Anfibios: casi un tercio de las Especies en Peligro de Extinción
Anfibios en Dramático Declive; Hasta 122 Extintos Desde 1980
Un Estudio Encuentra casi un tercio de las Especies en Peligro de Extinción
El último número de la revista de Nacional Geographic alerta de la rapida desaparición de las ranas. Mendelson, técnico de zoo de Atlanta, dice que la última vez que hubo una pérdida tan rotunda fue la de los dinosaurios. Y nadie puede decir que eso no cambió el planeta.
Además de la pérdida de sus hábitats naturales ahora les está atacando un hongo mortífero. La preocupación mundial crece por las ranas.
Turcón-Ecologistas en Acción se suma a tal preocupación, ya que las pérdidas de las ranas también son visibles en nuestra naturaleza y por ello, recopila la siguiente información que se reproduce a continuación, para conocer más sobre esta problemática.
WASHINGTON, DC/GLAND, SUIZA - Las especies de anfibios del planeta se encuentran bajo un peligro sin precedentes ya que se están extinguiendo a tasas mil veces más altas que lo normal, según el más comprensivo estudio jamás realizado. Más de 500 científicos de más de 60 naciones contribuyeron a la Evaluación Global de los Anfibios , cuyos descubrimientos claves han sido publicados en linea por Science Express, y saldrá en la revista Science en las próximas semanas.
Durante los últimos tres años, los científicos han estudiado el estado de distribución territorial y conservación de todas las 5.743 especies anfibias conocidas que incluyen ranas y sapos, salamandras, y cecílidos. De estos, se ha determinado que 1.856 el 32 por ciento- están en peligro de extinción. Mas aún, faltan datos suficientes para evaluar con precisión el estado de casi 1.300 otras especies, muchas de las cuales los científicos también creen amenazadas.
Se considera que los anfibios son como "canarios en una mina", ya que su piel es sumamente permeable y es sensible a cambios en el medio ambiente, incluyendo cambios en el agua dulce y en la calidad del aire.
"Los anfibios son unos de los mejores indicadores de la salud ambiental general de la naturaleza", dijo Russell A. Mittermeier, presidente de Conservation International (CI). "Su catastrófico declive sirve como una advertencia que estamos en un período de significativa degradación ambiental".
Descubrimientos clave del estudio incluyen:
Según la Lista Roja IUCN de Especies Amenazadas, al menos 1.856 especies de anfibios están amenazadas con la extinción, representando un 32 por ciento de todas las especies. En comparación, solamente el 12 por ciento de todas las especies de aves y el 23 por ciento de todas las especies de mamíferos están amenazadas.
Al menos nueve especies se han extinguido desde 1980, cuando comenzaron los declives más dramáticos. Otras 113 especies no han sido reportadas en estado salvaje en años recientes y se considera que pueden estar extintas.
El 43 por ciento de la población de todas las especies está en declive; y menos del uno por ciento está en crecimiento. Veintisiete por ciento de las especies de anfibios se encuentran estables, y se desconoce la situación del resto de las especies.
427 especies son consideradas Críticamente En Peligro (CR), 761 están En Peligro (EN), y 668 son Vulnerables (VU). Desde 1980, 435 especies se han movido a una categoría de riesgo más alto en la Lista Roja IUCN de Especies Amenazadas, mientras que sólo cinco han mejorado.
Colombia tiene 208 especies anfibias en peligro el mayor número en el mundo seguida de México con 191, Ecuador con 163, Brasil con 110, y China con 86. Haití tiene el más alto porcentaje de anfibios en riesgo, con el 92 por ciento de sus especies en peligro de extinción.
"Después de las aves y los mamíferos, los anfibios son el tercer grupo de especies en ser completamente evaluado en una escala global. Este estudio expande significativamente nuestro conocimiento actual y provee una base desde la cual podemos monitorear nuestro impacto sobre el medio ambiente a lo largo del tiempo," dijo Achim Steiner, Director General de IUCN La Unión Conservacionista Mundial. "El hecho que un tercio de los anfibios esté en un declive precipitado nos dice que estamos moviéndonos rápidamente hacia un número de extinciones potencialmente epidémicas".
En las Américas, el Caribe y Australia, una enfermedad altamente infecciosa llamada chytridiomycosis ha impactado especialmente fuerte en los anfibios. Nuevas investigaciones muestran que, en algunas regiones, los brotes de la enfermedad pueden estar vinculados a los años de sequías, que los científicos atribuyen de manera creciente a los efectos del cambio climático.
Pero en la mayoría de las partes del mundo incluyendo Europa, Asia y Africa la chytridiomycosis no es un problema tan grave. Otras amenazas, tales como la destrucción del hábitat, la contaminación del aire y del agua, así como la demanda de los consumidores son las causas mayores del declive anfibio.
Aún así, los científicos confían en que un compromiso inmediato de recursos y esfuerzos podrían revertir muchas de las tendencias negativas que existen actualmente. La creación de nuevas áreas protegidas, los programas de cría en cautiverio, un mayor compromiso por parte de la comunidad y la protección de los sistemas de agua dulce aumentarían las probabilidades de supervivencia de los anfibios.
"Puesto que la mayoría de los anfibios depende del agua dulce y siente los efectos de la contaminación antes que muchas otras formas de vida, incluyendo los humanos, su rápido declive nos dice que uno de los sistemas de las fuentes de vida más críticas de la Tierra está siendo destruido," dijo Simon Stuart, Director Señor de IUCN/CI Unidad de Evaluación de Biodiversidad, y líder de esta investigación.
"Nosotros ya sabíamos que los anfibios estaban en peligro, pero esta evaluación elimina cualquier duda sobre la escala del problema," dijo Bruce Young, zoólogo del grupo conservacionista NatureServe. "Ahora nosotros necesitamos una mayor protección de las áreas naturales y una investigación acelerada sobre las enfermedades de los anfibios para combatir esta ola de extinción."
Los científicos de CI, IUCN y NatureServe colaboraron en la Evaluación Global de los Anfibios . Ellos analizaron datos presentados por más de 500 de los especialistas de anfibios mas importantes en el mundo y evaluaron el nivel de amenaza de cada especie determinaron la distribución territorial de cada especie y recopilaron información ecológica esencial.
EL MISTERIOSO DECLIVE DE LOS ANFIBIOS
Los primeros vertebrados, contemporáneos de los dinosaurios, están muriendo en todo el planeta.
El Parque Natural de Peñalara, en la sierra de Guadarrama (Madrid), es desde hace tres años el escenario de una tragedia: el sapo partero, un anfibio emblemático en la zona, ha desaparecido de casi todas las 250 charcas del parque. La alarma se dio en 1997, cuando se encontraron muertos centenares de pequeños sapos que aún no habían acabado su metamorfosis. La Comunidad Autónoma de Madrid pidió ayuda a herpetólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales. El misterio del sapo partero se ha resuelto, pero no otro mucho mayor en el que se engloba. Un estudio acaba de confirmar que los anfibios, que fueron los primeros vertebrados terrestres -contemporáneos de los dinosaurios-, están en declive en el planeta. Y no se conocen las causas.
Aún faltan datos en España.
Jaime Bosch, Mario García París e Íñigo Martínez Solano, herpetólogos del Museo Nacional de Ciencias Naturales, acaban de resolver el caso del sapo partero de Peñalara -Alytes obstetricans-, y de paso han demostrado una vez más que los problemas ambientales no saben de fronteras. El asesino es un hongo Quitridium, últimamente muy popular entre quienes estudian los anfibios. El quitridios ha sido identificado ya como agente causante de la muerte de muchas otras especies de anfibios en Australia, Estados Unidos y América Central y del Sur, pero es la primera vez que se sabe de sus estragos en Europa. Bosch, García París y colaboradores esperan comunicar su hallazgo en una prestigiosa revista científica.
Pero la intriga no ha terminado. ¿Por qué están muriendo los anfibios de todo el mundo en los últimos años? Expertos sobre todo estadounidenses y australianos llevan más de una década denunciando el fenómeno, aunque hasta ahora las evidencias del declive en las poblaciones de ranas, sapos y salamandras se circunscribían a zonas concretas y no podían, en rigor, extrapolarse a todo el mundo. Pero un estudio publicado en Nature el 13 de abril confirma que el fenómeno ocurre a escala global. "Nuestro trabajo es lo más cerca que vamos a estar de una respuesta definitiva al respecto", afirma, por correo electrónico, Jeff Houlahan, de la Universidad de Ottawa, uno de los autores del trabajo.
Houlahan y su grupo analizaron datos de 936 poblaciones de anfibios, aportados por más de 200 investigadores de 37 países y ocho regiones del mundo. Contenían información sobre 157 especies, recogidas durante periodos de entre 2 y 31 años. Aunque hay considerables variaciones geográficas y temporales, "a una escala global nuestros estudios indican un declive relativamente rápido desde finales de los años cincuenta a finales de los sesenta, seguido de un declive más lento pero continuado hasta nuestros días", dicen. Los datos revelan que 61 de las 936 poblaciones se han extinguido, y que "los declives más dramáticos ocurrieron varias décadas antes de que los herpetólogos dieran la voz de alarma". Los investigadores insisten además en que faltan más estudios en regiones de alta diversidad, como los trópicos.
Hay una razón obvia para este declive: que cada vez hay menos charcas donde las ranas estén a sus anchas. Ahí no hay misterio. Lo que no se explican los investigadores es que los anfibios desaparezcan de zonas protegidas, en las que su hábitat natural no ha debido sufrir muchas alteraciones. Tienen muchos ejemplos. El sapo dorado de Costa Rica, de llamativo color rojo, que no se ha vuelto a ver desde 1989, pese a que hasta dos años antes era la especie más representativa de la Reserva del Bosque Nublado de Monteverde; o la rana incubadora gástrica de Australia, que desarrolla todas sus larvas en el estómago y expulsa las crías por la boca, descubierta en 1973, muy estudiada y ahora considerada extinta.
Cuando empezó a emerger el problema, uno de los primeros sospechosos fue el agujero de la capa de ozono, por el que se cuelan los rayos ultravioletas, letales para la vida. Como las zonas protegidas están a menudo en alta montaña, donde la radiación ultravioleta es más intensa, los investigadores postularon que estaba afectando a los anfibios. Los primeros experimentos se hicieron en las montañas de Oregón (EE UU), y en un primer momento sus autores cantaron victoria: la mortalidad de los renacuajos expuestos a los rayos UV (de tipo B) naturales era mucho mayor que la de aquellos protegidos por filtros.
El experimento se reprodujo en otras zonas con igual resultado. En Europa los hizo por primera vez hace cinco años en Gredos, a 2.000 metros de altura, el grupo de Miguel Lizana (Universidad de Salamanca), que publicó los resultados en 1998 en la revista Conservation Ecology . Su trabajo mostró que no todas las especies eran igual de sensibles. "El sapo común (Bufo bufo) es uno de los más sensibles, y también el tritón jaspeado", indica Lizana. Su grupo estudia ahora especies que viven tanto en zonas altas como bajas, para ver si la radiación las afecta de modo distinto a distintas alturas. "Por ahora el efecto parece mayor en las especies sensibles en alta montaña", dice.
Pero quienes creyeron que los UV-B resolvían el misterio de los anfibios se equivocaron. La cosa no es tan simple. Se han identificado al menos otras cuatro clases de sospechosos: la lluvia ácida, virus, hongos como el quitridios y la presencia en el agua de fertilizantes con nitratos y nitritos. O todos ellos juntos: puede que los UV-B debiliten el sistema inmune de las ranas y las deje indefensas frente a las infecciones. Eso explicaría que el quitridios, que siempre ha estado ahí, tenga ahora un efecto tóxico para los anfibios.
O podría ocurrir un ciclo así: que la causa sea un parásito... "que vive en los caracoles; los caracoles comen algas; y más fertilizantes en el agua hacen que haya más algas, que aumentan a su vez la población de caracoles... Éste es un problema increíblemente complejo, y no veo cerca la solución", dijo el investigador pionero en este campo, Andrew Blaustein (Universidad del Estado de Oregón) en la última reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en EEUU.
Efecto de los fertilizantes
Adolfo Marco, actualmente en la Estación Biológica de Doñana, es autor con Blaustein de uno de los trabajos más recientes sobre el efecto de los fertilizantes. Estudiaron larvas de cinco especies de un área agrícola de Oregón donde se usan muchos fertilizantes y las expusieron a agua con distintas concentraciones de nitritos y notratos. Los resultados indicaron que las especies que más población habían perdido en su hábitat natural eran también las que más morían en el laboratorio. "Las etapas larvarias de la mayoría de los anfibios viven sólo en el medio acuático, y pueden ingerir o absorber por la piel muchos productos tóxicos", señala Marco.
Se obtuvo, además, un resultado para algunos inquietante: que las concentraciones de nitratos consideradas aptas para el consumo humano -50 miligramos por litro- eran muy tóxicas para larvas de dos de las cinco especies estudiadas. "La concentración de nitrato en aguas subterráneas a menudo sobrepasa esos niveles máximos. ¿Nos podemos sentir tranquilos consumiendo agua que es letal para las ranas, al provocarles una alteración que también podemos padecer los humanos?", apunta Marco.
El caso del sapo partero de Peñalara está bajo control: tiene un culpable declarado y los investigadores se plantean, si la población no se recupera sola, la cría controlada a partir de individuos no infectados por el hongo.
Pero el problema a gran escala está abierto. Y para algunos herpetólogos debería entenderse como un aviso de futuros problemas mayores: los anfibios son buenos bioindicadores del grado de degradación de un ecosistema. Aunque para Houlahan esto es lo de menos: "La pregunta es: ¿cuántos avisos necesitamos? El que ya no quede bacalao en la costa Este de Canadá parece un buen aviso; el que el salmón haya desaparecido de la costa noroeste de Norteamérica parece un buen aviso... Las ranas son otro signo de que estamos sobreexplotando el planeta, pero sólo uno más de una larga letanía".
Aún faltan datos en España
En España se conocen 28 especies de anfibios, aunque el último atlas disponible, hecho por la Asociación Española de Herpetología y la Universidad de Granada con datos de 1994, recoge sólo 25. Una de ellas, el sapo ferreret (sapo partero de Mallorca), está en peligro de extinción; otra, la rana ágil (País Vasco y Navarra), se considera vulnerable (la segunda categoría en la escala de riesgo); y otras tres -salamandra rabilarga (Galicia y Asturias), salamandra de Gredos y sapo verde de las Baleares- figuran como raras.
Aunque los herpetólogos no dudan de que la pérdida de hábitat está afectando a las ranas hispánicas, aún no hay datos que demuestren que el fenómeno mundial del declive de estos animales en áreas protegidas también se da en toda España. Se espera tenerlos tras el proyecto para actualizar el atlas de anfibios y reptiles que financia el ministerio de Medio Ambiente. Para el proyecto, de tres años, se muestrearán muy bien zonas donde faltan datos, como en Castilla-León y Castilla-La Mancha, y se repasarán las demás. Al final se tendrá un mapa de España con datos sobre el estado de conservación de cada especie. Participarán los más de 500 miembros de la Asociación Española de Herpetología.
Los anfibios fueron los primeros animales vertebrados en adaptarse a una vida semiterrestre. Se estima que surgieron de los peces hace unos 360 millones de años. Con el transcurso del tiempo, de ellos se desarrollaron los reptiles que a la vez dieron lugar a los mamíferos y las aves. Aquellos anfibios desaparecieron y más tarde surgieron los anfibios que han logrado sobrevivir hasta el presente. Estos nuevos anfibios son los que tratamos aquí. En diferencia a los otros vertebrados, los anfibios se distinguen por sufrir una transformación total durante su desarrollo. A este cambio de forma se le llama metamorfosis.
Se estima que unas 4300 especies diferentes de anfibios viven hoy en día. Todas estas especies se clasifican en tres grupos básicos.
Cecílidos,
Salamandras,
Sapos y Ranas
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