados Unidos, es uno de los pilares del suministro eléctrico de la región, pues aporta a la red energía suficiente para tres millones de personas. Al pasar de la abrasadora planta a las oficinas con aire acondicionado, Angeline Protogere, de Cinergy (la empresa propietaria), comenta agradecida: «Es para esto que producimos toda esa energía».
La próxima vez que encienda el aire acondicionado o vea un DVD, piense en Gibson y en el sucio combustible que devora, a un ritmo diario de tres trenes de cien vagones de carbón cada uno. Este tipo de centrales alimentadas con carbón suministran la mitad de la electricidad de Estados Unidos.
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Fuente: www.nationalgeographic.com.es
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